Gas radón, el enemigo invisible que provoca cáncer: "Reducir sus efectos está en nuestra mano"
- Una exposición prolongada a su acumulación en interiores, habitualmente plantas bajas o sótanos, es perjudicial para la salud
- Galicia, Extremadura, Madrid, Castilla León y Cataluña son algunos de los territorios con mayor riesgo de exposición a radón
Incoloro, insípido e inodoro. Estas características hacen que el gas radón, que emana de manera natural del suelo, pase de manera desapercibida o incluso sea desconocido para muchos ciudadanos. Sin embargo, está considerado, por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como la principal causa de cáncer de pulmón en el mundo en personas no fumadoras y la segunda, después del tabaco, entre las personas que sí lo son.
“El radón se produce por la desintegración radiactiva natural de la cadena del uranio, presente en todas las rocas de la corteza terrestre. En general, no presenta peligros al aire libre, pero si se filtra desde el subsuelo a sótanos o plantas bajas puede producir acumulaciones que, unidas a una prolongada exposición, desemboquen en un cáncer de pulmón. Reducir sus efectos está en nuestra mano”, explica a RTVE.es el investigador del Laboratorio de Radón de Galicia y profesor de la Universidad de Santiago de Compostela, Alberto Ruano.
Esta situación puede mejorar, según los expertos, a través de “una buena concienciación y medidas de prevención”.“El radón convive con nosotros en muchos casos, pero podemos prevenir sus riesgos. Medir su concentración es fácil y a día de hoy disponemos de medidas para reducir la exposición en el interior de nuestras viviendas”, aclara la oncóloga e investigadora de radón y cáncer de pulmón del Hospital Clínic del Barcelona, Laura Mezquita.
Galicia, Extremadura y Madrid, mayor presencia de radón
El radón es un gas presente en la naturaleza, pero ¿cuándo y a qué nivel comienza a ser preocupante? La OMS recomienda que idealmente no se superen los 100 bequerelios (Bq) por metro cúbico de radón en los edificios y en ningún caso los 300, un nivel que ha tomado como referencia la Comisión Europea para elaborar la directiva marco en este aspecto.
En el caso de España, las comunidades con mayor presencia de este gas son: Galicia, en el 70 % de su territorio, Extremadura (47 %) y la Comunidad de Madrid (36 %), según un mapa con 12.000 mediciones en edificios elaborado por el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN). Otras áreas como Castilla y León, Cataluña y Canarias, también presentan altos niveles.
En el caso de la comunidad gallega, la presencia del gas puede consultarse incluso a nivel provincial y municipal, gracias al mapa del Laboratorio de Radón de Galicia de la Universidad de Santiago. En él, realizado con más de 4.300 mediciones, se identifica Pontevedra y Ourense como algunas de las áreas más afectadas. “Estas zonas son fundamentalmente graníticas y contienen mucho uranio, del cual procede el radón”, afirma Ruano, al igual que ocurre en el sistema Central-Sierra de Guadarrama. Ruano recomienda, además, atención a la acumulación de este gas en sótanos y plantas bajas, ya que “el peligro disminuye en las plantas superiores”.
La primera medida que hay que tomar para evitar este factor de riesgo es reducir la exposición. “El radón es fácil de medir: se hace a través de unos detectores que se dejan dentro de las casas o lugares de trabajo durante un periodo mínimo de tres meses. Después se analizan en un laboratorio y en función de los niveles establecidos, se deben instaurar medidas de reducción de riesgos”, cuenta, por su parte, Laura Mezquita.
Las posibles soluciones a la acumulación del gas varían en función de la edificación. “Cuando la construcción es nueva, lo más efectivo es crear una solera ventilada, es decir, elevar el cimiento de la vivienda para que circule el aire; o instalar una lámina antirradón testada. En viviendas construidas, si la concentración detectada es elevada, sería recomendable instalar una arqueta de succión, el sellado de fisuras, ambas, o sistemas de ventilación forzada”, propone Ruano, entre otras medidas.
El tabaco, un aliado en la multiplicación de los riesgos
Uno de los peores aliados del radón es el tabaquismo, ya que actúa como elemento multiplicador de los riesgos. “El radón y el tabaco son agentes sinérgicos, es decir, en presencia de los dos, el riesgo de desarrollar cáncer de pulmón es mucho mayor. Por ejemplo, según la Organización Mundial de la Salud, un fumador expuesto a dosis altas de radón en su casa o puesto de trabajo puede tener un riesgo de hasta 25 veces más de desarrollar la enfermedad”, indica Laura Mezquita.
Estudios realizados en España desde el año 2002 por el grupo de la Universidad de Santiago también reflejan estos datos. El último de ellos, publicado en 2020 con más de 3.700 participantes de varias comunidades autónomas, indica que una persona gran fumadora expuesta a más de 200 Bequerelios multiplica por 29 su riesgo de cáncer de pulmón. En cualquier caso Ruano resalta que si una persona tiene concentraciones elevadas de radón en su casa y además fuma, “lo más razonable y lógico es que deje de fumar y luego se preocupe por el radón”.
Además, se investigan otros elementos como la predisposición genética del paciente o su relación con otras afecciones. “Estamos intentando esclarecer cuáles son las características del tumor e identificar poblaciones de alto riesgo que se podrían beneficiar de programas de prevención de cáncer, que incluyan la detección precoz y evitar su exposición”, asegura la oncóloga, que apunta también a la concienciación como una de las asignaturas pendientes.
“El radón fue declarado cancerígeno en 1988, pero no ha tenido la difusión que debiera en nuestro país. Recientemente, hicimos una encuesta con más de 2.500 personas en España y más del 50 % desconocía qué era y cuáles son sus posibles efectos en salud, y lo que fue todavía más relevante, no sabían cómo evitarlo”, lamenta Mezquita.
Tres años de retraso en la normativa
La regulación es otro de los aspectos clave para el impulso de medidas antiradón. La Comisión Europea elaboró en 2014 una directiva marco para la protección frente a las radiaciones ionizantes y así evitar las acumulaciones de este gas. Esta debía ser traspuesta por las legislaciones nacionales de los estados miembros como máximo en 2018, pero España no ha cumplido el plazo, provocando que la CE abriera un expediente en 2019.
Desde entonces, se han producido algunos avances y el código técnico de edificación ya establece que los municipios con más radón tienen que poner medidas más protectoras; y que toda casa nueva y existente que sufra una remodelación importante tiene que tener una medición de radón.
Pero la normativa todavía no está transpuesta en su totalidad, dejando muchos elementos “en el limbo”, especialmente, en el parque de viviendas ya construido. “Una manera de regularlo en estas viviendas o locales sería, por ejemplo, que se aportara un certificado sobre radón en la compraventa de edificios posiblemente afectados, como ya ocurre con el energético. Es una medida que se aplica en países como Estados Unidos y funciona”, cuenta Ruano.
Otro aspecto por determinar es la regulación de la exposición de los trabajadores al gas en su lugar de trabajo. “En 2019 hicimos un estudio y nos encontramos con empresas reticentes a medir la concentración de radón en sus instalaciones y, lo que es más grave aún, había comunidades autónomas que no tenían el registro obligatorio de exposición a los trabajadores”, señala.
Ruano explica que es fundamental que las inspecciones en este ámbito caigan finalmente bajo el paraguas de la Inspección de Trabajo para que los empleados no continúen “desprotegidos” ante este gas. “Podemos cambiarlo como ya se está haciendo en otros países con la necesaria determinación política. El conocimiento ya lo tenemos”, sentencia Ruano.