Anticonceptivos o corticoides: medicamentos comunes que aumentan el riesgo de trombos más que AstraZeneca
- Ante la preocupación por la vacuna de Astrazeneca, los expertos recuerdan que el riesgo cero tampoco existe en los fármacos
- Una joven que sufrió un trombo cerebral a raíz del consumo de la píldora anticonceptiva cuenta su caso a RTVE.es
Nerea es ahora plenamente consciente de lo que pueden implicar tres palabras que están escritas en el prospecto de cualquier medicamento: posibles efectos adversos. No lo era, en cambio, hace cuatro años, cuando fue al ginecólogo por un desarreglo en la menstruación y le recetaron la píldora anticonceptiva, un tratamiento que le provocó una trombosis cerebral que la llevó a la UCI y tras la que ha tenido que ser intervenida quirúrgicamente en seis ocasiones.
La probabilidad de que eso ocurra es baja, según los expertos, pero el riesgo existe. Por eso, en un momento en el que se habla con frecuencia sobre los "trombos" a raíz de los pocos casos de coagulación sanguínea reportados por personas vacunadas contra la COVID-19 con AstraZeneca, Nerea muestra interés por contar su vivencia a RTVE.es. El relato permite visibilizar que hay algunos medicamentos seguros y de uso extendido que también pueden provocar esos coágulos (o alguna otra afección grave) sin que muchas personas reparen en ello, bien por falta de información, como en el caso de esta joven, o bien por aceptar que el beneficio de un tratamiento supera al riesgo.
- Los casos generales de trombo reportados tras la vacunación de AstraZeneca son de 0,65 por cada 100.000 vacunados
- Con el uso de anticonceptivos orales combinados pueden producirse entre 50 y 120 casos por cada 100.000 mujeres al año
- El prospecto de algunos corticoides y antipsicóticos señala que pueden provocar trombos en 1 de cada 100.000 personas
Un trombo cerebral relacionado con la píldora anticonceptiva
“A los meses de estar tomando las anticonceptivas me entró una depresión horrible, me cambiaron las pastillas dos veces y, como no me fiaba mucho, fui a otro ginecólogo. Me recetó otras anticonceptivas diferentes y le volví a preguntar por los riesgos. Me dijo que nada, que además eran beneficiosas para eso”, recuerda Nerea, que aprovecha la conversación para criticar que los anticonceptivos se prescriban en muchos casos sin hacer un estudio previo sobre los riesgos.
Al poco tiempo de iniciar el nuevo fármaco anticonceptivo la joven empezó a sufrir unos dolores de cabeza “horribles” que no la dejaban dormir. Una noche, explica, se levantó de madrugada para tomarse un paracetamol y se encontró tan confusa que llegó a meterse el tapón de la botella en la boca, en lugar de la pastilla. Su madre decidió llevarla al hospital y recuerda que, una vez allí, no entendía bien lo que le decían los médicos y tampoco podía hablar con claridad: “Lloraba porque no podía expresarme”.
Aquel día le dieron varios ataques epilépticos y terminó entrando en la UCI. Cuando pudo estabilizarse y lo peor había pasado, le explicaron los doctores que había sufrido un trombo cerebral y que, por no reaccionar a tiempo, le provocó un ictus. "Es como si hubieran metido mil cables pelados en un charco”, le dijeron los especialistas, quienes lo vincularon con un efecto adverso de los anticonceptivos: “Yo soy una chica sana. Ni fumo ni bebo y hacía deporte. Me hicieron pruebas hematológicas y la antitrombina está bien, así que lo relacionaron con eso (con la píldora)”.
Lo que sigue en su historial médico son otras cuatro trombosis cerebrales más y seis operaciones: “Ahora tengo los dos senos cerebrales cerrados y una carótida derecha. No saben cómo puedo seguir viva así”, dice la joven, que cree que hace falta más claridad a la hora de ser informados sobre este tipo de riesgos.
