Viaje por la China rural: turismo 'rojo', té ecológico y Big Data
- El gigante asiático encierra en su interior contradicciones aparentes
- La provincia de Guizhou, centro del big data chino y a la vez destino del turismo maoísta, es un ejemplo
Antes de que la COVID-19 irrumpiese en nuestras vidas, venían a verme cada año familiares y amigos. Se alojaban en mi casa en Pekín, así que, al menos, siempre les podía ver por la noche cuando terminaba de trabajar, o en el rato del desayuno. Hablábamos de lo que habían visto, o del plan que tenían para la jornada que empezaba. Por lo general, ninguno tenía mucho tiempo para quedarse en China, así que de vuelta a España se llevaban en su maleta de turista sus paseos por la capital china, senderismos por la Gran Muralla, y como mucho, algo de Shanghai y Xian, para ver los Guerreros.
A unos, China les gustó más que a otros, pero todos en algún momento de su viaje pronunciaban la misma frase. "No me imaginaba China así, la verdad". "¿Así cómo?", les contestaba yo. "Tan moderna, llena de rascacielos, y se nota que hay mucho dinero", decían con razón, pero también sin ella.
Y esto que digo sé que es paradójico, y aparentemente contradictorio, pero así es también este país.
Hay varias Chinas en una. Una China urbana, y una China rural. Una China que ensalza que ha crecido económicamente por encima del 18% en el primer trimestre de este año y después de la COVID-19, y una China que reconoce que ha terminado de sacar de la pobreza extrema a los últimos que quedaban de esos 90 millones de habitantes rurales que figuraban en los objetivos de la última década.
China es Pekín, la ciudad del mundo con más multimillonarios, pero también es Meitan en la provincia de Guizhou, donde una campesina que trabaja en los campos de té ecológico nos cuenta que es feliz porque ahora puede ganar un salario mensual de algo más de 400 euros.
Este reportaje es precisamente un viaje por esa China rural, alejada y con pueblos remotos a los que es más difícil llegar. Un viaje para comprobar cómo han conseguido salir de esa pobreza y de qué recursos se han valido. Aquí van alguno de ellos.
El turismo 'rojo' de Jiangxi y Guizhou
En la calle del Ejército Rojo de la ciudad de Zunyi, unos cincuenta jubilados vestidos de soldados del primer ejército comunista cantan canciones de aquellos años 30 y 40 del siglo pasado. Muchos espontáneos mayores se unen a cantarlas.
Alrededor de ellos hay tiendas en las que se venden figuras, llaveros, imanes y todo tipo de merchandising de Mao Zedong.
Y es que esta localidad en la provincia central de Guizhou es parte del llamado turismo rojo en China. Una ruta que recorre los lugares históricos relacionados Mao, de su revolución marxista y lucha contra los nacionalistas del Kuomintang durante la Guerra Civil, y con el inicio de su Larga Marcha tras la que fundó la República Popular China en 1949.
En Zunyi concretamente se alzó en 1935 como jefe de todas las facciones del Ejército Rojo.
La casa en la que se celebró esa asamblea es hoy un Museo de la Revolución al que acuden miles de nostálgicos, y más cuando en julio se cumplen los cien años de la fundación del Partido Comunista chino.
"Venimos desde Hunan, para aprender de los primeros comunistas. Mira, Mao y Zhou Enlai eran entonces pobres y no como muchos mandos de ahora que son ricos", nos dice un turista.
Pero Yao Yuzhen profesora de una de las Escuelas del Partido donde se forman los líderes y altos mandos, nos dice que ser buen comunista y tener dinero no es una contradicción.
"Deng Xiaoping ya explicó que una parte de la población tenía que enriquecerse para sacar a otros de la pobreza", nos contesta Yao, dando por sabido que el Partido ve con buenos ojos la iniciativa privada y el enriquecimiento, pero siempre que el empresario revierta sus riquezas a la población y sea leal al sistema establecido.
