Javier Giner: "He dejado de ser un enfermo, pero continuaré siendo un adicto"
Con su libro Yo, adicto el cinesasta espeta a las personas con las que comparte "una enfermedad que aniquila vidas a diario"
Casi 50.000 jóvenes recibieron tratamiento en 2018 por dependencia a las drogas, según los últimos datos oficiales
La pandemia y el confinamiento ha empeorado las adicciones
Cineasta, guionista y escritor autodenominado cuentista. Ese es Javier Giner. Ahora también, confiesa, un adicto, aunque ya no un enfermo. El dramaturgo ha querido pasarse por ‘La Hora de La 1’ para presentar la que ya es -lo era antes incluso de ser escrita, según asegura- la obra más importante de su vida: Yo, adicto. Se trata de una fábula que no ha sido de hadas, pero sí de valientes.
En TVE abordamos con Giner las adicciones en la juventud. Para hacerlo además conocemos las historias de Aarón, María o Bernard. Todos, testimonios de jóvenes bajo ayuda especializada que están consiguiendo superar esta enfermedad.
Cannabis, alcohol y nuevas tecnologías, las principales adicciones de los jóvenes
Giner cuenta con algunos años más en su mochila que Aarón, María y Bernard. A diferencia de ellos, que están ahora mismo inmersos en la terapia, ingresó en una clínica recién comenzado el 2009. Lo hizo por voluntad propia y "para superar su enganche con el alcohol y a la cocaína". También con el objetivo de dejar atrás “un reguero de autodestrucción y una sucesión interminable de días oscuros llenos de dolor y desamparo”. Porque, reconce, la toxicomanía es una “bomba racimo” cuya explosión llega muy lejos.
Según el último informe del Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones y la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas publicado el año pasado, en 2018 se registraron 48.972 admisiones a tratamiento por abuso o dependencia de drogas ilegales. Casi mil más que el año anterior. En detalle, más de la mitad (un 53,6%) eran admisiones que ocurrían por primera vez en su vida.
Entre las caras de la estadística está Aarón, un adolescente que empezó a consumir cannabis y que asegura que “cuando ya me di cuenta que podía huir de muchas cosas, pues ya empecé a no sentir nada porque cuando sentía algo, lo tapaba”. El joven se gastaba entre 100 y 200 euros diarios en droga que conseguía, confiesa, robando.
María añadió el alcohol a la ecuación además de un novio ante el que se sentía obligada a consumir. Empezó a tomar estas sustancias compulsivamente con 13 años y su adición llegó a ser tan fuerte que incluso dejó los estudios: “Me daba igual lo que pasará y me llegué hasta a fugar de casa”, exclama.
En confinamiento ha jugado a favor de las adicciones
Los meses de estar encerrados en casa han sido especialmente duros según reconocen los especialistas en tratamientos de salud mental del centro ITA. “Ha habido casos de padres que han reconocido que tenían una situación complicada, pero que el confinamiento la ha multiplicado”, explica Javier Feliz, su director. Una de las adicciones que más se ha agravado es la de las nuevas tecnologías ya que “al estar más en casa no tienen unas rutinas, se han aislado y aislarse significa estar enganchado”.
Eso es justo lo que le pasó a Bernard, al que las horas que pasaba frente al ordenador le afectaron incluso físicamente llegando a pesar 50 kilos: “Al principio quizá eran dos horas dos veces a la semana, luego cada día y acabé yéndome a dormir a las tres de la tarde y despertándome por la noche”, reconoce.
El póker online o los juegos son lo que más atrapa a la juventud, según afirma Feliz. Para Bernard es fácil ahora reconocer a quién lo está viviendo: “Yo los veo en mi clase. Los reconoces en la expresión, en que no se duchan o empiezan a no acudir al insituto". Algo que “cada vez se repite más" en su entorno.
