Muere el duque de Edimburgo a los 99 años
- Fue el consorte más longevo de la Corona británica, con más de 70 años junto a Isabel II
- Las banderas ondean a media asta y se han declarado ocho días de luto oficial
La Casa Real británica ha anunciado este viernes que el duque de Edimburgo y marido de la reina de Isabel II, el príncipe Felipe, ha muerto a los 99 años. El duque estuvo recientemente ingresado durante 28 días para tratarse de una infección y operarse de un problema cardíaco.
"Es con gran pesar que Su Majestad la Reina anuncia la muerte de su amado marido, Su Alteza Real el príncipe Felipe, duque de Edimburgo", ha señalado el Palacio de Buckingham en la nota.
"Su Alteza Real murió pacíficamente esta mañana en el castillo de Windsor. Se harán nuevos anuncios a su debido momento"", añade el comunicado. En esta línea, el texto señala que la Familia Real británica "se une a la gente en todo el mundo en llorar esta pérdida".
Aunque tiene derecho a un funeral de estado, el príncipe insistió en que no quería un velatorio en Westminster. Tampoco será enterrado en la Abadía de Westminster, sino en el Castillo de Windsor.
Las banderas ondean a media asta y se han declarado ocho días de luto oficial. Ha sido hasta ahora el consorte real más longevo de la corona británica desde que se casó en 1947 se casó con la entonces heredera del trono Isabel.
La BBC ha interrumpido la programación para anunciar el fallecimiento y ha emitido un programa especial:
Pésame de los reyes y el Gobierno español
El primer ministro británico, Boris Johnson, ha lamentado la muerte del duque de Edimburgo que, según ha asegurado "inspiró" y se ganó el "afecto" de varias generaciones de británicos.
Por su parte, los reyes de España han expresado su pesar por el fallecimiento del duque de Edimburgo, al que denominan "nuestro querido tío Philip", y han destacado su "legado de servicio y dedicación a la Corona y al Reino Unido".
En un telegrama a Isabel II, don Felipe y doña Letizia le han transmitido sus "más sentidas condolencias" en nombre del Gobierno y del pueblo español, así como su "cercanía y apoyo" en estos "momentos tan dolorosos", han informado fuentes de la casa real española.
Felipe de Edimbugo tenía vínculos familiares con los reyes eméritos don Juan Carlos y doña Sofía, ya que los tres, al igual que Isabel II, eran tataranietos de la reina Victoria de Inglaterra. Además, era tío segundo de la reina Sofía.
También desde Senegal, donde se encuentra de visita oficial, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha expresado sus condolencias en su nombre y el del Ejecutivo por el fallecimiento del marido de Isabel II tanto a la familia real británica y al Gobierno de este país.
Unos pasos por detrás de la reina
El príncipe Felipe ha muerto tras haberse convertido en el consorte monárquico más longevo de la Corona británica, con más de setenta años junto a la reina Isabel II, aunque el protocolo siempre le mantuvo unos pasos por detrás de la reina.
El duque de Edimburgo, que habría cumplido 100 años el próximo mes de junio, nació en la isla griega de Corfú con el título de príncipe de Grecia y Dinamarca. Hijo del príncipe Andrés de Grecia y Dinamarca y de la princesa Alicia de Battenberg, con 18 meses abandonó su país natal por la inestabilidad política que provocó la abdicación de su tío, el rey Constantino de Grecia.
Durante el exilio, su familia residió en París y en 1939 fue enviado a las islas británicas para educarse en el ejército y servir en la Royal Navy durante la Segunda Guerra Mundial.
En 1939 conoció a la princesa Isabel, su primer tercera, hija del rey Jorge VI, con quien contrajo matrimonio el 20 de noviembre de 1947, fruto del cual han nacido cuatro hijos: Carlos, el heredero al trono, Ana, Andrés y Eduardo.
