El cine, una tentación a la que ni el diablo ha podido resistirse
- Pedro Delgado Cavilla repasa las películas más diabólicas en el libro ¿Qué diablos vemos?
- "El diablo fascina porque el mal, igual que sobrecoge, puede impresionarnos, rebasarnos", asegura
El mayor desafío para un diablo es conseguir que caigamos en la tentación y, si es posible, quedarse con nuestra alma. Pero los diablos también tienen sus propias tentaciones; y a una de ellas no han podido resistirse: el cine, en el que han protagonizado películas y secuencias memorables desde el cine mudo. El cineasta, guionista y escritor Pedro Delgado Cavilla (Puerta del tiempo, Alexia) repasa la relación de los demonios con el cine el en libro ¿Qué diablos vemos?. El demonio en el cine (Diábolo Ediciones).
Y, para empezar, le preguntamos por qué cree que nos sigue fascinando tanto la figura del diablo: "Porque forma parte del misterio del Mal en el mundo. Algo que desde ninguna religión se ha acabado de explicar. Aunque personalmente me pregunto, con un punto de mordacidad, cómo vamos a resolver ese misterio, si nuestra primera preocupación no es paliar el dolor de los demás".
"Por otra parte, en cada uno de nosotros hay un componente de oscuridad -añade-. El diablo fascina porque el mal, a veces, igual que sobrecoge, puede impresionarnos, rebasarnos... El propio psicoanálisis ha llamado la atención de esto al hablarnos del sadismo y el sadomasoquismo".
Diablos casi tan antiguos como el cine
La figura del diablo en el cine es casi tan antigua como el propio cine. "El cine mudo ya está lleno de diablos -nos cuenta Pedro-. En algunos casos muy sorprendentes para la época. Como el que hace que San Antonio vea a una bella mujer en vez de un Cristo crucificado. Me refiero a Las tentaciones de San Antonio de Méliès en 1898. Y es que nuestra cultura judeocristiana influye profundamente en el cine".
Pero... ¿cómo ha evolucionado la figura del diablo en la historia del cine? y ¿Qué imagen predomina hoy en día? "Me parece un tanto equívoca. El film El exorcista (William Friedkin, 1973) marcó un hito en la historia, mostrándonos un ser poderoso y trascendente (por encima de nuestra realidad, de nuestro espacio tiempo). Alguien verdaderamente maligno, que viene a coincidir con algunos fenómenos parapsicológicos, tan inquietantes como para salir corriendo".
"Pero, al mismo tiempo, hay otra “corriente” que pretende mostrarnos a un ser que, casi, casi, va de buen rollo -añade Pedro-. Aunque la verdad no parece ser esa. Y lo que a mí me hace pensar es cómo en algunos casos donde la medicina no logra nada, lo consiguen sacerdotes y pastores (luteranos, calvinistas…), o un rabino hebreo. Esto, sin duda invita a reflexionar".
El libro
Preguntamos a Pedro cómo ha estructurado un tema tan amplio: "Lo organizo por temas, de manera que puede leerse desde cualquier parte. No es un tratado, al menos no lo pretendo, aunque mi admirado Alex de la Iglesia lo ha elogiado diciendo que está muy documentado. Toco temas muy dispares. El cine latinoamericano, exorcismos, íncubos y súcubos, las pelis de Álex de la Iglesia…"
"Yo siempre digo que mis libros son de “mesilla de noche” (a lo mejor este no, porque puede dar pesadillas, ja, ja, ja…). Si mi lector no se lo pasa bien, prefiero que vaya a la papelera. A la cama siempre me llevo libros que me entretengan".
Reírse del diablo
Como en los anteriores libros de la colección de cultura popular de Diábolo escritos por Pedro (¡Vamos a morir todos!, ¡Vamos a morir todos ! ¡Otra vez!), destaca el sentido del humor del autor. "La realidad es demasiado dura como para no ejercitarnos en la sonrisa, o abiertamente en la risa. Decía el filósofo Wittgenstein que “el saber y la risa se confunden”. La cita que más me gusta de Raymond Moody, el médico que estudió y publicó en Vida después de la vida las extrañas experiencias de gente que aparentemente salía del cuerpo al fallecer, pero le decían que tenía que volver, es de alguien que se encuentra con un inmenso ser de luz que lo arropa, envuelve y llena de felicidad. Y refiriéndose a ese ser de luz, indescriptible y enorme, inabarcable, dijo “noté que tenía sentido del humor”. Un día nuestros cerebrales estudiosos de tantas iglesias debería escribir una teología del sentido del humor. Aunque me temo que son demasiado serios e importantes para hacer algo así".
¿Exorcismos o pirotécnia?
Desde la mencionada El exorcista, los exorcismos constituyen todo un subgénero, pero a veces creemos que los directores se pasan con la pirotecnia. "Tienes razón -asegura Pedro-. Me parece que hay mucho de pirotecnia. En el libro cuento un caso aterrador que conocí en 1973, en esos años, que yo colaboraba con el parapsicólogo Germán de Argumosa. Aquello estaba pasando en París. La anécdota que refiero está muy por encima de todo lo que se ve en El exorcista. El matiz diferenciador es que, en la realidad, en casos que implican exorcismos porque trascienden lo ordinario, tales sucesos tan tremendos son puntuales. De lo contrario se volverían locos los exorcistas. No serían situaciones soportables".
Pero no todos los demonios de este libro pertenecen a la religión judeocristiana. "Por ejemplo -asegura Pedro-. En el libro cito los tulpas, las creaciones mentales como la que narraba la estudiosa del Tíbet Alexandra David-Neel. Estas formas de pensamiento parece que pueden independizarse y volverse agresivas".
La censura española, un enemigo al que ni el diablo pudo vencer
Pedro Delgado Cavilla dedica un capítulo a 'El demonio en la censura española', un enemigo al que ni ellos pudieron vencer. "Quería hablar sobre ello precisamente porque no se ha tratado. Para este capítulo me ayudó con su investigación la abogada Aránzazu Soler Garijo, especialista en cine y derechos de autor. El asunto no es solo o no es tanto el papel que ha jugado el diablo, como el que han determinado ciertas instituciones civiles y religiosas, en una España muy de boina calada hasta las cejas, donde incluso te sentías culpable por comer más de una torrija en Semana Santa. Ahora a causa de esos excesos estamos viviendo lo contrario. Es una cuestión pendular".
Los mejores diablos de la historia del cine... y los peores
Después de repasar la historia de los diablillos en el cine, preguntamos a Pedro cuáles cree que son los mejores: "Sin duda los más inquietantes: Pazuzu, el de El exorcista; el de Una noche en el monte Pelado de Disney; el de Poltergeist, fenómenos extraños; Louis Cypher de El corazón del ángel, protagonizado por el extraordinario Robert de Niro y, probablemente, el Lucifer de la peli Constantine, interpretado por un excelente Peter Stormare".
También le preguntamos por los cinco más ridículos: “El diablo gigante o el milagro de la Señora, de Méliès (1901); por cómico el Satanás de Un día con el diablo de Cantinflas; el del Fausto de Sokurov; el diablo-gárgola verde de Gargoyles, interpretado por el jugador de fútbol americano Bernie Casey (el pobre no tuvo la culpa) y cualquiera de ellos en los dibujos animados durante los años 20 y 30".
Por último preguntamos a Pedro si tiene algún proyecto similar a este que nos pueda avanzar. "Como periodista, muy bien preguntado. Pero me reservo la sorpresa" -concluye-.