Reconocerse adicto, el primer paso hacia la recuperación
El cineasta, Javier Giner, no es Gandhi ni ha visto la luz. Así lo afirma, pero creyendo que su testimonio puede ayudar. “Hablo ahora que considero que he superado mi enfermedad, pero voy a ser adicto hasta el día que me muera, el riesgo siempre va a estar ahí”, dice agitando la bandera de que “el olvido nunca es una forma de supervivencia”.
Considera Giner que el entorno es básico en esta cuestión y que, en su caso, su madre fue un pilar básico: “Ningún libro sobre la maternidad te explica cómo ayudar a un hijo yonqui. Tú, mamá, me ayudaste simplemente estando”, escribe. Su momento de lucidez pasó porque algo en su interior se rebeló y salió a flote como un corcho. A partir de ahí, lo importante es ser consciente, dice, que “un toxicómano es una persona profundamente enferma” y que “comprender, apoyar, acompañar y pedir ayuda” es lo mejor que puede hacer tu familia por ti. Eso, añade, “y aceptar que la enfermedad nos ha doblegado".
“Ningún libro sobre la maternidad te explica cómo ayudar a un hijo yonqui. Tú, mamá, me ayudaste simplemente estando“
Cuesta salir de la drogación, pero, ¿cómo se entra? En el caso del guionista "de la manera más absurda posible" ya que durante años fue consumidor social y, por tanto, ocasional. "Adicto no es la persona que consume, es la persona que no es capaz de parar de consumir. Para mí esta enfermedad es una ruleta rusa y no solo estamos hablando de lo que son las drogas ilegales sino de las copitas de vino, los fármacos o las redes sociales", asegura.
La drogadicción es “una enfermedad desoladora que aniquila vidas a diario”
“Yo me consideraba un monstruo desfigurado y veía a los demás viviendo normal y me preguntaba qué me pasaba a mí”, ha comentado Giner. Por eso, le parece tan importante hablar abiertamente y agradece el “debate natural” que ha podido entablar en la cadena pública. Por ello y porque ha tenido la oportunidad de transmitir un mensaje que le parece vital: “quiero decirles a todas esas personas con las que comparto enfermedad pero que no conozco que no tengan vergüenza, que no son un fracaso y que pidan ayuda”.
"Mi libro no es una guía para salir de la drogación", ha añadido alejándose de la ejemplaridad. "No me he convertido en alguien más listo que nada. Solo quiero que la gente que está ahí fuera sepa que se puede salir, aunque las vas a pasar canutas y cuesta”, afirma tras confesar que lo que le empujó a contar su situación fue la pérdida de una persona cercana por una adicción.
Que la enfermedad aniquila vidas diariamente es algo que refuta el Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones. En 2018, 732 personas fallecieron a causa de una reacción después de consumir alguna sustancia ilegal, 208 más que las que murieron una década antes.
Para los demás, los que han tenido la fortuna de no caer en el abismo de la adicción, puede que este testimonio sirva para explicarla desde dentro, desestigmatizando un tabú que se oculta y del que solo se habla en susurros. Ya que, se queja Giner, “la toxicomanía se trata como una enfermedad de segunda”.
Lo mismo piensa la psicóloga Laura García que confirma que este tipo de testimonios y de tratamientos informativos ayudan a “salir del escondite”, pues “durante mucho tiempo parecía que las toxicomanías les pasaban a otros, a gente que entraba en el lado oscuro. No es cierto, cualquier persona es suceptible de padecer una adicción". "Sobre todo -agrega la experta- la gente más vulnerable como pueden ser los jóvenes que están sometidos a más presión y que todavía no han aprendido a gestionar su parte más emocional".
“Uno de los grandes prejuicios, que yo mismo tenía, es que la droga estaba asociada al mundo del espectáculo o a la farándula. Me di cuenta que no era así cuando entré en la clínica, cuando me encontré con historias anónimas de juces, obreros, periodistas o arquitectos" porque, añade, "es una enfermedad que no es patrimonio de una profesión o de un tipo de persona. Es una enfermedad transversal", dice Giner. Una, de la que él ha salido pidiendo ayuda.