El 6 de febrero de 1952, mientras la pareja se encontraba en Kenia, como parte de una gira por los países de la Mancomuidad Británica de Naciones (Commonwealth), el rey Jorge VI murió mientras dormía en su residencia de Sandringham. Fue Felipe el encargado de comunicar la mala noticia a su mujer, que de este modo se convirtió en jefa de Estado.
Un inicio de reinado complicado
Isabel II inició un reinado complicado en el que trabajó para adaptar la monarquía a los nuevos tiempos en un momento en el que Reino Unido se recuperaba de las dificultades económicas de la postguerra.
Una de sus decisiones más complicadas fue la de descartar que la Casa real británica llevara el apellido alemán de su marido, Mountbatten, en un momento en el que el sentimiento antigermánico estaba muy extendido entre la población del Reino Unido.
El duque de Edimburgo, descontento en un principio, cedió a las presiones y descartó el nombre de Casa de Mountbatten, pero su propuesta para una Casa de Edimburgo llegó a oídos del entonces primer ministro, Winston Churchill, que aconsejó a Isabel II sobre la necesidad de que la familia real mantuviera la denominación Casa de Windsor.
A pesar de su fuerte personalidad, el duque de Edimburgo aceptó las reglas que imponía el servicio público y no dejó de acompañar a la reina en cenas de Estado, ceremonias de apertura del Parlamento, compromisos en su país o viajes al extranjero.
Pronto se ganó el favor de los británicos con sus apariciones en los medios, poco habituales en aquella época, y centró sus esfuerzos en apoyar a numerosas organizaciones benéficas y en la conservación del patrimonio natural, a la vez que cultivó sus pasiones como el polo, la conducción y la navegación.
Su sinceridad e incorrección política le jugó malas pasadas, especialmente durante los actos públicos, en los que dejó grandes meteduras de pata, bordeando lo socialmente aceptable. Un ejemplo tuvo lugar durante una visita a China, en 1986, cuando le dijo a un estudiante británico que se encontraba en el país: "Si te quedas mucho tiempo, volverás a casa con los ojos entrecerrados".
Apoyo de la reina
La reina encontró en su esposo, según los medios, el apoyo que necesitó durante las peores crisis, como la separación de los príncipes de Gales en 1992 o la muerte de Lady Di en París en 1997.
Además de la separación y divorcio del heredero de la corona británica, la soberana afrontó la ruptura matrimonial del duque de York, Andrés, de Sarah Ferguson, eventos que, sumados al incendio del castillo de Windsor, a las afueras de Londres, llevaron a la misma reina Isabel II a calificar 1992 como el "annus horribilis".
Aunque en ocasiones hubo rumores acerca de las infidelidades del duque de Edimburgo, la reina los acalló en 1957 concediéndole el título de príncipe y, tres años después, dispuso que sus descendientes por línea masculina que no fuesen príncipes u ostentasen el trato de Alteza Real llevasen el apellido Mountbatten-Windsor.
La reina también dispuso que el príncipe Felipe tuviera "preeminencia" cuando le acompañase en sus funciones como soberana, por delante del príncipe Carlos.
Los expertos han insistido en que la pareja ha disfrutado de una "fuerte relación". Con motivo del Jubileo de Diamantes en 2012 (los 60 años del trono de la reina), Isabel II llegó a referirse al duque de Edimburgo como su "constante fortaleza y guía".
Retirado de la vida pública desde 2017
En 2017, tras participar en más de 22.000 compromisos oficiales, se retiró de la vida pública, coincidiendo con un empeoramiento de su salud.
En 2019 sufrió un grave accidente de tráfico cuando el todoterreno que conducía en las inmediaciones de su residencia campestre de Sandringham se estrelló contra otro coche y volcó. Aunque salió ileso, decidió renuniciar a su permiso para conducir.
La reina Isabel II y Felipe de Edimburgo celebraron en 2017 sus bodas de platino en una ceremonia en el castillo de Windsor. Ese día, las campanas de la abadía de Westminster, donde la pareja se casó 70 años atrás, sonaron durante más de tres horas como homenaje.