Escuelas activas, escuelas de vida
- El niño se convierte en el protagonista de su propio aprendizaje
- Se basan en el respeto del momento evolutivo del niño, de sus capacidades, sus intereses y su motivación
La nueva ley de Educación, la LOMLOE, propone reducir la materia a memorizar y aumentar las competencias prácticas. Hay escuelas en España, sin embargo, que hace tiempo que han cambiado su forma de impartir las asignaturas. En ellas el punto de partida es el respeto al alumno y a sus intereses. Son las llamadas escuelas activas.
Los niños llegan al CRA Francisco Ibáñez de Iriépal, un barrio anexionado de Guadalajara capital. Son las 9 de la mañana. En este colegio no hacen fila para entrar y se recibe a los niños con música. Una vez dentro se ponen las zapatillas, porque sentirse cómodos y relajados ayuda al aprendizaje. Ya en el aula, se sientan en el suelo, forma un círculo y leen un rato. Cada uno a su ritmo y teniendo en cuenta sus gustos. “Aquí el niño está en el centro del aprendizaje”, explica Alberto Simón, director del colegio. “El profesor se adapta a la etapa del desarrollo del niño, dejamos que nazca de él el proceso de aprendizaje, que él decida qué es lo que quiere aprender”.
“El profesor se adapta a la etapa del desarrollo del niño, dejamos que nazca de él el proceso de aprendizaje“
Lo mismo ocurre en el CEIP Miguel de la Cuesta de Lupiana, un pueblo de 250 habitantes de la Alcarria. Hay 35 niños entre infantil y primaria. Alumnos de diferentes edades comparten espacio, de esta manera los pequeños aprenden por imitación de los mayores y los de más edad trabajan el respeto. Pero según Sonia Pareja, su directora, hay otras ventajas, como que “haya niños de quinto, que puedan realizar, si lo desean, tareas de sexto y de esta forma no se aburren; y al mismo tiempo otros niños pueden recuperar tareas de años anteriores que no trabajaron en su momento porque no estaban preparados; ahora las retoman sin percibir que son de curso anteriores”.
De lo concreto a lo abstracto
Tanto la de Iriépal como la de Lupiana son escuelas activas. En sus aulas hay libertad de movimiento. Van al baño cuando lo necesitan, beben agua si tienen sed y, sobre todo, son los niños los que deciden en qué materia quieren trabajar. Para ello hay ambientes preparados que facilitan los diferentes aprendizajes. Por ejemplo, como explica Helena Pastor, jefa de estudios del CRA Francisco Ibáñez, en las aulas de primaria hay una zona de lectoescritura y otra de lógica-matemática. “Son espacios, que crea el adulto, que respetan el momento evolutivo en el que están los niños. Cuentan con materiales específicos que el profesor pone según el interés de los alumnos y que van rotando adaptándose a su proceso”. “En estas edades no tienen pensamiento abstracto, querer acercar el conocimiento a los niños de forma abstracta es no entender cómo funciona el cerebro de los niños. Por eso el objetivo es que vayan de lo concreto a lo abstracto que es como se desarrolla su pensamiento”, asevera esta profesora.
“El objetivo es que vayan de lo concreto a lo abstracto que es como se desarrolla su pensamiento“
Así, por ejemplo, a la hora de estudiar matemáticas hay material manipulativo que les permite interiorizar los números. Un pequeño cubo representa el uno, y un gran cubo formado por 100 de los pequeños, representa las cien unidades. “El aprendizaje llega por muchos sentidos así cuando llegue la abstracción lo tendrán integrado; es un poco más lento pero el resultado es que hay una mayor comprensión y quedan fijados los aprendizajes de forma significativa”, insiste Helena Pastor.
El profesor tiene un rol de guía, de apoyo, de acompañamiento. Es el que comprueba que el material que está a disposición de los alumnos es el que necesitan en cada momento y detecta las posibles dificultades de cada uno y trabaja para mejorar el entorno de aprendizaje.
En estas escuelas los conocimientos los adquieren además a través de talleres y del trabajo por proyectos. No hay exámenes ni deberes. Los alumnos escogen en asamblea un proyecto y en base a él profundizan en una materia. “Abarcamos todo el contenido del currículum escolar pero de forma procedimental”, explica Sonia, la directora del CEIP de Lupiana. “Por ejemplo en un taller de costura los alumnos miden y cortan los patrones, y así trabajan las matemáticas; en otro grupo han optado por la tecnología y están haciendo programación, han creado ya algunos robots”.
Inteligencia emocional
También practican yoga o meditación y se tiene muy en cuenta la inteligencia emocional. Porque en las escuelas activas se busca el desarrollo integral del niño. Y se potencia la autoestima, que es básica para el aprendizaje. “El niño hace lo que puede hacer en el momento que lo puede hacer, pero no se le intenta llenar, sino que él mismo se va llenando por lo que la frustración es menor”, aclara Alberto Simón, el director de CRA de Iriépal.
“Que los alumnos tengan espíritu crítico, que sepan hasta donde pueden llegar, que conozcan sus virtudes y sus defectos“
Se intenta buscar además el acuerdo y el respeto entre los niños. Para ello hay asambleas donde se resuelven los conflictos. Además, los alumnos tienen representantes en el consejo escolar. “Se intenta que tengan voz dentro de la escuela, como uno más, pretendemos ser una escuela democrática”.
“Que los alumnos tengan espíritu crítico, que sepan hasta donde pueden llegar, que conozcan sus virtudes y sus defectos; que tengan capacidad para desenvolverse en la vida, en definitiva, que la escuela no les prepare para la vida sino que sea la vida”, aclara Sonia Pareja.
Escuelas inclusivas
La forma de trabajar en las escuelas activas ayuda a que los niños con necesidades especiales no se sientan discriminados, porque cada uno aprende a su ritmo y según sus capacidades y momento de desarrollo evolutivo. “De esta forma se evita la exclusión, hay una integración real de aquellos que tienen capacidades diferentes”, resalta Helena Pastor, que apostilla, “aquí las distintas capacidades son, de hecho, un valor”.
Las familias son también un pilar importante, porque el niño se construye en el colegio pero sobre todo en el entorno familiar. “Lo ideal es que en casa se siga la misma línea de respeto hacia el niño, de ahí que hagamos reuniones con las familias de forma periódica”, apunta Alberto Simón el director del CRA Francisco Ibáñez. De hecho, en algunas escuelas activas se programan formaciones sobre educación y crianza dirigidas a los padres.
Este tipo de educación no es una tendencia moderna. Ya a finales del siglo XIX y principios del XX se crearon modelos educativos que son la base de estas escuelas activas. Una de las más conocidas es la creada por la doctora María Montessori, pero están también la pedagogía Waldorf de Rudolf Steiner, las escuelas Reggio Emilia, el movimiento libre de la pediatra Emmi Pikler, o el Centro Educativo Pestalozzi, de Rebeca y Mauricio Wild, entre otros. También en los últimos años la Neuroeducación avala los métodos utilizados en las escuelas activas.
Pedagogías todas ellas en las que se pone al niño en el centro del aprendizaje. Pero eso no quiere decir que en estos centros escolares se confunda libertad con libertinaje. Hay límites claros y se cumplen normas, peros siempre desde el respeto y teniendo en cuenta lo que dice la neurociencia, que sin emoción y motivación no hay aprendizaje.
Como ejemplo lo que nos comenzar satisfecha Sonia Pareja, “muchos días a las dos de la tarde les tengo que decir, ¿no tenéis casa?, porque no se quieren ir”.