'Mank', el guionista es la estrella
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He de reconocer que me gustan mucho todas las historias que rodean a las grandes películas, incluso a veces más que las películas grandes a las que se refieren. Así, por ejemplo, me gusta mucho más que Lo que el viento se llevó el documental sobre su rodaje titulado La filmación de una leyenda. Me gusta mucho leer y ver historias sobre rodajes o lo que aconteció en grandes películas como Casablanca o Apocalypse now, por ejemplo, películas en las antípodas, pero con historias muy grandes detrás. En fin, todo el universo que rodea a las películas míticas me interesa muchísimo, y obviamente una película mítica por excelencia sobre la que se han escrito montones de cosas es Ciudadano Kane.
No solo porque su director entonces rompió muchos de los esquemas establecidos y no solo por su juventud y su atrevimiento, por la historia que contó y como la contó, sino porque sabemos que aquello dio lugar a una de las grandes batallas de la historia del cine, que dio lugar a su vez años más tarde a un documental de estupendo que se llama La batalla por Ciudadano Kane” del que a su vez luego se hizo una película, RKO 281, que dramatizaba en forma de ficción lo que contaba aquel documental y que cualquier cinéfilo más o menos conoce: toda la batalla de Orson Welles con RKO, su llegada a los estudios siendo un joven genio venido de la radio y del teatro Mercury, y todos los problemas de producción y la batalla que ya se veía venir entre Orson Welles y aquel al que supuestamente retrataba la película: el magnate William Randolph Hearst. Pero como conocemos el carácter, entre megalómano y ensoñador de cuentista, que fue Orson Welles, siempre pensamos que todas aquellas historias tienen su parte de verdad y su parte de leyenda.
Dicho todo lo anterior decir que Mank es una película que me entretuvo muchísimo, que me parece todo un divertimento entrañable en torno a una esas partes que forman parte del mito de la gestación de Ciudadano Kane, y probablemente una de las más desconocidas, por la condición de guionista de uno de sus protagonistas, que fue Herman Mankiewicz, aquí interpretado por Gary Oldman, creo que estupendamente bien, y añadiendo unas notas de cinefilia, decir que en la película ya se ve reflejada la relación de hermano mayor de Herman con el pequeño Joe, qué años más tarde sería un grandísimo guionista y director de grandísimas películas en Hollywood, conocido como Joseph L. Mankiewicz, aunque tampoco acabo muy bien con ese industria que también retrata Mank.
Un blanco y negro evocador
Tengo a Fincher por uno de los mejores narradores del cine norteamericano actual, y me llama la atención que últimamente se haya centrado en Netflix para poder seguir rodando, tanto la estupenda serie Mindhunter, como la película que ahora nos ocupa, rodada en un estupendo blanco y negro muy evocador, ilustrando un guion escrito por su propio padre.
Para quienes como yo hemos leído El libro del ciudadano o Cómo se hizo Ciudadano Kane, sendos libros de cabecera sobre esa historia, debo decir que probablemente nos llegue más la película en todos sus detalles que para quiénes desconozcan la historia a fondo. A fin de cuentas, a mí me gusta ver en la pantalla la encarnación de ese productor que fue John Houseman, y también me encanta ver recreado en la pantalla a un genio cómo fue Irving Thalberg, guiño incluido a los hermanos Marx y sus históricas entradas en su despacho, y a un iluminado despótico cómo fue Louis B. Mayer, presidente de MGM.
Como las historias de por qué Orson Welles escogió a jóvenes de talento como Robert Wise, Gregg Toland o Bernard Hermann ya me las conozco lo suficientemente bien, me gusta la deriva de Mank en esa indagación sobre la historia inventada por Herman Mankiewicz sobre quienes supuestamente habían sido sus amigos, el magnate William Randolph Hearst, interpretado por Charles Dance, a quién hemos podido ver recientemente en The Crown haciendo de Lord Mountbatten, y quién protagonizó la primera película de mi amigo Santiago Tabernero, Desvío al paraíso; y su amada amante Marion Davies, interpretada igualmente bien por Amanda Seyfried.
La autoría de Ciudadano Kane
Y luego por supuesto me gusta mucho de esta película el hecho de detenerse en la figura casi siempre maldita o anónima de un guionista, alcohólico además, quién dice una frase lapidaria en la película entre otras muchas frases lucidas, cuando le echan en cara que ha escrito un guión muy largo: “si hubiera tenido más tiempo lo hubiera hecho más corto”. Eso, además de citar a Shakespeare o a Cervantes entre vapores etílicos.
Resumiendo, no creo que Mank esté en disposición de ganar el Oscar a mejor película, pero si debo reconocer que lo pasé estupendamente bien viéndola, independientemente de que lo que se cuente en ella se acerque o no a la verdad. A fin de cuentas, Orson Welles era un mago y un genio. Y un niño prodigio. Y un marrullero mentiroso, Y Herman Mankiewicz, un guionista alcohólico, a quien, puede que sí o puede que no, se le arrebató la mitad de la autoría del guion de una de las películas más famosas de la historia del cine.
Pero parafraseando una frase de una película de aquel de quién Orson Welles presumía haber visto una de sus películas, La diligencia, 20 veces antes de rodar Ciudadano Kane, o sea, John Ford, “print the legend”