Tanto el uso de anticonceptivos hormonales simples como el de los combinados (los que mezclan estrógeno-progesterona) conlleva cierto riesgo de sufrir tromboembolismo venoso, siendo mayor en el caso de los segundos, sobre los que la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMP) estima que pueden producirse entre 50 y 120 casos por cada 100.000 mujeres, dependiendo de la composición de las píldoras.
En la web de la AEMP se puntualiza que el riesgo general es “bajo” y se detallan una serie de factores que aumentan la probabilidad, como el sobrepeso, la edad o el tabaco.
Otros fármacos que pueden provocarlo: antipsicóticos, corticoides o anabolizantes
El doctor Manuel Monreal, miembro de la Sociedad Española de Medicina Interna y coordinador del Registro Informatizado de Pacientes con Enfermedad TromboEmbólica (R.I.E.T.E.), recalca en una entrevista con RTVE.es que "el riesgo cero no existe" cuando se administra un medicamento.
"Fármacos que pueden producir trombosis hay unos cuantos. Los que más a menudo se asocian a la aparición de trombos son los estrógenos, ya se tomen como anticonceptivos, como tratamiento hormonal sustitutivo o como tratamiento del acné juvenil. Este es un grupo importante y otro son los fármacos que damos para tratar el cáncer", apunta el doctor.
El presidente de la Sociedad Española de Trombosis y Hemostasia (SETH), el doctor Joan Carles Reverte, también señala en primer lugar esos dos mismos grupos y añade otros fármacos cuyo riesgo es aún más bajo, como la heparina, un anticoagulante que, sin embargo, en casos muy infrecuentes puede tener un "efecto protrombótico", así como los anabolizantes o los corticoides, que también en algunos casos se han asociado a esta afección.
Por ejemplo, en el prospecto de la prednisona, un tipo de corticoide que se usa para tratar problemas como el asma o la artritis, aparece entre los efectos adversos "poco frecuentes" (puede afectar a 1 persona por cada 100.000) el tromboembolismo, igual que se refleja en la información sobre algunos antipsicóticos con componentes como la olanzapina.
"Los antipsicóticos, especialmente los antidepresivos se asocian también con mayor riesgo de trombosis. Normalmente los damos a personas que, por su enfermedad, por depresión u otras enfermedades psiquiátricas, están inmovilizados y tienen actividad física inferior, por lo que es difícil saber hasta qué punto siempre es el fármaco el causante en sí, porque se administra a personas que reúnen otros factores de riesgo, pero en una parte sí sabemos que lo es", agrega Monreal.
Ambos doctores coinciden en afirmar que, posiblemente, buena parte de la ciudadanía, incluyendo quienes se muestran reacios a la vacunación con AstraZeneca, estará haciendo uso de fármacos por prescripción médica o incluso por iniciativa propia sin ser conscientes de que asumen unos riesgos determinados, que pueden incluso mayores.
Medicamentos que con frecuencia forman parte del botiquín de cualquier hogar, como el paracetamol, el nolotil, la aspirina o el ibuprofeno no están libres de efectos secundarios. En el caso del ibuprofeno, tomarlo en dosis altas se asocia a un mayor riesgo de trombosis arterial.
Según el informe Indicadores de Salud 2020, publicado por el Ministerio de Sanidad, en el último año del que hay registro (2017) se produjeron 42 defunciones por efectos adversos de los agentes terapéuticos, lo que supuso una tasa de mortalidad de 0,1 por 100.000 habitantes. El 48% de esas defunciones se produjeron en los mayores de 75 años.
Un "mínimo" riesgo individual en beneficio propio y colectivo
La proporción de personas que han sufrido trombosis tras la ser inoculadas con la vacuna anglo-sueca, recalcan Reverte y Monreal, es "muy baja” (menos de un caso por cada 100.000) y, aunque es difícil establecer comparativas con el consumo de fármacos, el presidente de la SETH estima que el riesgo de que se formen coágulos en vasos sanguíneos puede ser “notablemente mayor” entre quienes toman anticonceptivos que en los vacunados con viales de esa farmacéutica, por ejemplo.
