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Moha Gerehou, escritor: "No vale con no ser racista, hay que ser antirracista"

  • “Nos educan en el racismo, por eso un niño sabe que conguito es un insulto”, asegura el periodista
  • El racismo y la xenofobia son el primer motivo de los delitos de odio en España

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Uno de los primeros motivos de los delitos de odio es el racismo y la xenofobia

Es de Huesca. Creció jugando al fútbol y se fue a estudiar a Madrid. Ese es el origen de la historia del divulgador Moha Gerehou que ha estado en ‘La Hora de La 1’ presentando su libro titulado ‘Qué hace un negro como tú en un sitio como este’. Una historia con cero glamour, pero que ayuda a entender, asegura, que el racismo en España es "estructural".

Con Gerehou hemos querido hacer un repaso a cómo las personas con un color de piel que no es el blanco tienen que vivir aguantando el racismo y la xenofobia en nuestro país. “La gente no acaba de entender que soy de Huesca. Necesitan una explicación de por qué soy negro si digo que soy de allí”, ha confesado el también periodista que es orador en los campus de las universidades de Siracusa y de Stanford en Madrid, acaba de cerrar su etapa en El Diario.es y, hasta 2018, fue presidente de la organización sin ánimo de lucro y de acción antirracista SOS Racismo Madrid.

¿Racismo en España?

Los datos oficiales confirman el testimonio de Gerehou: en nuestro país sigue habiendo una exacerbación del sentido racial de un grupo étnico que suele motivar la discriminación o persecución de otro u otros con los que convive. Es decir, hay racismo. Según el Ministerio de Igualdad y CEDRE, una asociación sin ánimo de lucro que trabaja con jóvenes que se encuentran en situaciones de vulnerabilidad, más de la mitad de la población racializada se siente discriminada (51,8%). A esta percepción se unen las estadísticas del Ministerio del Interior sobre las principales razones que provocan los delitos de odio, donde el racismo es el segundo. Fueron además los delitos que más crecieron de 2018 a 2019, con un 20,9% de variación.

En opinión de Gerehou, en España, como en gran parte del mundo, el racismo es estructural. “Ocupa todos los aspectos de la vida y atraviesa a todo el mundo sin excepción porque lo aprendemos desde pequeños. No tiene que ver con una cuestión de incultura -añade- sino que, como el machismo, todos lo aprendemos y acabamos siendo vectores de un modo u otro”, asegura.

La discriminación para los que tienen la piel negra se deja notar también en el acceso a ciertos espacios como bares o discotecas, donde el 30,5% confiesa que alguna vez no ha podido entrar. De los delitos cometidos por odio en la estadística de Interior, la mayoría se han producido en vías de comunicación, viviendas o establecimientos. Asegura Gerehou que él mismo tuvo que enfrentar una situación discriminatoria cuando le dijeron en un establecimiento: “aquí no pueden entrar ni negros ni moros” y sintió, dice, “como si me dieran un golpe en el estómago”.

Aquí no pueden entrar ni negros ni moros

Un trato policial desigual es otra de las quejas de estas personas que, aseguran en un 20%, se sienten especialmente discriminadas cuando se trata de identificaciones policiales. El ejemplo que pone el periodista en su libro es el de cuando una persona pidió explicaciones a los agentes de seguridad por pedirle la documentación: "Sí, porque eres negro y punto y te jodes".

Negra también era Lucrecia Pérez, la primera persona a la que se consideró asesinada por motivos racistas en España. Ocurrió en 1992, cuando Gerehou nació. Un hecho que le impactó años después y con el que ha querido explicar que “la asesinaron por ser mujer, por ser negra y por ser pobre”. Una triple estigmatización que introduce la historia de la madre del autor y de otras mujeres, como las trabajadoras del hogar, que “se tienen que seguir enfrentando a esas discriminaciones diariamente”, ha confesado.

Discriminación inmobiliaria

Un tercio de las personas negras se han sentido también discriminadas en el acceso a la vivienda. Frases como “lo siento, pero ahora mismo no tenemos nada” o “solo se alquila a nacionales” se repiten y resumen la dificultad que tienen para alquilar un piso. Así lo comprobó la asociación SOS Racismo, en un estudio publicado en 2016, que asegura que es a ellos a quien se les pide más papeles y requisitos a la hora de arrendar una vivienda.

Son puertas que se cierran que también ha constatado la organización Provivienda que, más recientemente, en 2020, realizó 1.836 llamadas respondiendo a anuncios de alquiler reales y concluyó que la discriminación es un fenómeno normalizado ya que más del 70% de las inmobiliarias aceptaron formas explícitas de discriminación.

Ser negro en España. Casa África

Ante estos datos, el divulgador científico contra el racismo ha querido recordar, como también lo hacen ambas organizaciones sociales, que estos actos discriminatorios están tipificados en el artículo 512 del Código Penal y que se pueden denunciar. “Yo he ido a alquilar una habitación y una de las inquilinas me dijo: “Es que a la otra compañera de piso no le gusta como tú”". Obviamente, ironiza Gerehou, “no se refería a la gente alta o con gafas. Se refería a la gente negra y eso es un problema que afecta a un derecho fundamental como es el acceso a la vivienda que ya, de por sí, es complicado”.

La educación, pilar fundamental para el cambio

Para él, parte de la solución pasa por cambiar lo que se enseña en los colegios. Por modificar los protocolos y el trato: “El conocimiento que solemos adquirir desde que somos pequeños es racista. Y eso es lo que explica que teniendo cuatro años un chaval sepa que llamando conguito a un niño negro le está insultando”. El periodista también tiene anécdota en este apartado ya que, ha confesado, más de una vez “me fui al descanso de un partido de fútbol destrozado por los insultos racistas que recibí en la categoría infantil”. No es el único, según Igualdad el 20% de las personas negras se han sentido discriminadas o han sentido la discriminación para con su descendencia.

Pese a todo, Gerehou dice ser optimista. Lo es, añade, porque es antirracista y es algo que no puede ir separado: “Cuando alguien es antirracista tiene que serlo ya que aspira a cambiar con sus acciones la realidad para que las cosas sean mejores”. Confía el de Huesca en que las nuevas generaciones tengan "mucho más conocimiento antirracista que racista" y que "todo eso pueda ayudar a hacer los cambios tan profundos que necesitamos y a entender que la diversidad racial y de orígenes es una riqueza y no una amenaza”.

Algo, dice, que pasa porque "se deje de etiquetar a las personas negras como víctimas, verdugos o resaltándonos cuando somos el primer negro que consigue algo excepcional”. Su receta para conseguir la igualdad continúa con que se utilice el lenguaje de forma adecuada y se entienda que con él “se ayuda a construir realidades como en el caso de los menores tutelados y el término “MENA””. “Era algo burocrático, un acrónimo de Menores Extranjeros No Acompañados, y ha acabado con toda la parte de menores eliminada y asociándose a migrantes criminales y construyendo una realidad que les estigmatiza”, dice.

Convencido de que el antirracismo “no son solo mensajes sino acciones”, pide a la población que se involucre. Él, lo tiene claro: si tuviera la oportunidad de sentarse en el Consejo de Ministros tomaría dos medidas: “Aprobar una ley de igualdad de trato y discriminación y poner el foco en la ley de extranjería que está excluyendo a mucha gente a la que no le permite desarrollar sus derechos”. Las muertes diarias en el Mediterráneo, ha concluido, "son un ejemplo de ello".