Adios al "qué dirán": Campillo de Ranas, una isla de tolerancia LGTBI en la España rural
- Muchos miembros del colectivo LGTBI reconocen haberse visto forzados a abandonar el pueblo para hacer visible su sexualidad
- En España el 26% de las personas LGTBI ocultan su orientación sexual y el mundo rural suele ser para ellas un entorno hostil
Lesbianas, gais, bisexuales, transgénero. Muchos miembros del colectivo LGTBI reconocen haberse visto forzados a abandonar el pueblo para hacer visible su sexualidad. No es el caso de un minúsculo pueblo de Guadalajara, Campillo de Ranas, todavía una excepción en el panorama rural.
“En los años 80 aquí vivían seis o siete personas. Aquí, un señor que tocaba una caracola en la Plaza Las Cortes y soltaba el ganado... Era como trasladarse a la edad media”, nos cuenta Francisco Maroto, alcalde de Campillo de Ranas. “Era un pueblo muy rural. Las cuatro familias que vivían tenían ganado, cabras. Pero eran gente muy agradable que nos abrió sus puertas”.
Francisco tiene ahora 57 años, es madrileño y formó parte del grupo de jóvenes románticos que buscaron en los ochenta una nueva vida en el medio rural. Así fue cómo llegó a Campillo de Ranas, noroeste de Guadalajara, un pueblo que ha experimentado una transformación extraordinaria en los últimos cuarenta años. Ya son 50 vecinos. “Nuevos pobladores”, dice el alcalde, “nuevos rurales, gente que ha encontrado su espacio, que le gusta la naturaleza y, por supuesto, gente con la mente bastante abierta. Casi todos de Madrid”.
Al principio, nos cuenta Paco, les llamaban hippies. Madrid queda a hora y media y Campillo se convirtió en su refugio. Luego, ya en los 2000, llegó el boom de las bodas gays. “Todo pasó por un acto militante mío, que yo dije, voy a casar, cuando había alcaldes que dijeron que iban a objetar porque no querían formalizar matrimonios entre homosexuales. Y a partir de ahí se montó un follón mediático que nos puso en el mapa y nos dio mucha publicidad", ha afirmado.
Más de mil bodas celebradas
Desde 2005, Paco, casi veinte años alcalde en Campillo de Ranas, lleva celebradas más de mil bodas, muchas de parejas del mismo sexo. En el pueblo están orgullosos de ser una isla de tolerancia en la España rural como pudimos comprobar con algunos vecinos:
“No conozco a nadie que tenga la sexualidad oculta”, nos dice Carmen, asesora fiscal residente en Campillo desde hace diecisiete años. "Nunca ha habido eso de 'ay, mira, ese es gay'. No, no, no. Aquí ha habido mucha tolerancia toda la vida”, recalca Antonia, a la que hemos pillado metiendo un poco de leña a las puertas de su casa.
La belleza de Campillo de Ranas, arquitectura negra en pizarra, apuntaló el éxito. Ahora funcionan en el pueblo: hay 16 casas rurales, 15 apartamentos, un albergue, un bar, cuatro restaurantes. En el bar La Fragua, su dueño, Antonio Cerón, nos confirma que "hoy en día solo hay una explotación ganadera, en extensivo, que es de vacuno, pero el resto ya es restauración o casas rurales".
Buscamos por el pueblo distintivos LGTBI, alguna pancarta, algún guiño al colectivo. No hay. Sin airearlo con banderas arco iris, Campillo de Ranas se ha convertido en un pueblo de la España interior radicalmente distinto. "¿Cuál es la diferencia?" Responde Paco, el alcalde: "Pues que aquí nadie se esconde". "Yo creo que el mismo porcentaje de parejas gay lo hay en cualquier pueblo de España lo único que en mi pueblo existe tolerancia y que no necesitan estar en el armario para ir al bar, para pasear, para constituir una pareja. Esa es la única diferencia", aclara.
No es poca. Todavía hoy en España el 26% de las personas LGTBI ocultan su orientación sexual y el mundo rural suele ser para ellas un entorno hostil. La excepción, discreta y tranquila, es Campillo de Ranas. Ha abandonado la cultura campesina pero ahora es una aldea liberada de prejuicios y ajena al qué dirán.