“En el caso de AstraZeneca lo que pasa es que se ha puesto en el escaparate el tema. Y puedo entenderlo; si existe una vacuna que no tenga efectos secundarios o que no provoque malestar al día siguiente es la que yo escogería, pero tenemos las vacunas que hay, tenemos la cantidad que tenemos y tenemos una pandemia que hay que parar”, subraya Reverte.
Lo que también es claro es que los posibles efectos secundarios son muy inferiores a los que provoca el virus natural: "La enfermedad por coronavirus provoca, indudablemente, un aumento de incidencia de trombosis debido a fenómenos inflamatorios muy intensos (…) El riesgo de trombosis es variable, pero en los pacientes críticos (en UCI) se estima en un 20-25 % de los casos”, apunta la SETH.
No obstante, Reverte puntualiza que esta comparativa sobre los riesgos no debe confundir sobre cuál es la clave de este asunto: “La vacuna se da a una persona que está sana, pero como comunidad estamos enfermos porque tenemos una pandemia encima. El colaborar entre todos para erradicarla también es fundamental”.
Los expertos entienden la preocupación generada en las últimas semanas, pero sostienen que se trata de un "mínimo" riesgo individual que se asume en beneficio propio y del colectivo. Además, se remiten al último informe de la Agencia Europea del Medicamento (EMA) para afirmar que los beneficios siguen estando por encima de los riesgos, y recuerdan que la Enfermedad Tromboembólica Venosa (ETV) es la tercera causa de muerte cardiovascular en España, tras el infarto de miocardio y el ictus, al margen de fármacos y vacunas.
La EMA tiene constancia de 222 casos de trombosis hasta el 4 de abril, pero la "posible" relación de causa-efecto se establecería solo con un determinado tipo de trombosis cuya incidencia es extraordinariamente baja, que se combinaría con un número reducido de plaquetas y en el que estaría involucrado el sistema inmunológico. La aparición de estos trombos específicos se ha incorporado a la lista de efectos adversos de la vacuna de AstraZeneca como un posible efecto secundario "muy raro", sin que se haya podido determinar por el momento un factor de riesgo concreto que afecte a unos vacunados más que a otros.
Concretamente, han sido 86 los casos analizados (18 con resultado de muerte) que han llevado al comité de seguridad de la EMA a extraer esas conclusiones sobre su relación con la vacuna de AstraZeneca: en 62 de ellos las personas vacunadas sufrieron trombosis de senos venosos cerebrales y en los otros 24 se trató de trombosis en abdomen (vena esplácnica).
Según la AEMP, a 21 de marzo de 2021, en España se habían notificado 5 casos de trombosis de senos venosos, habiéndose administrado 985.528 dosis de esta vacuna. Uno de los casos tuvo desenlace mortal
El caso concreto de pacientes que ya han sufrido trombos previamente
Por otro lado, Reverte admite que hay mucha alarma entre las personas que ya han padecido previamente un trombo y explica que los profesionales dedicados a tratar problemas de coagulación reciben a diario multitud de preguntas sobre cuál sería el riesgo para ellos de inocularse con AstraZeneca.
“El hecho de haber tenido trombosis no parece que predisponga a este problema cuando se les vacuna con AstraZeneca“
“A día de hoy en los casos analizados por la Agencia del Medicamento se ve que no hay relación con antecedentes de trombosis o de enfermedades previas. El hecho de haber tenido trombosis no parece que predisponga a este problema cuando se les vacuna con AstraZeneca. No habría razón para no utilizar esta vacuna”, apunta Reverte.
Desde la SETH lo que sí ven crucial es conocer cuáles son los síntomas ligados a la trombosis cerebral que deberían poner a una persona vacunada en alerta porque, en caso de producirse, la detección temprana mejoraría el pronóstico.
Esto síntomas son algunos que describía Nerea en su relato: dolor de cabeza intenso, que empeora cuando se está tumbado, y alteraciones neurológicas como empeoramiento de la visión o dificultad para hablar.