Pamela Palenciano: "Ningún maltratador se reconoce como un monstruo"
- La monologuista representa "No solo duelen los golpes" en el Teatro del Barrio en Madrid
- Ya puedes ver Objetivo Igualdad 'Limpiadoras imprescindibles' en la web de RTVE.es y en Canal 24 Horas a las 00.30
Pamela Palenciano y nosotros llegamos sincronizados al Teatro del Barrio, en la calle Zurita, 20, en Lavapiés, donde un obrero manchado del andamio, tiznado de cal y con el mono remangado a la altura de la cintura, se come un gigantesco bocadillo medio envuelto en papel plata. Parece uno de los mineros de las minas de oro de las fotografías de Sebastiao Salgado. Siento el loco impulso de preguntarle si me deja hacerle una foto para el Instagram, pero me asalta una definitiva timidez y decido callarme.
Cuando cargamos en la furgoneta Mercedes ambos trípodes, las cámaras, las pantallas led de luz, las mochilas de sonido, ya ha amanecido y nubes como jirones de humo blanco atraviesan el cielo diáfano y azul sobre Torrespaña. Salimos por los tornos de la M30 y enfilamos por O'Donnell. Vamos José, Rut, quienes forman el equipo, Sergio, el realizador y yo. Se nos cuelan por las ventanas fachadas de edificios decimonónicos, portadas de falso neoclasicismo y el estilo mudéjar de La Casa Árabe camino a Lavapiés.
Rut me pregunta a quién vamos a entrevistar, yo digo que a Pamela Palenciano, y dice: "Ah, me encanta. Me flipa". José asegura que no sabe quién es y Ricardo dice que le gusta mucho a una amiga suya. Rut nos pregunta si preferimos que, al ponernos un vídeo de YouTube con un monólogo de Pamela, se ponga los cascos o lo escuchemos en vivo y en directo. José responde que mejor con los cascos, pero Rut lo pone en alto para que lo oigamos todos. Una extraña alegría gravita en el ambiente.
Pamela es alta, grande y poderosa. Habla con una fuerza de huracán y conserva parte de su acento andaluz que empuja con rotundidad sus palabras. De los 12 a los 18 años tuvo un novio, Antonio, que la maltrató e intentó matarla. Ahora hace de ella y de él sobre las tablas de un escenario y en los institutos de toda España.
PREGUNTA: ¿Cómo ha sido la vida después del maltrato?
Respuesta: Recordar mi historia un día tras otro no era algo positivo. Cuanta más terapia haces pues bien, pero había algo que me dolía mucho sobre todo por la respuesta del público, que era muy de juzgarme: ¿Y por qué te pusiste de novia tan joven? ¿Y tus padres por qué te dejaban? Nadie cuestionaba a mi maltratador. Nadie cuestionaba sus actitudes machistas, sino que se me cuestionaba a mí.
“Nadie cuestionaba a mi maltratador sino que se me cuestionaba a mí “
P: ¿Qué recuerdas de lo que te pasó?
R: Yo lo que me pasó, lo viví como algo normal lamentablemente. Lo viví como que eran peleas de pareja, y las peleas que nos venden en todas las películas, canciones y cuentos son que los dos se gritan mucho, se insultan por impulsos supuestamente, pero luego se dan un beso y todo se arregla. No lo viví como que era violencia. Sí que reconozco que tenía muchísimo miedo de la reacción de él.
“Yo no me atrevía a reconocer que era una mujer maltratada. En aquel momento nadie hablaba de violencia machista. “
P: ¿Cuál es el origen de tu monólogo?
R: Una psicóloga me dijo: "No solo duelen los golpes". Yo no me atrevía a reconocer que había sido una mujer maltratada. En aquel momento, en el 2003, en el Estado español no se hablaba de violencia machista. Para mi violencia machista era que te pegaran, pero como yo sentía que él me pegaba y yo me defendía pues no lograba colocar esa frase tan fuerte: "No solo duelen los golpes", que se convirtió en una exposición de fotos, luego en taller y ahora en monólogo.
“En los institutos me encuentro con machirulos que me cuestionan“
P: ¿Qué reacciones te encuentras entre los adolescentes en los institutos cuando vas a dar charlas?
