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40 aniversario

Afectados por el aceite de colza adulterado: "Queremos estar en los libros de historia porque el mayor dolor es el abandono"

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Se cumplen 40 años de una de las mayores crisis sanitarias en España: la intoxicación por aceite de colza adulterado

Se cumplen 40 años de la primera gran crisis sanitaria de España: la intoxicación masiva de miles de personas provocada por el consumo de aceite de colza adulterado. El 1 de mayo de 1981 moría el primer afectado, un niño de 8 años de Torrejón de Ardoz (Madrid). Los meses de abril y mayo de aquel año fueron los más críticos. En junio se confirmó la causa del mal que afectaba a miles de personas: el síndrome de aceite tóxico.

En ‘La Hora de La 1’ repasamos de la mano de afectados y sanitarios la que también ha sido una de las grandes crisis de salud de Europa. Carmen Cortés, la Coordinadora de la Plataforma Seguimos Viviendo ha estado en el plató y ha asegurado que “llevan 40 años sobreviviendo” y que se sienten olvidados por las instituciones. Además ha anunciado que los afectados van a “iniciar un procedimiento judicial internacional por todas las irregularidades” que se han cometido con ellos en España.

30.000 afectados y 5.000 fallecidos

El consumo de este aceite dejó en nuestro país unos 30.000 afectados y cinco mil fallecidos. Al principio, en la primavera de 1981, llegaron los primeros ingresos a los hospitales de Madrid, Castilla y León y Castilla La Mancha ante el desconcierto de los médicos, que no sabían a qué se debían tantos ingresos y muertes. Se trató como una neumonía atípica. Entre ellos estaba Miguel Ángel, ahora presidente de la Asociación Salmantina del Aceite Tóxico, que es uno de los miles de afectados por el consumo de aceite de colza, un aceite procedente de Francia para uso industrial y que se vendía como si fuera de oliva. En muchos casos, en mercadillos ambulantes.

Miguel Ángel perdió 25 kilos en solo unos meses, siendo un niño, y quedó postrado en una cama sin poder desarrollarse adecuadamente. Hoy va en silla de ruedas. “Yo era un niño sano totalmente y de verte sano totalmente a verte en una cama sin poder moverte nada…”, ha recordado en TVE donde también ha estado Carmen, otra afectada, que ha explicado que los primeros síntomas empezaron siendo “tos, fiebre y se temía que fuera contagioso por lo que se empezó a aislar a los enfermos en los hospitales”.

Una situación sanitaria que a las víctimas de la colza les ha hecho revivir el coronavirus y que, como ha ocurrido con la pandemia, no se sabía muy bien cómo tratar. Así lo ha atestiguado Manuel Posada, especialista en medicina Interna del Instituto Carlos III de Madrid: “Había algunos pacientes que empezaban a sentir unos síntomas y al día siguiente se extendían a toda la planta”.

Un mes después se confirmó que la causa era el aceite de colza y que se trataba de una enfermedad que afectaba a todos los órganos, aunque no a todas las personas por igual: “hay estudios que el metabolismo hepático no era igual para todos”, dice el doctor. Fue el caso de la familia de Miguel Ángel que, aunque sus siete hermanos y sus padres lo consumieron, solo desarrollaron la enfermedad él, su madre y una hermana. El consumo de aceite no afectaba a todos por igual. Según ha contado el especialista la carga genética tenía mucho que ver.

Las más dañadas fueron las mujeres jóvenes como Mercedes, que en aquel momento tenía 21 años y estaba preparando unas oposiciones y…su boda. No pudo hacer ninguna de las dos cosas: “Te cambia la vida de un momento a otro”, ha dicho.

Para Carmen, que los médicos mandaran a las mujeres embarazadas a Londres y a Amsterdan a abortar fue otro de los grandes shocks que se tuvieron que soportar: “Las mandaban a Londres y a Ámsterdam ya que los sanitarios no sabían que consecuencias podían tener para el feto. Mujeres con profundas creencias religiosas que no habían saludo de sus pueblos se tuvieron que ir a abortar solas”, argumenta mientras añade que “tuvieron que ocultar durante 40 años ese sufrimiento a sus propias familias”. Por eso precisamente, por lo que tuvieron que vivir, ha confirmado sentirse tan dolida por el trato de las instituciones y, en concreto, por la ministra de Igualdad Irene Montero que, estima Carmen, no apoya a las “mujeres de la colza” como lo hace con las mujeres que sufren violencia machista.

Los responsables: varios aceiteros y el Estado

En 1989 terminó el primero de los dos juicios en el que se condenó a 13 de los 38 aceiteros que estaban relacionados con el envenenamiento. Solo dos fueron condenados a pasar más de una década en prisión, el industrial Juan Miguel Bengoechea, propietario de la empresa RAPSA, y Ramón Ferrero, de la firma RAELSA. Culpable fue también el Estado según la Justicia que lo condenó, en 1997, como responsable civil subsidiario del envenenamiento por autorizar el uso de la anilina y por no llevar a cabo protocolos de actuación que evitaran el desvío del aceite manipulado al consumo humano.

Un hecho que permitió que las personas afectadas recibieran unas de las indemnizaciones más grandes de la historia de nuestro país, pero que, denuncia Carmen, vino con truco: “Parece que fueron indemnizaciones curativas. Nuestros muertos todavía estaban calientes cuando se promulgó un decreto que decía que si en algún momento teníamos alguna indemnización todas las ayudas que nos estaban dando iban a ser descontadas”. Así fue según ha asegurado: “Se nos descontaron más del 25% de las ayudas. Los profesores, los médicos, la leche artificial que daban las madres a sus bebés y hasta las muletas salieron de las indemnizaciones”. “Hasta se nos descontó el dinero para enterrar a los muertos”, ha confesado Miguel Ángel.

40 años después, siguen sobreviviendo

Los afectados dicen no querer más diálogo sino una “reparación moral y de dignidad”. Ahora esperan un acto de reconciliación, la creación de un comisionado que se ocupe de todos sus problemas y, sobre todo, ha incidido Carmen, que se promueva el centro de referencia de su enfermedad en Madrid. “Queremos incapacidades para los que no han podido trabajar jamás y, también, que se estudie en la universidad nuestra enfermedad ya que, se estudia otras enfermedades de otros países, pero mucho personal sanitario no sabe cómo enfrentarse a este síndrome por desconocimiento”, ha añadido.

Por último, desde la Coordinadora de la Plataforma Seguimos Viviendo su presidenta ha aprovechado su presencia en la televisión pública para concienciar a la población sobre las buenas cualidades del aceite de colza: “El que a nosotros nos envenenó era veneno con anilina, no el aceite de colza”. Una estigmatización dice, que no debe tener este producto y, mucho menos los afectados: “Hemos pasado como si no estuviéramos y queremos estar en los libros de historia. Ese es el mayor dolor: el abandono”, ha concluido.