De lo contrario puede pasar lo que le ha sucedido a Jack Ma, caído en desgracia después de cuestionar el aparato de préstamos financieros de los bancos estatales.
La profesora Yao lleva 11 años dando pensamiento de Mao, y ahora de Xi Jinping, en la escuela de Jinggangshan, la ciudad en la provincia de Jiangxi, donde el turismo rojo supone más de la mitad de los ingresos.
Aquí, explican en otro Museo, empezó todo. Mao llegó en el año 1927 y durante dos años fue el líder de guerrillas.
Hay restaurantes con estética revolucionaria, se venden Libros Rojos supuestamente auténticos y hay en el pueblo una gran estatua de Mao, mucho más difícil de ver en otras partes del país. Pasear por las calles de Jinggangshan es una especie de vuelta al pasado, pero al que le faltan capítulos.
Porque parece que se ha borrado de la memoria colectiva el Mao posterior. El del Gran Salto Adelante (1958-1961) y las hambrunas, o el de la depuración ideológica de la Revolución Cultural (1966-1976). ¿Se han olvidado de los millones de muertos que se calcula que hubo esos años?
En 1981, el congreso del Partido Comunista Chino concluyó que la Revolución Cultural no debería haber pasado y que fue un error. Después, aquello se ha disuelto, o han conseguido disolverlo, en el tiempo.
La China actual se caracteriza por mirar, más que nunca, al futuro. El objetivo es llegar al año 2050 como la primera potencia mundial; y el pasado solo cuenta si sirve para despertar y unir al pueblo en el sentimiento patriótico.
Té ecológico y big data: la riqueza de Guizhou
Para los que vivimos en una gran ciudad tan estresante como Pekín con casi 22 millones de habitantes, ver un campo verde, y respirar aire puro es un gran regalo.
Es lo que sentimos cuando llegamos a los grandes campos de té ecológico en Meitan. Bueno, llegamos solo a una parte de ellos porque en total son 600.000 hectáreas de cultivos.
Los campesinos empezaron a plantar té en los años 30, pero la clave del éxito ha sido la organización posterior en cooperativas y apostar por el cultivo ecológico. Hoy 380.000 habitantes de la zona viven de ello.
Las sanciones para el que no cumple las normas con el medio ambiente son muy altas. "Al que usa, por ejemplo, un pesticida se le arranca todos los árboles de té y también los de las diez familias de su alrededor", nos explica Liu Yi, vicerrectora del Centro de la Industria del Té.
El té de Meitán en su especialidad de blanco y rojo se exporta ya a Rusia, sudeste asiático, a Europa y a Estados Unidos, y es lógicamente, una fuente de riqueza para esta provincia conocida también como el Big Data Valley del país.
Su orografía alejada y aislada, libre de movimientos sísmicos y con gran energía natural, la convirtieron hace unos ocho años en el centro tecnológico del país. Más de 9.500 empresas gestionan datos aquí, y las extranjeras Google o Apple también han desarrollado negocios en este centro.
Gao Sheng, de la Comisión Provincial de Industria, nos asegura que además han sido los primeros en China en desarrollar una ley para garantizar la privacidad de los datos.
"El Gobierno no tiene derecho a acceder a estos archivos, son de las empresas. No son datos policiales", explica, consciente de todas las acusaciones de espionaje que ha hecho Estados Unidos sobre las tecnológicas chinas.
El té, el turismo rojo, y sobre todo el big data han hecho que Guizhou haya pasado de ser una de las provincias más pobres, a tener en los últimos años un crecimiento económico por encima del total del país, destacan las autoridades regionales.
Quizá por eso, para demostrarlo, hicieron hace tres años en su capital, Guiyan, el rascacielos que tiene la cascada más alta de todo el mundo. Se trata del Edificio Liebian con una torre de agua que cae desde 108 metros de altura…
Un edificio alto y ostentoso, al que no llegan los cantos de los que visten como soldados del primer Ejército Rojo.