R: Me llaman la atención todas las reacciones. Desde las chicas que lloran, lo cual te impacta mucho, el ver que sigue pasando esto lamentablemente y llevo trabajando en lo mismo 18 años y sigue pasando, hasta la reacción del machirulo que está sentado atrás con otros machirulos y te está cuestionando. También me sorprende, antes me ofendía más, pero ahora menos porque entiendo que cuando ven el monólogo pues les jode porque estoy diciendo que la masculinidad hegemónica les está haciendo daño y ellos, con 15 años, se curran mucho ser el macho alfa del aula.
“En el primer mundo nos violan igual. Lo puedes contar, pero si lo cuentas, medio país no te cree y te acaban juzgando a ti“
P: ¿Qué situaciones de machismo invisible te encuentras?
R: Este país es muy sutil porque cuando vemos el burka de las mujeres decimos: Eso es machismo porque a las mujeres les obligan a llevar un burka y yo digo en mi monólogo que nuestro burka aquí es invisible. Te dicen que eres una chica del primer mundo, camina libre por la calle, te acaban violando igual, pero luego te dan una posibilidad de contarlo, pero cuando lo acabas contando -y se ha visto en más de la mitad de los casos de agresiones sexuales- más de medio país no te cree y te acaban juzgando a ti.
P: ¿Dónde está la raíz de la violencia machista? Porque sigue pasando y pasa en todo el mundo.
R: El problema radica en que ellos no se quieren bajar del lugar de privilegio. Hemos avanzado un montón. Yo lo he visto en estos 18 años, hemos intentado que se suba una desigualdad -aunque yo hablo mejor de equidad-, para llegar hasta arriba, pero si desde aquí arriba no se baja, es imposible llegar a encontrarnos.
“Nadie conoce a ningún maltratador“
P: ¿Por qué las campañas se dirigen a los maltratadores en vez de a las víctimas?
R: Bueno y cuando se pone el enfoque en el maltratador, yo no estoy de acuerdo cuando solo se habla de sacar una tarjeta roja y de pintar al maltratador como a un monstruo. Yo si fuera maltratador no me vería en ese espejo, yo diría: Yo no soy ese. Si me vendes un espejo del malo que no tiene rostro, del que no sabemos su lado humano, su lado vulnerable, pues ningún hombre se quiere reconocer. Aquí maltratadores no conoce ninguno a nadie.
P: ¿Has visitado cárceles y conoces a maltratadores condenados?
R: Sí. Yo viví una experiencia en un centro penitenciario de Cataluña donde hice el monólogo. Había hombres que habían asesinado a sus parejas y exparejas, violadores y pederastas. El resultado no te puedes ni imaginar lo positivo que fue, cómo lloraban esos hombres después del monólogo diciendo: "Ojalá me lo hubieran contado esto antes". Hubo un hombre que me abrazó y no podía parar de llorar. Me decía: "Ahora entiendo por qué la maté, no porque estuviera drogado -que lo estaba- sino porque soy un machista de mierda".
“Un preso me dijo: Ahora entiendo por qué la maté, la maté porque soy un machista de mierda“
-P: ¿Te diste cuenta de algo?
R: Sí, me hice mucho más radical y pensé: Hay que trabajar con los hombres. Es verdad que he esperado mucho tiempo y he dicho: Pues que lo hagan otros hombres, que haya hombres dando talleres de masculinidad. Bueno, sí, pero las mujeres también podemos hacer pedagogía feminista desde el arte, con hombres que son agresores e incluso empezar antes.
P: ¿Qué respondes cuando te dicen que no hay machismo?
R: Me meo de la risa. Ja, ja, ja (sus carcajadas retumban como campanadas festivas en el bar del teatro) Como no hay machismo, no hay capitalismo, no hay racismo. Es normal que no quieran verlo porque lo hemos hablado mucho, es mejor decir que no hay, no existe y en un país como el Estado español ya se ha conseguido mucha igualdad y ya hemos superado eso. Mira, se habrá superado en la superficie, pero en la parte de abajo y en lo más íntimo, la realidad es que las relaciones siguen siendo desiguales.