Independientes y oposición marcarán la pauta en la nueva Constitución de Chile
- Copan más de dos tercios de los 155 hombres y mujeres que reemplazarán la Constitución impuesta por la dictadura militar
- La derecha es la gran perdedora de esta elección al conseguir menos de un tercio de los escaños
- El presidente Piñera reconoce el batacazo: "Los ciudadanos han enviado un mensaje alto y claro"
Los numerosos ciudadanos que se presentaban de forma independiente -48 escaños- junto a los grupos de centro e izquierda que conforman la oposición -27 de Apruebo Dignidad y 25 de Lista del Apruebo- han obtenido más de dos tercios de los 155 escaños de la convención que redactará la nueva Constitución, según arrojan los resultados con más del 90 % de los votos escrutados. Además, 17 cupos están reservados para los pueblos indígenas originarios y habrá paridad entre hombres y mujeres, algo inédito en el mundo.
La derecha, que se presentó en una única lista conformada por los partidos del oficialismo -coalición de Gobierno-, con 38 escaños es la gran perdedora de esta elección al conseguir menos de un tercio de la convención -52 escaños-, el porcentaje necesario para influir en el contenido de la nueva Carta Magna y vetar artículos.
El presidente del país, Sebastián Piñera, que ha calificado como ganadores a los pueblos originarios y las mujeres del país, ha aceptado el batacazo de la agrupación a la que respaldaba -Vamos Por Chile- en unas elecciones "históricas" en la que "los ciudadanos han enviado un mensaje alto y claro al Gobierno y a las fuerzas políticas tradicionales" que él representa. En una intervención en la que todavía no estaba completado el escrutinio, el mandatario conservador ha querido reconocer que están "siendo interpelados por nuevas expresiones y liderazgos" y es deber de su gobierno "escuchar con humildad y atención el mensaje de la gente", indicó.
Los independientes arrasan contra todo pronóstico
En contra de lo que avanzaban los sondeos y con un sistema proporcional de conteo que favorece a los grandes partidos políticos, los independientes son los grandes ganadores en los históricos comicios y, aunque carecen de filiación partidaria, en su gran mayoría están alineados con ideas progresistas.
"Los sectores que buscan la transformación han obtenido un triunfo tremendo y eso consolida la necesidad de una Constitución democrática y hecha desde la base", ha declarado el precandidato presidencial por el Partido Comunista, Daniel Jadue. "Hay un cuestionamiento de la clase política, la gente quiere cambios, quiere ilusiones nuevas, quiere propuestas", agregó por su parte el excanciller y precandidato presidencial Heraldo Muñoz, del socialdemócrata Partido por la Democracia (PPD).
Los independientes buscan canalizar las demandas ciudadanas de la crisis social de 2019 -que se resolvió con la convocatoria del proceso constituyente- y su irrupción es vista por muchos expertos como el comienzo de un nuevo modelo de política ciudadana y el certificado de defunción de los desprestigiados partidos. Entre ellos hay desde activistas sociales, abogados y profesores hasta actores y escritores.
El cambio triunfa pese a la baja participación
Los 2.731 locales de votación cerraron a las 18:00 hora local (24:00 en España), lo que permitía a los vocales de mesa comenzar el conteo de votos de los comicios más importes del país en años. La nueva Ley Fundamental reemplazará a la impuesta por la dictadura militar y construirá un nuevo pacto social. Esta Constitución debe ser redactada en un plazo máximo de 12 meses y sometida a referéndum en 2022. De ser aprobada, será la primera que nace de un proceso plenamente democrático y participativo en toda la historia chilena.
En la primera jornada electoral del fin de semana, el sábado, votó el 20,44 % del electorado -más de tres millones-. Los chilenos decidieron dividir los comicios en dos días para evitar aglomeraciones en pleno receso de la pandemia, con casi el 50 % de la población objetivo -15 millones- vacunada con las dos dosis. Es el sufragio del país más importante desde el plebiscito de 1988, que puso fin al régimen de Augusto Pinochet (1973-1990).
La participación total no ha superado hasta el momento el 43 %, quedando por debajo del 50,9 % registrado en el plebiscito del pasado octubre, convocado como una salida a la crisis social y en el que el 80 % de los electores decidieron derogar la actual Carta Magna, foco de críticas por fomentar la privatización de servicios básicos.
Desde que el voto dejó de ser obligatorio en 2012, ninguna elección ha superado el 50 % de participación -a excepción del plebiscito- y el suelo se registró en las municipales de 2016, cuando solo votó el 34,9 % del padrón. "Con datos parciales del sábado, la megaelección se parece más a una elección municipal que al plebiscito", lamentó el analista director de la consultora Tres Quintos, Kenneth Bunker.
La derecha necesitaba un tercio de los escaños
Se habían publicado pocas encuestas sobre los resultados de los comicios, aunque hay consenso en que la clave estaba en si los defensores del actual modelo económico -principalmente la derecha gobernante- eran capaces de conseguir un tercio de los escaños, cifra imprescindible para influir en la construcción de las nuevas reglas del juego.
En un ambiente de gran desafección hacia los políticos tradicionales, una baja participación beneficiaba al oficialismo -gobierno actual de derechas-, que ha acudido unido a las urnas con una sola lista y cuyos votantes son más fieles, mientras que la oposición de izquierdas ha inscrito varias listas.
Además, los datos de participación del sábado mostraban que las prósperas comunas capitalinas de Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea, registraron una participación entre el 30 y el 41 % del padrón, mientras que comunas con menor índice socioeconómico como La Pintana, El Bosque y San Bernardo, registraron una participación no superior al 17 %. Esta diferencia participativa entre los sectores más acomodados y las zonas más pobres parecía dar una ventaja a la derecha que no se ha consumado.
Ante esta baja participación, el expresidente Ricardo Lagos (2000-2006), bajo cuyo mandato se acometieron grandes reformas constitucionales, como la democratización de la elección de senadores y la subordinación total del Ejército al Gobierno; considera que "hay todavía sectores que piensan que no es necesario expresarse y por eso creo que en la nueva Constitución tenemos que hacer que el derecho a voto sea obligación", dijo.