El auge imparable de las pistolas táser entre las fuerzas de seguridad: "Es como si te quemaras por dentro"
- Interior ha comprado mil pistolas eléctricas para las patrullas de la Policía Nacional
- Doscientos cuerpos autonómicos y locales las tienen ya en uso
- El Defensor del Pueblo y Amnistía Internacional alertan ante su inminente generalización
Fue en el instante posterior al hecho automático de abrir los ojos cuando se dio cuenta de que no podía moverse. Se acababa de despertar en un calabozo y sus piernas estaban rígidas. “Me tuvieron que levantar del camastro para dejarme en libertad”, explica Paula a RTVE.
La mañana anterior, esta joven de Sabadell de aspecto menudo, había ido al ambulatorio. Estaba alterada y, según fuentes policiales, provocó daños en las instalaciones e intentó agredir a algunos trabajadores.
Minutos después, en plena calle y rodeada por varios agentes, un mosso disparó una pistola táser contra su cuerpo. “Sientes que te quemas por dentro, como si te estuvieras electrocutando”. Hubo un segundo disparo. Y un tercero. “Te deja inútil. En ese momento, no vales para nada”. El Síndic de Greuges concluyó que Paula recibió seis descargas. La Generalitat y los sindicatos policiales afirmaron que la actuación era necesaria.
Paula irá a juicio. “Las imágenes hablan por sí solas”, cuenta Bego Casado, una de las abogadas que le animó a denunciar la intervención. Casado hace referencia al vídeo captado por un móvil, mil y una veces replicado en redes y medios. En él se pueden ver y oír los efectos paralizantes que provocan estos dispositivos.
La joven demanda por lesiones y delito contra la integridad física y moral. Ella se enfrenta a una denuncia por atentado y resistencia a la autoridad.
El procedimiento está en su fase inicial y la sentencia se demorará meses. Las abogadas consideran que este es un ejemplo de “mala praxis” en el uso de estas armas, autorizadas en Cataluña desde 2017. “En ningún momento se ve que ella tenga intención de agredir a ningún agente, ni a ella misma, ni a nadie”, defiende Casado. “No había necesidad”, agrega Eva Pous, su segunda letrada.
“Son necesarias en la calle cuanto antes”
El caso de Paula coincide con un hecho: la generalización de esta dotación entre las fuerzas de seguridad durante los últimos meses de pandemia. En España, dos centenares de cuerpos locales y autonómicos se reparten en la actualidad 2.000 unidades.
La cifra aumentará considerablemente cuando el Ministerio del Interior entregue las primeras 1.000 táser adquiridas ya para la Policía Nacional, un lote destinado a Seguridad Ciudadana que espera complementar con otro de 150 para la Guardia Civil.
Fuentes del departamento de Fernando Grande-Marlaska reconocen que todo parte de una “demanda” de los propios cuerpos. Aún no hay fecha para su puesta en funcionamiento, estancada, en el primer caso, en el proceso de formación y, en el segundo, en un embrollo burocrático.
“Esas pistolas son necesarias en la calle cuanto antes”, afirma Pablo Pérez, portavoz de Jupol, el sindicato mayoritario en la Policía desde su triunfo en las elecciones de 2019.
En su despacho en las dependencias de Carabanchel, en Madrid, Pérez relata telegráficamente un hecho reciente: “Valladolid, hace unos días, caso de violencia de género; el agresor se lanza con un hacha y nuestro compañero tiene que hacer uso del arma de fuego”.
Su organización es firme. “Se podría haber evitado”, argumenta. “En ataques con armas blancas, con un bate de béisbol... la defensa de dotación [la porra, como se le conoce popularmente] no es suficiente. Y, entre la defensa y el arma de fuego, creemos que este sería un medio totalmente proporcional y mucho menos lesivo para el agresor”, añade. “Nos ayudaría y nos daría un cierto tipo de seguridad”.
Dos anzuelos que se clavan en la piel
La Policía Municipal de Madrid dispone de 150 táser desde diciembre. Este 2021, el Ayuntamiento presidido por José Luis Martínez-Almeida ha anunciado que duplicará este arsenal.
