¿Cómo avanza la investigación sobre la COVID persistente? Un reto sanitario del que solo vemos la "punta del iceberg"
- El perfil de los afectados y los efectos de la vacuna son algunos de los primeros pasos en la investigación de esta dolencia
- Los pacientes piden el reconocimiento de la enfermedad y el desarrollo de protocolos de atención sanitaria
En un año de pandemia se han desarrollado pruebas de detección de COVID-19, medidas de protección e incluso diferentes tipos de vacunas, pero aún hay muchas incógnitas por resolver relacionadas con la enfermedad. Una de ellas es la denominada COVID persistente, por la cual los pacientes siguen experimentando síntomas meses después de haberse infectado y de la que se desconoce su causa y efectos a largo plazo.
Hasta ahora, en España se han dado algunos pasos que intentan arrojar algo de luz sobre esta dolencia: se ha hecho una primera aproximación al perfil del paciente, la tipificación de los síntomas o la puesta en marcha de las primeras unidades de tratamiento integral. La vacuna también es una de las cuestiones que se está estudiando, después de que algunos de los afectados hayan mostrado mejoría.
Los expertos y pacientes, sin embargo, piden más recursos para acelerar la investigación, puesto que los afectados aumentan a medida que lo hacen los contagiados, saturando aún más los servicios sanitarios. “Queda mucho trabajo por hacer en relación a la COVID persistente. De momento, solo estamos viendo la punta del iceberg sobre un problema que puede llegar a convertirse en uno de los retos del sistema sanitario de los próximos años”, dice a RTVE.es la doctora y portavoz de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), Pilar Rodríguez Ledo, sobre una dolencia que algunas estimaciones apuntan a que podría afectar a un 10 % de los contagiados.
A la espera de reconocimiento y protocolos
Uno de los principales problemas a los que se enfrenta la COVID persistente es que aún no tiene una definición establecida a nivel internacional, complicando su reconocimiento y el establecimiento de protocolos. Ante ello, la Organización Mundial de la Salud ha hecho un llamamiento a los países a priorizar estudios que den respuesta a esta dolencia para conocer sus causas, efectos o tratamientos.
En España, el Ministerio de Sanidad ha recogido esta afección por primera vez en un documento publicado el pasado 15 de enero. En él, se hace una aproximación al problema con estudios internacionales y establece que los síntomas “son extremadamente numerosos y variados”, lo que añade complejidad al diagnóstico. Los pacientes, en cambio, piden un reconocimiento más contundente por parte del Gobierno y que se destinen más recursos para establecer protocolos de atención. Consideran que así se facilitarán nuevas investigaciones y se rebajará “la odisea” a la hora de pedir la baja laboral por incapacidad.
“Muchos de los pacientes de la primera ola no pudieron acceder a una PCR debido a la saturación hospitalaria por lo que les es complicado justificar sus dolencias”, explica Ana, miembro del colectivo de COVID persistente de Valencia y enferma desde hace más de un año. En su caso, desde que se infectó de COVID, padece disfonía, fatiga y niebla mental, entre otros síntomas, sin embargo, su baja terminará pronto y está a la espera de una ampliación. “Trabajo de cara al público y aún no estoy recuperada”, lamenta, mientras espera un tratamiento efectivo. Un 8% de los trabajadores necesitan tres meses o más para volver al trabajo, según el estudio El síndrome poscovid, incapacidad temporal laboral y prevención, basado en los datos de la Seguridad Social. Un 0,8%, además, se alargan más de un año.
Desde la SEMG, se ha avanzado en el desarrollo de un kit básico de atención profesional y prevén sacar en unas semanas una guía más completa. Pero no es la única, el Departament de Salut de Cataluña también ha presentado unas pautas destinadas a formar a los sanitarios de la atención primaria en la detección y el tratamiento COVID persistente. En cuanto a la detección, el Servicio gallego de salud (Sergas) hará una encuesta de síntomas a todos los que tuvieron coronavirus para determinar posibles pacientes, mientras que, en Andalucía, serán las farmacias las encargadas de realizar un registro sobre el seguimiento a estos enfermos.
Perfil del paciente: mujeres jóvenes y sin patologías previas
Otro de los campos en los que se está avanzando de manera más rápida es el diseño del perfil de los pacientes más afectados. Por el momento, se trata de mujeres de entre 30 y 50 años de edad que sufren síntomas de más de 185 días, según una encuesta publicada en noviembre por la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) en más de 2.000 personas.
