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La limpieza: un sector feminizado e imprescindible pero relegado en la pandemia

  • Limpieza y cuidados son sectores muy reconocidos por la ciudadanía española, pero siguen siento trabajos mal pagados y precarios
  • Las mujeres son mayoría en el sector de la limpieza, pero cuando se ofertan ascensos, los suelen ocupar varones

Ya puedes ver "Limpiadoras imprescindibles" en RTVE.es y a las 23.50 en La 2 de TVE

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Objetivo Igualdad - Programa 9
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En lo más duro de la pandemia, la persona que más veces pasó por la tribuna de oradores del Congreso de los Diputados, no fue ningún diputado, ningún miembro del gobierno. Lo fue una mujer, con uniforme azul, guantes, mascarilla y una bayeta con la que, tras cada intervención, limpiaba el atril y el micrófono. De una de ellas trascendió su nombre, Valentina Cepeda, y hace poco más de un año, un 18 de marzo, se vio sorprendida por los aplausos que le brindaron los pocos que ocupaban el hemiciclo.

En este largo año de pandemia, hemos reparado en unas actividades, la limpieza y los cuidados, por lo general invisibles y menospreciadas, pero que el COVID-19 ha hecho tan esenciales y estratégicas como la sanidad. Unos sectores que, en España, ocupan a casi 1.300.000 personas, la mayoría de ellas mujeres jóvenes.

Según el estudio de ADECCO, "Redefiniendo la era del trabajo", después de la sanidad, limpieza y cuidados son los trabajos más valorados por los españoles. Más, pese al reconocimiento general, la limpieza y los cuidados son sectores muy feminizados, poco reconocidos y mal pagados.

La limpieza, un sector clave en la pandemia

Unidades de Cuidados Intensivos, quirófanos, hospitales, residencias de ancianos, centros de trabajo, comercios, establecimientos públicos…. La limpieza es imprescindible para contener la pandemia. Como subraya Rosa Sampedro, del sector de Limpieza de UGT: “Ningún médico entra en un quirófano si previamente no está desinfectado. La limpiadora es el personaje invisible que hace que cualquier profesional pueda ejercer su labor”.

La limpiadora hace posible que cualquier profesional sanitario haga su labor

Carmen Bustos, de CC. OO., trabaja como limpiadora en uno de los grandes hospitales públicos de Madrid, donde el 80% de la plantilla de limpieza son mujeres. Carmen recuerda la dureza de los primeros meses, en los que “hubo miedo, mucha ansiedad, mucho temor al contagio y también mucha presión por la falta de equipos de protección (EPI). Como somos los últimos del escalafón, llegamos a trabajar con solo mandiles y botas de plásticos”. Cuando terminaba su jornada laboral, al llegar a casa, cuando su familia le preguntaba cómo le había ido, se derrumbaba y el recuerdo de aquellos días aún le pesa. “Era una situación impresionante. Entrabas por la mañana y te encontrabas con un montón de fallecidos. Y veías como, a lo largo del día, iba muriendo por minutos muchos más”.

En los primeros meses de pandemia, hubo temor al contagio y mucha presión en los hospitales

En la primera ola de la pandemia, muchas de sus compañeras se contagiaron. Cuando llegaron las vacunas, el personal de limpieza las recibieron, al igual que los sanitarios. Hicieron suyos los aplausos diarios de reconocimiento. Sin embargo, Bustos indica que, pese a que la limpieza ha sido uno de los sectores más golpeados por la COVID, no se les han reconocido los mismos derechos. Ni se les ha dado incentivo alguno por estar en contacto con el COVID, ni tampoco se les reconoce como enfermedad profesional a los que se ha contagiado

Más cerca - Las trabajadoras de la limpieza de los hospitales se merecen un homenaje - Escuchar ahora

Las contratas de limpieza y las subastas a la baja

Paradójicamente, en un sector tan feminizado como la limpieza, las mujeres siguen discriminadas. Sus posibilidades de promoción y mejoras profesionales son menores que las de sus compañeros. Según Rosa Sampedro de UGT: “hay compañeras que empiezan jóvenes de limpiadoras y se jubilan siendo limpiadoras. En los convenios, metemos siempre la cláusula de ascenso que, mediante un examen, permite acceder a categorías de especialistas e, incluso, a mandos intermedios. Sin embargo, la mayoría de estos puestos los ocupan hombres”.

Aunque la mayoría de las trabajadoras sean mujeres, los ascensos se los suelen dan a hombres

Otro problema del sector es que las condiciones laborales están supeditadas a los términos de las licitaciones y contratas. Por ejemplo, las administraciones públicas realizan las adjudicaciones en subastas electrónicas, en las que, según subraya Rosa Sampedro, no se tiene en cuenta el coste real de la limpieza, ya que “se da el servicio a quien oferte más bajo y, por lo tanto, la empresa se encuentra con que ni siquiera va a poder cumplir con el salario de los trabajadores y mucho menos si tienen complementos de especialidad nocturnidad, Por lo tanto, lo primero que hacen es imponer reducciones de jornada”.

Plan contra la explotación de las empleadas de hogar

Las mujeres serán también las más afectadas por la crisis que afecta, pese a ser un sector esencial, a las empresas de limpieza. Sampedro subraya que ha habido muchos ERTE, que han implicado una reducción de un 30% del salario de los trabajadores, pero, por otro lado, han evitado los despidos. Sin embargo, a medida que venzan las prórrogas, teme que el paro se dispare en el sector.

Empleadas del hogar y cuidadoras, el trabajo más precario

Son las grandes olvidadas de esta crisis pandémica. También es el sector con mayor presencia de mujeres, casi el 90%, muchas de ellas migrantes, cuyas condiciones laborales son las más vulnerables. Según un estudio de OXFAM, una de cada 3 empleadas del hogar está en el umbral de la exclusión social y de la extrema pobreza.

Algunas se han agrupado en pequeñas asociaciones, como Servicio Doméstico Activo (SEDOAC), presidida por Carolina Elías, quien subraya la precariedad de sus condiciones laborales, agravada por la alta proporción de economía sumergida en este sector, cerca de un 40%. Bajos salarios, sin alta en la Seguridad Social y, por tanto, sin derecho a prestaciones de paro, maternidad o vacaciones renumeradas.

Además, la pandemia ha empeorado sus condiciones laborales. Según Elías, “el estado de alarma dejó a muchas de ellas encerradas en una jornada interminable de trabajo, de lunes a domingo, 24 horas a disposición de la familia o de las personas mayores a las que cuidaba, sin poder hacer un ápice de vida ni de descanso siquiera. Incluso a muchas de ellas no se les reconocían esas horas extras trabajadas de los fines de semana, no se les paga con salario, se le sometía a demasiado estrés, a multiplicación de las cargas de trabajo”.

El estado de alarma ha dejado a muchas empleadas de hogar encerradas en una jornada de trabajo interminable

Fueron también uno de los colectivos más afectado por el coronavirus, lo que ha incrementado su desprotección. Elías indica que “las compañeras que se han visto contagiadas durante la Covid, al estar en la economía sumergida, han quedado en una situación de extrema vulnerabilidad. No han podido cobrar una baja o bien han sido despedidas y tampoco tienen derecho al paro. Además, durante el estado de alarma, muy pocas han podido cobrar el subsidio especial de empleada de hogar”.

Además, tampoco se las considera un grupo prioritario para la vacunación. “Es curioso -subraya Elías- que las empleadas del hogar y cuidadoras fueron trabajadoras esenciales durante el estado de alarma, pero no lo son a la hora de la vacunación”.