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Coronavirus

Quedarse sin voz, otra secuela del COVID que puede durar meses: "Tengo que hacer grandes esfuerzos para hablar"

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Un hombre con mascarilla tose mientras se lleva la mano al pecho
Un hombre con mascarilla tose mientras se lleva la mano al pecho

Con gestos, notas o en voz baja. De esta manera han tenido que comunicarse Isabelle, Òscar, Sílvia y Ana en el último año debido a la disfonía - pérdida del timbre normal de la voz- que padecen tras contagiarse de COVID-19.

“La voz me viene y va desde que me contagié en marzo. Tengo que hacer grandes esfuerzos para hablar y acabo tosiendo, con dolor y fatiga”, cuenta a RTVE.es Isabelle, paciente de COVID persistente que sigue a la espera de tratamiento. “Los primeros meses apenas tenía voz y me dolía el pecho al hablar. A veces, incluso, pasaba días en silencio”, explica, por su parte, Òscar, otro de los afectados por esta patología.

La disfonía, tal vez uno de los síntomas de COVID-19 menos mencionados durante la pandemia, no solo ha aumentado su presencia como causa directa de la enfermedad, sino también por intubación en la UCI de los pacientes más graves o incluso por forzar la voz por el uso de mascarillas.

“La pandemia ha cambiado la manera en la que usamos la voz por el uso de la mascarilla, la distancia social y el incremento de las llamadas telefónicas” apunta el logopeda del Hospital Gregorio Marañón, Salvador Jiménez, una situación que ya se está notando en las consultas. “La enfermedad y los esfuerzos en la voz ya están pasando factura y, en los últimos meses, ya nos están llegando muchos nuevos pacientes”.

Un síntoma de COVID persistente en investigación

Isabelle comenzó a enfermar en marzo de 2020 con lo que ella creyó que era una faringitis, pero sus síntomas empeoraron poco a poco y aún persisten. “Me dolía mucho al tragar y hubo días en los que me quedé sin voz”, explica sobre un problema que sigue padeciendo y que está reconocido por la Organización Mundial de la Salud. “Tengo ronquera o me cambia el tono sin que pueda saber cuándo o hacer nada al respecto”, dice.

Esta vecina del municipio vasco de Getxo sigue a la espera de tratamiento para la voz y, por el momento, solo cuenta con inhaladores para respirar mejor, especialmente, por la noche. “El día a día se hace muy complicado. Hablar o pasear son grandes esfuerzos que me hacen toser y las personas alrededor piensan que estás contagiada”, lamenta.

Para Ana la disfonía comenzó hace cuatro meses y describe la sensación de intentar hablar como si tuviera "un velo en el interior del pecho" que lo impidiera, teniendo que hacer "mucho esfuerzo". "La voz se me entrecorta y veces incluso desaparece. Tengo un tratamiento de corticoides para reducir el efecto, pero aún no estoy recuperada. Estás muy limitado y es díficil recuperar tu vida anterior", asegura esta valenciana de 54 años que, además, padece otros síntomas como fatiga o la denominada "niebla mental". Los problemas en la voz sin embargo, le preocupan especialmente, ya que trabaja de cara al público y no han ampliado su baja laboral. "Estamos indefensos, necesitamos que se reconozca la persistencia de estos síntomas como enfermedad", reclama.

Una situación similar la sufre Òscar, profesor de universidad en Barcelona. Antes de la pandemia la voz era “una de sus principales herramientas de trabajo”, pero desde que se contagió, esta labor se ha complicado, dejándole incluso varios días en silencio. “Los primeros meses comencé un tratamiento, pero las consecuencias acabaron siendo peores. A veces, sentía que debía decidir entre respirar y hablar”, describe, por lo que acabaron suspendiendo la terapia. “En octubre, tuve una revisión, pero aún sigo esperando cita para comenzar la rehabilitación”, indica, tras pedir más recursos para una sanidad pública ya saturada por el COVID y pone sus esperanzas en la vacunación.

"Aún no está claro el origen de la disfonía en los pacientes de COVID persistente. Hay un tipo de disfonía que aparece cuando hay fatiga y otra que podría estar relacionada con una afectación del nervio vago craneal, pero aún lo estamos investigando. Estos pacientes necesitan en muchos casos un proceso de rehabilitación junto con el logopeda, ya que los síntomas duran meses", la coordinadora de Unidad de Tratamiento de COVID Persistente de adultos del Hospital Germans Trias, Lourdes Mateu.