En la encuesta se han registrado también más de 200 síntomas diferentes que fluctúan en el tiempo. Los más frecuentes, según el porcentaje de cada síntoma con relación al total de respuestas, son cansancio/astenia (95,91%); malestar general (95,47%) o dolores de cabeza (86,53%). También aparecen la disnea o falta de aire, dolores articulares, febrícula o fallos en la memoria, entre otros.
“Estos síntomas son muchos más que la afectación puntual y local que estamos acostumbrados a ver en la mayoría de las enfermedades. En muchos casos, resienten gravemente la calidad de vida del paciente tanto a nivel laboral como social”, explica Rodríguez Ledo. Este es el caso, de Sonia, quién tuvo que dejar de hacer deporte debido a la febrícula y fatiga extrema que padece desde que se contagió de COVID-19. “Mi vida ha sufrido un giro de 180 grados. Antes de la pandemia corría maratones y ahora casi ni puedo dar un paseo de un kilómetro”, explica esta paciente desde el País Vasco.
Centros de investigación españoles ya han comenzado a investigar los síntomas o secuelas del COVID. Un ejemplo de ello es el Servicio de Cardiología del Hospital General Universitario Gregorio Marañón que coordina el mayor estudio de España sobre secuelas cardiovasculares de la enfermedad y que contará con una duración de dos años y 400 pacientes.
Lista de espera en las unidades de tratamiento de COVID persistente
En los últimos meses, se han puesto en marcha también las unidades integrales de COVID persistente en los que se alterna la investigación con el tratamiento de los pacientes. Dos de ellas, una dedicada a adultos y otra a niños, se encuentra en el Hospital Germans Trias i Pujol de Badalona, donde ya se atienden a más de 300 pacientes.
“Empezamos en junio con una única consulta, pero hemos conseguido aumentarlas a seis para las valoraciones generales, además de contar con expertos en todas las ramas. Sin embargo, nos llegan más de 20 peticiones cada día y tenemos una larga lista de espera”, explica la responsable de la Unidad de COVID Persistente de adultos de este hospital, Lourdes Mateu, que pide más recursos en los próximos meses para poder atender a los pacientes.
Este tipo de unidades, además, son escasas en el resto de España, por lo que muchos pacientes aún no tienen acceso a ellas. Se caracterizan por la valoración integral de un profesional médico y la realización de pruebas específicas tanto a nivel físico como psicológico, generalmente en un mismo espacio o día para facilitar el desplazamiento de los pacientes. Allí, además, también se conducen investigaciones que esperan dar respuesta a la COVID persistente. “Desde el primer momento, vimos que se trataba de una nueva enfermedad y había que abordarla con un nuevo enfoque”, cuenta Mateu. Algunas de las investigaciones que se están desarrollando son el estudio de la posible afectación del coronavirus al nervio vago y que podrían responder a síntomas como la disfonía.
A esta unidad acude precisamente Sílvia, una paciente de COVID persistente con disfonía que tras revivir hace poco “la pesadilla” al contagiarse nuevamente con la variante británica, ya ha iniciado su rehabilitación. “Por fin voy consiguiendo respuestas a lo que me ocurre”, celebra, aunque indica que el procedimiento aún es lento y habrá que esperar para ver la evolución.
Vacunas y COVID persistente
Las vacunas también son una esperanza para los enfermos de COVID persistente, ya que algunos de ellos han empezado a notar mejoría al recibir las dosis. “No me podía desvestir y había días que no me podía ni levantar de la cama, pero ahora cada día me encuentro muchísimo mejor. Todavía me quedan restos, pero soy un poco más la persona que era antes”, contaba emocionada a TVE María Victoria, una sanitaria con síntomas persistentes del Hospital Gregorio Marañón, semanas después de recibir la vacuna.
Pero se desconoce si este resultado será igual en el resto de pacientes. “Es una buena noticia, pero debemos tomarlo con cautela. Aún no se sabe si la mejoría es permanente o no y si afecta de igual a todos los pacientes o solo a los de un grupo determinado”, explica Pilar Rodríguez.
Para ello, la SEMG ha iniciado una nueva encuesta. Aún no está cerrada, pero la doctora adelanta que, en algunos casos, los pacientes han declarado sentirse igual o peor. “Son datos muy preliminares. El grupo persistente vacunado aún es reducido, ya que se corresponde principalmente con sanitarios, así que tendremos que seguir trabajando en este ámbito”, recalca.