'El padre' que nunca se fue
- Anthony Hopkins interpreta un anciano que sufre demencia en la película de Florian Zeller nominada a seis Oscar
- Especial Premios Oscar 2021
Si fue difícil volver a los cines, en medio de una pandemia, con la mascarilla y después de tantos días con las pantallas en negro, lo fue mucho más con una historia que te toca, por suerte o por desgracia, tan de cerca. Porque sí, viví en primera persona lo que es el deterioro físico y, sobre todo cognitivo, de alguien que pasó por eso. Viví reuniones con psicólogos, con neurólogos, con psiquiatras, y por supuesto viví infinidad de reuniones familiares en las que intentábamos saber o intentar entender qué le pasaba a nuestro líder natural. Y no, no es fácil comprenderlo.
Por eso cuando me enfrenté a El padre desde la oscuridad de una sala de cine no solo vi a Anthony Hopkins: vi a mi padre en su día a día de tantos claroscuros que me tocó vivir con él. No cambiaría ni uno de ellos que conste, pero la película de Florian Zeller nos abre la puerta no solo a la mente de los que padecen esa enfermedad terrible que a día de hoy me cuesta verbalizar, sino el sufrimiento de los que lo viven a su lado. Y salí de esa proyección bañado en lágrimas, pero entendiendo muchas cosas que se habían quedado en el tintero y que ni pude entender ni me pudo explicar.
Retrato honesto, doloroso y fiel de lo que es una enfermedad degenerativa, El padre bucea en el horror sin subrayar el drama. Hay momentos para la risa y para la empatía y sobre todo hay muchos de verdad. Tuve la oportunidad hace unos meses de hablar con Anthony Hopkins y Olivia Colman de la película, y de lo que suponía para mí... y para ellos.
Para mí, sin duda ese momento es el Oscar que el destino me ha regalado este año y, como hace unas horas me contaba un compañero, habría que quitar la nominación a mejor actor y crear la nominación al mejor de todos los tiempos para Anthony Hopkins.
No sé si Hopkins estará en Londres o en Hollywood esperando por su estatuilla. Yo sí sé dónde sigue mi padre, paseando por los volcanes de Lanzarote. Allí se escapaba. A su finca de Timanfaya. El único sitio donde se encontraba a sí mismo cuando la enfermedad le acechaba.