En este punto se encuentra precisamente ya Sílvia, una paciente de COVID con disfonía que contaba su caso en RTVE.es el pasado octubre y que, tras revivir hace poco “la pesadilla” al contagiarse nuevamente con la variante británica, ya ha iniciado su rehabilitación en dicho hospital. “Por fin voy consiguiendo respuestas a lo que me ocurre”, celebra, aunque indica que el procedimiento aún es lento, mientras que los contagiados- y posibles pacientes - no dejan de aumentar. Al menos el 10 % de los contagiados pueden sufrir COVID persistente, una dolencia que afecta especialmente a las mujeres y se manifiesta en más de cien síntomas diferentes.

Problemas para hablar y tragar como efecto post-UCI

La disfonía no se presenta en todos los pacientes de COVID-19. Sin embargo, aumenta el riesgo de sufrirla en las personas ingresadas en UCI que han tenido que ser intubadas por la enfermedad. “El tubo que se pone para la ventilación mecánica va desde la boca a la tráquea, pasando las cuerdas vocales. Las intubaciones que duran mucho tiempo pueden causar irritaciones e inflamaciones simplemente por el contacto prolongado con la cuerda, afectando a la voz”, indica al respecto el otorrinolaringólogo Pedro Cabrera.

De este proceso también ocurren problemas para tragar en muchos pacientes, que pueden derivar en deficiencias respiratorias. "Te despiertas y es como si te hubiera pasado una apisonadora por encima: no puedes moverte, levantarte, no puedes tragar, apetito poco", explicó Josu Tellaeche a TVE, un paciente que estuvo dos meses en el hospital tras pasar 41 días en la UCI.

Para este tipo de casos, en ciudades como Madrid, se ha creado una Unidad de Rehabilitación Integral post-COVID en el Hospital Isabel Zendal de Madrid. “Atendemos pacientes en fase aguda que han estado ingresados en el hospital o UCI y que sufren una debilidad que les impide hacer sus tareas de vida diaria ya sea motor, como subir las escaleras, o disfagia, es decir, dificultad para tragar, ya que la comida puede pasar a la vía área y que se convierta en una infección. También llegan pacientes con disfonía, pero se trata en otras fases de la rehabilitación”, cuenta el responsable de la Unidad y médico de rehabilitación, José López.

Por el momento, no hay un único registro en el que pueda consultarse cuantas personas sufren de disfonía por COVID u a causa del tratamiento de UCI para la enfermedad, por lo que se hace difícil encontrar cifras sobre los afectados por esta patología a nivel nacional.

Forzar la voz por la mascarilla y distancia social

Además de por la enfermedad y los efectos de los tratamientos contra la COVID-19, las mascarillas y la distancia social son otras de las causas por las que la calidad de la voz puede verse resentida.

“El uso de la mascarilla al hablar tiene dos problemas asociados: impide en muchos casos que el sonido salga con la limpieza de antes y seca las mucosas de rinofaríngeas, lo que en ambos casos hace que el hablante tenga que hacer un esfuerzo mayor con la voz. Si esto se repite muchas veces, ya sea por su labor profesional, o porque el receptor tiene problemas auditivos, puede acabar en una disfonía”, señala el otorrinolaringólogo del hospital extremeño Quirónsalud Clideba, Pablo Torrico.

Pero estas no son las únicas razones, Torrico apunta también al aumento del uso de los medios digitales para la comunicación. “La falta de referencias gestuales en el caso de las llamadas telefónicas o problemas de conexión en las relaciones con vídeo acaban produciendo que repitamos más o forcemos la voz, en muchas ocasiones, de manera inconsciente”, asegura.

El uso de las mascarillas eleva la detección de problemas auditivos

Ante el aumento de los casos de disfonía, los otorrinos y logopedas aconsejan seguir usando la mascarilla, pero siguiendo unos consejos para evitar la aparición de estas patologías o su agravamiento. “En los trabajos en los que use la voz de manera intensiva y con mascarilla, hay que intentar hacer pausas de 5 minutos cada 20, así como tener un adiestramiento para el uso correcto de la voz”, recomienda respecto a profesiones como locutores, teleoperadores, docentes o doctores, entre otros.

La hidratación y una humedad ambiente adecuada también son importantes en este sentido. “Hay que beber mucha agua para evitar la sequedad de las mascarillas y tener un ambiente propicio con una humedad correcta y que no haya un exceso de ruido que obligue a forzar la voz”, añade, por su parte, el logopeda Salvador Jiménez. “La voz es un clave para el día a día de muchas personas. La COVID ya nos ha arrebatado mucho, no podemos permitir que nos deje también en silencio”, sentencia.