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La vida y filosofía de Javier Krahe, a ritmo de anécdotas

  • Federico de Haro publica la primera biografía del cantautor: Ni feo, ni católico, ni sentimental

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Javier Krahe jugando al mus.
Javier Krahe jugando al mus.

“Javier Krahe nunca fue viejo porque nunca fue joven”. La definición de Joaquín Sabina ilustra bien cómo el músico abrazó una filosofía de vida que no abandonó nunca: humor, amistad, distancia con lo grave y tres meses al año en Zahara de los Atunes. “Su éxito fue que vivió como nadie e hizo lo que quiso sin estar anclado a la dictadura de los billetes”, resume su biógrafo Federico del Haro.

Ni feo, ni católico, ni sentimental (Reservoir books) es el título la primera biografía del cantautor (expresión que Krahe rechazaba), fallecido en 2015. Una reunión de anécdotas y testimonios de familia y amigos, además de fotos y letras de cinco canciones de su primera época, como "El obseso sexual", que se creían perdidas.

De Haro es un admirador de Krahe que creció “escuchando en los viajes en coche La Mandrágora y cuando decía ‘gilipollas’ en "Marieta", era como una bula para un niño: podía repetirlo y mis padres se reían”.

“El libro es un perfil íntimo, de su mundo y ‘obravida’, porque no pueden separarse. Y todo huyendo de estereotipos: es más revelador una anécdota bien contada que la mera acumulación de datos”, explica. Joaquín Sabina, Javier Pla, El Gran Wyoming, Pablo Carbonell u Óscar Ladoire son algunas de esas fuentes. “Han compartido sus mejores anécdotas como quien descorcha su mejor botella”.

Javier Krahe y Joaquín Sabina tocando en La Mandrágora. Facilitada por Annick. Autor desconocido.

Como ejemplo, una anécdota fundacional: cuando era Krahe un niño, su padre llegó a casa y les dijo a todos los hermanos que tenía una buena y una mala noticia. La buena era que había comprado unos terrenos. ¿Dónde? “En el cementerio sacramental de San Justo, solo hay sitio para los cinco primeros. Esa es la mala noticia”.

“Su carácter autoritario, pero a la vez el sentido del humor tan particular marca el de Javier y sus hermanos”, desarrolla el autor. Krahe inició su carrera como letrista cuando se instaló en Canadá con su gran amor Annick al acabar el servicio militar, y su hermano Jorge ponía la música y Rosa León cantaba. Rastreando esa época fue como Del Haro dio con "El obseso sexual", letra que aparecía citada en el Diccionario secreto, de Camilo José Cela.

El Brassens español

Krahe era tan escrupuloso con el lenguaje que, acerca de la todopoderosa influencia de Georges Brassens, dijo que dejó de traducir sus canciones porque era más fácil inventarse una nueva. Una vez, paseando por Zahara de los Atunes alguien le preguntó qué tal llevaba la canción que componía. "Bien, solo me queda una palabra", respondió. Sabina decía que Krahe trabajaba las letras no para mejorarlas, sino para hacerlas inmejorables

“No tenía popularidad, pero tenía prestigio. Krahe se merece en España, como mínimo, el reconocimiento que tiene Brassens en Francia, aunque Brassens vendía millones y Krahe miles”, opina el autor.

 Facilitada por Annick. Autor desconocido

Javier López de Guereña, que se presenta como “hijo predilecto de Javier Krahe por autodesignación”, explica que el Krahe músico “no está estudiado porque es un disparate”, y resume sus canciones como “muy bien mal hechas”.

Al músico se le quiebra la voz al recordar el fallecimiento del cantautor en 2015. “Había decidido tomarse un año ‘selvático’. Yo era un parásito vacacional: iba con toda mi familia a conquistar su casa de Zahara de los Atunes. Aquel día echamos la tarde, fuimos a tomar una copa y al volver a casa se nos murió”.

Todos coinciden en que en la localidad gaditana encontró su lugar en el mundo. “Dejaba el coche en la puerta y a ser posible no lo movía en todo el verano. Era muy hospitalario y siempre pasaba gente por su casa: Lo que más le gustaba era que nadie le hacía caso, ni siquiera al gran Wyoming, que llegó después, y mira que a Wyoming le increpan. Krahe nunca fue increpado, ni siquiera cuando querían lapidarle los ultracristianos”.

López de Guereña traza rápido el perfil de su amigo: “Con los artistas, a ser posible, hay que conocer la obra y no a la persona. No era el caso de Javier, que era algo extraordinario. Y la parte más interesante es su vida, su trato, su ingenio, su chispa. Igual la bondad ya no está tan bien vista, pero es el hallazgo superior del hombre. Viva Krahe”.