La Sierra de Guadarrama, la vía de escape para los madrileños, crece un 28% en visitas en el último año
- Los madrileños han aprovechado los cierres perimetrales para redescubrir la comunidad
- Pueblos como Patones, pasan de tener 20 habitantes en semana a 2.000 en el fin de semana
- Te contamos más el jueves a partir de las las 23:55 en La 1 de RTVE: “¡Qué corra el aire!”
Ser turistas dentro de nuestra propia comunidad ya es algo normal tras el Estado de Alarma y los cierres perimetrales pertinentes. Uno de los casos más sonados es el turista madrileño. Este último, como no puede viajar, va cada fin de semana a pueblos o espacios naturales cercanos a la capital. Esto ha generado grandes colas, espacios masificados y una sensación constante de que hay mucha gente en cualquier sitio, aunque ha sido el salvavidas para la hostelería. Lo analizamos en Comando Actualidad bajo la mirada de uno de sus reporteros.
La Mirada de Silvia P.Arroyo
Todavía no son las 10 de la mañana de un sábado y el parking del Valle de la Fuenfría, en Cercedilla, ya está completo. Estamos en plena Sierra de Guadarrama, uno de los Parques Nacionales que mayor crecimiento de visitas ha experimentado en el último año: un 28% según datos del Ministerio para la Transición Ecológica. Las restricciones y cierres perimetrales han provocado una gran presión turística en espacios naturales como éste que unidades como la del Seprona tratan de proteger.
El Cabo de la Guardia Civil Oscar Jiménez da el alto a un grupo de excursionistas para recordarles las normas de uso y paseo en este entorno “Desde el punto de vista sanitario, intenten no crear grupos, mantengan la distancia de seguridad en la medida de lo posible y utilicen la mascarilla”. Muchos son asiduos de la montaña, otros visitan esta parte de la sierra por primera vez. Todos tienen en común el deseo de aire puro, naturaleza y espacio y coinciden en que poder disfrutar de un enclave como éste a menos de una hora de casa es un privilegio que hay que cuidar. “No es cuestión de limitar el acceso a los espacios naturales, es cuestión de educación”, recalca un senderista.
A nadie le gusta la masificación, ni a los urbanitas reconvertidos en excursionistas por un día ni a los más ligados a la montaña. Conviven y se lo toman con resignación, incluso con humor: “Esto a veces es como la calle Preciados. Si no podemos viajar, venimos todos a los mismos sitios”.
Pueblos que pasan de tener 20 habitantes en semana a 2.000 en fin de semana
Los pueblos de la sierra se han convertido en la vía de escape que tienen más a mano los casi 7 millones de habitantes de la Comunidad de Madrid que de momento tienen los viajes restringidos. Estos pueblos viven desde hace meses una dualidad incómoda: por un lado, el sector de la restauración y la hostelería está haciendo su particular agosto tras los duros meses de confinamiento. Por otro, muchos vecinos están incómodos con la afluencia turística que acaba por obligarles a recluirse en casa y a presentar quejas constantes debido a la cantidad de basura que queda en el pueblo y no se recoge hasta que pasa el fin de semana. Uno de los ejemplos paradigmáticos a esta situación lo encontramos en Patones de Arriba, a unos 70 kilómetros de la capital. Este pueblo ha pasado de tener 20 habitantes entre semana a recibir cada fin de semana a más de 2.000 visitantes. En el programa escucharán las opiniones de todos: turistas, vecinos y empresarios locales.
“Sensación constante de que hay mucha gente en cualquier sitio”
La alta densidad de población de Madrid comparada con el espacio disponible provoca la sensación constante de que hay mucha gente en cualquier sitio. Esto también lo hemos comprobando acudiendo al gran pulmón verde de la capital, la Casa de Campo. Más de 1.700 hectáreas lo convierten en el parque urbano más grande de Europa. Y, sin embargo, un domingo parece que no cabe nadie más: atletas participando en un duatlón, deportistas “domingueros” que nos cuentan que salen con la bici más por las cañas y los torreznos del aperitivo que por la ruta en sí, familias y grupos de amigos que hacen picnic a la orilla del lago, parejas que disfrutan de los emblemáticos restaurantes de la zona, visitas guiadas para conocer el parque y sus alrededores… la Casa de Campo, y otros muchos otros lugares, se han convertido en hervidero de deportistas y en refugio de quienes están redescubriendo (o descubriendo) Madrid y se han convertido en turistas de sus propias ciudades.