Mauthausen: el infierno que revelaron las fotografías del republicano español Francesc Boix
- 200.000 prisioneros, entre ellos republicanos españoles, fueron esclavizados en las canteras y túneles de los campos de concentración donde fabricaban el armamento secreto del ejército alemán
- Los nazis crearon una inmensa red de subcampos destruidos después para borrar cualquier vestigio de los crímenes cometidos
- Esta investigación muestra, con fotografías salvadas por el republicano español Francesc Boix, el hambre, el miedo y la violencia
- Ya puedes ver "Mauthausen, el campo del horror" en RTVE.es y a las 23.55 en La 2 de TVE
Mauthausen fue uno de los campos de concentración más aterradores del régimen nazi: 200.000 prisioneros de toda Europa, ellos unos 7.500 republicanos españoles, sufrieron 7.500 republicanos españoles torturas y vejacionespara satisfacer la ambición sin límites de Hitler. Más de la mitad de ellos murieron. A pesar de los esfuerzos del régimen del Tercer Reich por borrar las huellas de estos crímenes, 2.000 fotografías salvadas por el español Francesc Boix y otros deportados en Mauthausen han servido para elaborar esta investigación y sacar a luz, el infernal día a día de estos presos en los campos de concentración y exterminio nazis.
Una desgarradora visita a un campo de concentración sin retorno
En 1938, Hitler ordena construir Mauthausen. El primer campo de concentración en suelo austriaco al que le seguirían alrededor de otros cuarenta más creados en los siguientes años. El llamado sistema de Mauthausen se convirtió en la piedra angular de los proyectos de grandeza de Adolf Hitler: las faraónicas construcciones y la fabricación de armamento.
Mauthausen, situado en lo alto de una zona de canteras, resultaba un emplazamiento idóneo. “Lo más importante de la fortaleza era su aspecto. La intimidación, el dominio absoluto”, afirma Daniel Simon, presidente de la Amicale de Mauthausen de París.
La abundante mano de obra para la extracción de piedra en las canteras la constituían 200.000 prisioneros, considerados por los nazis enemigos del III Reich. Cada día, en la cantera adyacente al campo, 4.000 hombres subían los 186 peldaños de la "escalera de la muerte" y arrancaban bloques de granito de más de 50 kilos.
“Si te enviaban ahí, sabías que no saldrías con vida“
“Como hicieron en otros muchos campos, las SS convirtieron el día a día de los prisioneros de Mauthausen en una rutina de tortura, violencia y muerte”, relata la historiadora Jan-Ruth Mills. “En enero de 1941 -añade- fue declarado campo de no retorno. Si te enviaban ahí, sabías que no saldrías con vida”.
La industria oculta del III Reich
Gusen, a 5 Km de Mauthausen, emulaba el mismo modelo atroz de esclavitud. “Había tiempo para trabajar y tiempo para morir”, asegura Martha Gammer, presidenta del Comité Memorial de Gusen.
“No deja de resultar irónico que aquellos presos tuvieran que trabajar en unas armas, que se emplearían contra ellos mismos“
Durante largos meses, miles de prisioneros de guerra horadarán túneles a 40 metros bajo tierra. Allí, el III Reich escondía toda una industria armamentística sin precedentes. “En esta inmensa instalación subterránea se fabricó cerca del 80% de todo el fuselaje empleado para aviones, y lo hicieron presos de Gusen”, dice el historiador del Comité Memorial de Gusen, Rudolf Haunschmied. Un lugar estratégico donde además se construyó y probó el V2, el primer misil de largo alcance de la historia. “No deja de resultar irónico que aquellos presos tuvieran que trabajar en unas armas, que se emplearían contra ellos mismos y sus países”, subraya Christian Dürr, historiador del monumento conmemorativo de Mauthausen.
Francesc Boix y la investigación que no pudo con el deseado olvido
De los túneles, los barracones, las cámaras de gas o los hornos crematorios poco ha quedado. Berlín ordenó a las SS borrar cualquier prueba de los crímenes cometidos en los campos de exterminio nazi.
“Era un material sensible, una prueba irrefutable de lo que sucedía en el campo“
Pero el republicano Francesc Boix, deportado en Mauthausen, había fotografiado los horrores del espantoso día a día de los presos recluidos. “La cantidad de imágenes de Mauthausen no las tenemos de otros campos. Era un material sensible, pero que por otro lado sería una prueba irrefutable de lo que sucedía en el campo”, señala Rosa Torán, historiadora de la Amicale de Mauthausen.
Gracias en parte a las más de 2.000 fotografías salvadas por Francesc y otros prisioneros de Mauthausen, esta investigación revela la crueldad y las atrocidades sin límites cometidas por la siniestra red de exterminio del III Reich.