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Bob Dylan: el genio incansable cumple 80 años

  • Con seis décadas de carrera a sus espaldas, el cantautor sigue publicando discos con nuevas canciones
  • Inconformista y excéntrico, su trayectoria está jalonada de episodios que han forjado su leyenda

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80 años de Bob Dylan: sus canciones más icónicas

Bob Dylan es, posiblemente, la figura más influyente de la música pop y, con ello, un personaje clave de la cultura de la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI. Una afirmación quizá arriesgada, pero que cobra sentido cuando se aprecia el poso que ha dejado sobre generaciones posteriores el genio de Minesota, que este lunes cumple 80 años al pie del cañón.

Con seis décadas de carrera a sus espaldas y lejos de pensar en la retirada, Dylan -nacido como Robert Allen Zimmerman en 1941- continúa publicando discos con nuevas composiciones y lleva más de 30 años inmerso en una gira interminable, que solo se ha visto interrumpida por culpa de la pandemia.

Si por algo se ha caracterizado el poeta y cantautor a lo largo de su trayectoria -más allá de su genialidad como compositor y su amor por el trabajo- es por su inconformismo. Casi nunca hizo lo que se esperaba de él, lo que le ha llevado a protagonizar episodios que, a la postre, han forjado su carácter de leyenda viva de la música.

Bob Dylan cumple 80 años

Del folk al rock and roll

Uno de los momentos claves en su carrera tuvo lugar en 1965. En los años previos, un joven Dylan se había consagrado como referente de la contracultura y la defensa de los derechos civiles gracias a sus canciones folk, de letras comprometidas e interpretadas casi exclusivamente con guitarra de palo y armónica. Temas como "Blowin' in the wind", "A hard rain's a-gonna fall" o "The times they are-a-changin'" se habían convertido en himnos de una generación que soñaba con que las cosas podían ser diferentes.

Pero el 25 de julio de 1965 Dylan se presentó en el Newport Folk Festival -referente del género- respaldado por una banda de rock and roll y empuñando una guitarra eléctrica. Los fans más puristas se sintieron traicionados y le abuchearon. Pero su decisión supuso un importante impulso a su carrera, lo que le permitió ensanchar su audiencia y publicar algunos de sus mejores discos: Highway 61 revisited, Blonde on blonde o The basement tapes, álbum que grabó convaleciente tras un accidente de moto en 1966 y que no vería la luz hasta una década después.

Bob Dylan: su vida en imágenes

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  • Bob Dylan se hizo muy popular como cantautor folk a principios de los 60.

    Bob Dylan, en una imagen de sus inicios

    Bob Dylan se hizo muy popular como cantautor folk a principios de los 60.
  • Imagen de un joven Bob Dylan tomada en los años 60.

    Bob Dylan, en los años 60

    Imagen de un joven Bob Dylan tomada en los años 60.

Y cuando parecía abocado a seguir la senda del rock, se desmarcó de esa línea con Nashville skyline (1969), un disco country que supone otra de sus cumbres creativas.

Mediada la década de los setenta tuvo lugar otro de sus grandes giros de guión, cuando se embarcó en la gira Rollin' Thunder Revue, una especie de circo ambulante en el que, acompañado de amigos como Roger McGuinn, Joan Baez o el poeta Allen Ginsberg, recorrió escenarios de ciudades pequeñas en las que era poco o nada habitual ver a estrellas de su categoría.

Aquella gira está documentada en un reciente -y en parte falso- documental de Martin Scorsese, en el que el director de Uno de los nuestros mezcla realidad y ficción para retratar el legendario tour.

Bob Dylan: la otra cara del espejo

No menos sorprendente fue la etapa cristiana de Dylan, a finales de los setenta, que dio lugar a una trilogía de discos denostados y ensalzados a partes iguales. O su efímera sociedad con George Harrison, Tom Petty, Roy Orbison y Jeff Lynne en The Traveling Wilburys, el mayor supergrupo de la historia del rock, que solo publicó dos discos, el primero de los cuales es una obra maestra indiscutible del género.

Ya a finales de los noventa, se acercó al blues y al jazz en una de sus etapas más inspiradas, que dio como resultado álbumes como Time out of mind, Love and thef o Modern times, a los que siguió -ya en la segunda década del siglo XXI- una trilogía dedicada a versionar temas clásicos del cancionero norteamericano.

Bob Dylan, junto al resto de sus compañeros en Traveling Wilburys: Jeff Lynne, Tom Petty, George Harrison y Roy Orbison.

Bob Dylan, junto al resto de sus compañeros en Traveling Wilburys: Jeff Lynne, Tom Petty, George Harrison y Roy Orbison. EFE

La controversia del Nobel

Pero si hay un momento que muestra la excentricidad y peculiar personalidad de Bob Dylan es su negativa a recoger el Nobel de Literatura que le fue concedido en 2016, ante el estupor del sector más tradicionalista del gremio literario al ver como no solo se premiaba a un rockero sino que este se amparaba en motivos de agenda para no asistir a la ceremonia de entrega de un galardón con el que muchos escritores ni siquiera soñarían.

La Academia Sueca estuvo varios días intentando -sin éxito- comunicar a Dylan la concesión del Nobel, quien tardó dos semanas en asegurar que lo aceptaba, pero finalmente declinó asistir a la ceremonia de entrega porque, según dijo, tenía "otros compromisos previos".

La trayectoria de Dylan está jalonada de premios entre los que destacan -además del Nobel- un Oscar, varios Grammy, un Pulitzer y un Premio Príncipe de Asturias de las Artes, concedido en 2007. A ello se suman los más de 125 millones de copias vendidas de sus discos, 39 de ellos en estudio y varias decenas de directos y recopilaciones de todo tipo.

Es evidente que el cantautor no se mueve ya por el reconocimiento, sino por una ética de trabajo que le lleva a seguir produciendo música y actuando de manera incansable cuando muchos de sus compañeros de generación están prácticamente jubilados.

Ni siquiera la pandemia ha podido frenar su actividad ya que durante esos meses aprovechó para lanzar un disco con nuevas canciones, Rough and rowdy ways, que vio la luz el pasado verano e incluye uno de sus movimientos más ambiciosos: "Murder most foul", un tema de casi 17 minutos en los que resume la historia y la cultura de su país natal, Estados Unidos.

"Para mí no es nostálgica. No creo que “Murder most foul” sea una idealización del pasado ni algún tipo de celebración de un momento desvanecido. A mí me habla del presente", aseguró a propósito de la canción en una entrevista en The New York Times, la primera que concedía en cuatro años.

Es esa forma de mirar hacia adelante la que resume la trayectoria de los últimos años de Bob Dylan, empeñado en ser no solo un artista de (glorioso) pasado sino también de presente y de futuro, grabando discos y ofreciendo conciertos de manera regular. Al menos mientras sus fuerzas se lo permitan.