El "efecto semilla" del 15M: de canalizar la indignación a impulsar la participación social
- Los ciudadanos interesados por la política han pasado del 20 al 40 % en apenas dos décadas
- Aunque por debajo de la media europea en cuanto interés, España está a la cabeza en manifestaciones
El Movimiento 15M llegó a las plazas españolas hace diez años como un tsunami de indignación, pero el terremoto que levantó esta gran ola de protestas comenzó a gestarse mucho antes, a principios del nuevo milenio, en una época de movilizaciones muy intensa y de un mayor interés por la política que acabó por dispararse con la crisis económica. Aunque su efecto se ha diluido, las réplicas de aquel movimiento que sacudió a la sociedad española han dejado su impronta al "normalizar" la protesta e impulsar otras formas de participación social.
España, un país donde se ha repetido durante décadas el mantra de "es mejor no meterse en política", cambió aquella primavera. ¿Qué es la participación política 10 años después del 15M?
De la España del 'No a la guerra' al 15M
El interés por la política en España ha sido tradicionalmente bajo. El porcentaje de personas que decían estar muy o bastante interesadas en la política solía rondar el 20 %. Sin embargo, hace aproximadamente dos décadas, comenzó a subir coincidiendo con las movilizaciones antiglobalización, las protestas en defensa de la universidad pública y contra la gestión del primer gobierno de mayoría absoluta del PP con manifestaciones como las del 'No a la guerra' o el Prestige.
Con la crisis económica terminó de dispararse hasta alcanzar el 41 % en 2014 -año en el que Podemos logra entrar en el Parlamento Europeo-, según los datos de la Encuesta Social Europea, que en España coordina el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Y aunque este porcentaje está ahora por debajo de la media europea y de las cifras de otros países como Alemania, Francia y Reino Unido, se ha mantenido estable desde entonces alrededor del 40 %.
"El interés en la política es normalmente contracíclico. Cuando las cosas van mal la gente se interesa por la política y cuando van bien no", explica Pablo Simón, politólogo y profesor visitante de la Universidad Carlos III de Madrid. "La desafección política institucional más la crisis económica es lo que termina provocando el 15M; y el 15 M, a su vez, retroalimenta el mayor interés por la política. Supuso la repolitización de una parte importante de la sociedad (...) e introdujo un nuevo repertorio de participación en los movimientos sociales. Tiene un efecto semilla o de irradiación que luego veremos en las mareas, en el 8M o en el Fridays for Future", resume.
En el mismo sentido se pronuncia Quim Brugué, catedrático de Ciencia Política en la Universidad de Girona: "Cuando se habla de un aumento del interés por la política, quizá, es un aumento del enfado por la política". Brugué, uno de los autores participantes en el libro Tras la indignación: los efectos del 15M que acaba de publicarse, añade que el "aumento de la participación política tiene que ver con el malestar, con el inicio de la crisis del Estado del bienestar en el mundo occidental. El 15M es un grito en esta dirección. Aquella situación social, económica e, incluso, política en la que todos nos sentíamos tan cómodos y confortables, se había acabado, era un cambio de época".
Cada vez más interés en "meterse en política"
Carol Galais, investigadora postdoctoral Ramón y Cajal del departamento de Ciencia Política y Derecho Público de la Universidad Autónoma de Barcelona y también responsable de un capítulo del libro junto a otras autoras, apunta también a otra cuestión: el reemplazo generacional. Además del contexto de movilizaciones y crisis económica, señala Galais, hay una sustitución de "la cohorte de españoles educada activamente en la alineación política durante el franquismo" que también tiene que ver con este mayor interés por la política que desemboca en el 15M. Ese interés se ha mantenido en torno al 40 % desde 2014.
De hecho, cada vez menos españoles están de acuerdo con la frase "es mejor no meterse en política" tan repetida en muchos hogares durante la dictadura e, incluso, la Transición. En el siguiente gráfico puede verse como el porcentaje de los españoles que está de acuerdo con esta expresión ha bajado más de diez puntos en una década, hasta situarse en el 41,7 %, según los datos de los barómetros del CIS. Y hay una clara brecha de edad: solo un tercio de los jóvenes de entre 18 y 24 años está de acuerdo con que "es mejor no meterse en política", frente a algo más de la mitad (53,8 %) de la población de 65 años o más.