En la galería de tiro del Centro Integral de Formación de Seguridad y Emergencias, en Aluche, el instructor Miguel Ángel García sintetiza su mecanismo: “Es un dispositivo electrónico que proyecta ondas de energía pulsátil”. Dicho de otro modo: al activarse, del cañón salen propulsados dos electrodos rematados por anzuelos que penetran en la piel y se clavan en la musculatura. Entre un extremo y otro queda tendido un cable que la corriente eléctrica recorre durante cinco segundos".
“El objetivo es robar la voluntad al sujeto mediante una contracción muscular severa” para poder reducirle “en las mejores condiciones”. Cualquier disparo queda registrado en una cámara, abrochada al uniforme a la altura del pecho, y en una caja negra, ensamblada a la batería. Ante las críticas crecidas ante el caso de Sabadell, sentencia: “Ningún uso de la fuerza es inocuo. Ojalá”.
"Dispositivos electrónicos de control"
Las táser son un invento relativamente reciente, estadounidense, como la principal multinacional que las manufactura y que las vende por más de 100 países. Su lema: Proteger la vida, proteger la verdad. Defensa y comunicación. El campo semántico de la industria armamentística no se conjuga en sus dosieres. Sí el de la seguridad, la eficacia y la alta tecnología.
En el idioma que marida sus argumentos, los “dispositivos electrónicos de control” están más cerca de parecerse a un móvil que a una pistola. De hecho, presumen: su boom ha conseguido “salvar” más de 260.00 vidas en todo el planeta. Vidas que, de otra forma, hubieran quedado sometidas al a veces caprichoso destino de la trayectoria de una bala.
El debate es el mismo desde hace dos décadas, cuando las táser empezaron a brotar en Estados Unidos: protección frente a lesividad, proporcionalidad frente a daños colaterales. “Es la herramienta en el uso de la fuerza más estudiada”, afirma la empresa. Y añade: la configuración de trabajo habitual no solo no es letal, sino que oscila entre altos “márgenes de seguridad”.
"Pueden producir arritmias"
“En modelos experimentales con animales se ha demostrado que pueden producir arritmias que, si no se tratan en el mismo momento, pueden hacer que el paciente fallezca”, explica Javier Jiménez Candil, jefe de la Unidad de Arritmias del Hospital Universitario de Salamanca. De su maletín de cuero cobrizo saca de un solo movimiento una cincuentena de folios.
Desgaja uno, de la American Heart Journal, que compila todas las investigaciones realizadas hasta 2010 sobre sus efectos. “Solo el 5 % de los estudios que tienen conflictos de intereses evidentes determinan que hay algún tipo de riesgo; en los estudios patrocinados por la Administración de Justicia de Estados Unidos, el 50 % detecta algún tipo de daño”, añade el también presidente de la Asociación del Ritmo Cardíaco de la Sociedad Española de Cardiología.
Expone otro estudio, el más reciente. Lo firma la American Medical Association. “El riesgo puede ser valorado como bajo”, lee, pero matiza: no se han hecho pruebas con los individuos representativos, que habitualmente “encuentran” estos dispositivos. “Puede tener una cardiopatía de base, puede haber consumido drogas de abuso como la cocaína… Hay dudas sobre su inocuidad”.
El debate es el mismo desde hace dos décadas. La agencia de noticias Reuters registró 1.005 muertes de personas neutralizadas por estas armas aturdidoras entre 2000 y 2017 en Estados Unidos. Solo en el 15 % fueron consideradas un factor que “contribuyó” al deceso. “En este país, en Países Bajos, Reino Unido… lo que hemos documentado es que se usan mucho y se usan mal”, relata Esteban Beltrán, director de Amnistía Internacional en España.
Sin protocolos comunes
En nuestro país, los protocolos no son comunes, cada Policía -en colaboración con los expertos que escoja- escribe los suyos, tampoco son transparentes. “Hace falta uno claro, formal, y con un sistema de rendición de cuentas”, explica.
Ante la imparable implementación de las táser en nuestra geografía, el Defensor del Pueblo ha pedido que se evite su aplicación en embarazadas, menores y vulnerables, ya por las contusiones que implica la caída tras la pérdida de la voluntad, ya por potenciales efectos secundarios ligados a las descargas.
“Yo me pregunto: ¿cuál es la razón operativa de la Policía para utilizar de forma cada vez más frecuente las armas táser?”, señala Beltrán. “Porque esa es la principal pregunta: ¿para qué las van a utilizar?”, agrega. “Eso, en el caso de España, no está claro”.