Como refleja el gráfico, de forma paralela al interés por la política, suben los ciudadanos que creen que esta "tiene una gran influencia en la vida de cualquier ciudadano" y bajan los que están de acuerdo con que "el voto es la única forma en que la gente puede influir en lo que hace el Gobierno". En este último caso el descenso más acusado se da justo después del 15M.
La "normalización" de la protesta que trajo el 15M
Todas estas formas de implicación política -manifestaciones, firma de peticiones, colaborar con partidos o plataformas ciudadanas, etc...- aumentaron precisamente tras el 15M y-, aunque ahora estén en niveles más bajos que hace diez años, siguen teniendo más peso que hace dos décadas, según la Encuesta Social Europea.
"El porcentaje de gente interesada en la política puede ir subiendo y bajando, pero la tendencia es creciente porque después de cada uno de esos 'shock' queda un poso de gente más interesada por la política que es superior a la anterior. Con la participación política pasa igual: la protesta sube y baja según lo que ocurra en el contexto, pero cada vez se populariza más, se vuelve más normal. Es uno de los efectos del 15M, "normalizar" la protesta, algo que se consideraba muy disruptivo, muy marginal, de repente pasa a ser una opción totalmente válida y normal", explica Carol Galais.
La irrupción de Podemos canalizó estas demandas del 15M y sirvió de "catarsis", según Galais. "Cuando la gente ve que tiene la posibilidad de votar a Podemos -que es algo más fácil de hacer desde sus casas, algo que parece que sin mucho coste puedes llegar a incidir más en el espacio público si consiguen representación y formar parte del Gobierno-, la gente decide dejar un poco esta movilización más intensa y volver a la comodidad de sus casas, aunque las actitudes siguen ahí (...) Saben que su aparición 'mató' entre comillas el ciclo de protestas".
España, un país de protestas en las calles
Pese a que la movilización ya no es tan intensa como 2011, cerca del 20 % de los españoles responde afirmativamente cuando se le pregunta si ha participado en una manifestación en el último año, según datos de la última Encuesta Social Europea. De hecho, los españoles son los ciudadanos europeos que más se manifiestan, muy por encima de la media y también de otros países como Alemania y Reino Unido. Desde 2002, solo los islandeses han superado a los españoles puntualmente por la llamada Revolución de las cacerolas de 2008-2011.
El catedrático Quim Brugué explica esta realidad por la "desconfianza" hacia las instituciones y los mecanismos de relación con ellas, una "herencia del franquismo". "En España tenemos menos tendencia a utilizar mecanismos de relación con los parlamentarios, mecanismos de firmas, de escritos de protesta… formas de relación más institucionalizadas con la política. Y, como no confiamos en estos canales, tenemos más tendencia a la movilización en la calle", declara a DatosRTVE.
"En España se ha normalizado la protesta de manera muy rápida desde la Transición porque nuestros actores políticos -los partidos- nos han llamado a manifestarnos contra ETA, contra el matrimonio homosexual [el PP], etc.", argumenta el politólogo Pablo Simón, que apunta a una doble explicación. El segundo componente es que tenemos unas instituciones poco receptivas a nuestras demandas (...) Es un sistema poco poroso a las demandas ciudadanas que acaban canalizándose a través de las protestas", concluye.
¿Ha tocado España techo el interés por la política? Carol Galais cree que no. Para que ocurra tienen que hacer una renovación generacional y un "nuevo desajuste entre las expectativas de esta generación y la oferta del sistema político", lo que podría surgir en no demasiado tiempo, según esta experta. Ha estado a punto de ocurrir con el cambio climático, pero aquel movimiento se vio frenado por la pandemia. Está por ver qué pasará cuando por fin llegue la nueva normalidad.