'Housing First', el programa de vivienda gratuita para los 'sintecho': "La casa no es un premio, es un derecho"
- Este sistema de asistencia sustituye a los tradicionales albergues por el acceso directo a la vivienda
- Un 96% de los que han tenido acceso al programa han mantenido la vivienda y ha mejorado su seguridad y su bienestar
"A nadie le gusta vivir en la calle, pero es que a nadie le gusta vivir en un albergue tampoco", asegura a RTVE.es Maribel Ramos, subdirectora de la fundación Hogar Sí. Esta ONG es pionera en España en introducir el sistema de atención a las personas sin hogar Housing First, que le da la vuelta al sistema tradicional o "modelo en escalera" y permite a las personas sin hogar acceder directamente a una vivienda.
Actualmente, para salir de la calle, estas personas se tienen que enfrentar a una empinada escalera, por la que va subiendo peldaños "en base a criterios de meritocracia". Si cumple varios requisitos, puede entrar a un centro de día, si cumple otros luego pasa a un albergue y finalmente, si tiene mucha suerte, puede conseguir una ayuda para entrar en una casa. El programa de Housing First Hábitat, por el contrario, plantea "saltarse todos esos escalones y ofrecer un acceso a la vivienda" a aquellos en situación más extrema, ya que "la casa no es un premio, es un derecho", defiende Ramos.
Hogar Sí lanzó el programa Hábitat en 2014 ofreciendo las primeras 28 viviendas a personas que llevaban años en la calle, a personas con discapacidad o con problemas de consumo de alcohol y cuyo proceso de inclusión social era más difícil que el de otros. Siete años después, son 300 las personas que disfrutan del acceso a un alojamiento individual y Hogar Sí ha lanzado este martes, junto a la Asociación Provivienda, la primera evaluación del programa realizada en España hasta la fecha.
“Las personas que están en la calle no es porque quieran, sino porque no les damos la respuesta adecuada“
Según el estudio, que compara a aquellos que han accedido al programa con otro grupo que ha recurrido al sistema de inclusión tradicional, el Housing First funciona. Un 96% de los inquilinos han mantenido sus viviendas 18 meses después. "Eso significa que las personas que están en la calle no es porque quieran, sino porque no les damos la respuesta adecuada", afirma Ramos.
Además, aumenta la felicidad y la satisfacción entre los que están en una casa y no en un albergue. Es más fácil para ellos "algo tan sencillo como alimentarse o asearse", ejercen menos la mendicidad, utilizan en menor medida los servicios sociales y disminuye la posibilidad de sufrir odio o violencia en la calle.
Otros beneficios son la mejora de la salud mental y el apoyo social que reciben de su familia. Simplemente el poder tener una casa facilita el acceso al teléfono y así a la comunicación con otras personas. Ramos señala algo que para la fundación es fundamental: "La gente tiene capacidad de control y elección sobre su vida". Decidir quién entra en su casa, qué tipo de ocio hacen o cómo organizan su tiempo, algo imposible en la calle.
Finlandia, el modelo para acabar con el sinhogarismo
Por el momento en nuestro país el modelo Housing First, nacido en los años 90 en Estados Unidos, es minoritario. Ramos destaca que en Barcelona, Madrid, Asturias o Mallorca, sí que se está invirtiendo este programa, "pero no hay ninguna administración para la que esta sea su apuesta mayoritaria".
Para Hogar Sí uno de los modelos es el de Finlandia, un país en el que se apostó hace años por el Housing First y que se ha convertido en el único de Europa que ha conseguido reducir el número de personas sin hogar. "En Helsinki solamente hay 50 plazas de emergencia. Gracias al modelo de apoyo a la vivienda hay una rotación constante", señala la subdirectora de la organización.
Lo que ocurre en España es que la gente entra en albergues, sale a la calle y vuelven de nuevo al albergue, una "rueda de hámster" que excluye a las personas necesitadas de atención y que en último término provoca la cronificación del sinhogarismo. Ramos pide a las administraciones públicas un "paso firme" en la apuesta por el modelo de Housing First frente al tradicional, ya que además de los aspectos positivos que tiene para los beneficiarios, es "más eficiente económicamente".
El freno del precio del alquiler
El estudio muestra que la inversión económica realizada en pagar pisos en alquiler es similar al de mantener infraestructuras como los albergues, mientras que "si todo este programa se pudiera realizar en vivienda pública, como sería razonable, el coste mensual estará por debajo del coste de los programas tradicionales".
Ramos cree que es más beneficioso eliminar los pasos intermedios "que no aportan valor", ya que con el sistema actual los recursos se destinan a mantener estos centros y no llegan para el último paso, el más vital, que supone el acceso a la vivienda.
Uno de los mayores escollos para implantar masivamente el sistema Housing First es el alto precio del alquiler en buena parte de España, por lo que desde Hogar Sí recuerdan que "esto no es un problema de servicios sociales, es un tema de políticas de vivienda". Piden que se implique también el Ministerio de Transportes y Agenda Urbana, que durante la pandemia incluyó a las personas sin hogar como colectivo prioritario en el acceso a un alojamiento. Recuerda, sin embargo, que es mayor el coste de "mantener un albergue de 300 plazas" como los que hay en las grandes ciudades.
"No es normal que hayamos asumido que formen parte del mobiliario urbano"
Para Hogar sí, un programa como Hábitat puede ser una de las soluciones para acabar con el sinhogarismo, especialmente para aquellas personas en situación más extrema -las personas beneficiadas llevan una media de 11 años en la calle-. Recuerdan que el sinhogarismo, a pesar de ser un problema "muy grave en términos de alcance humano", no lo es tanto cuantitativamente.
“Si somos capaces de gestionar un pueblo grande, cómo no vamos a gestionar este problema“
En España hay entre 8.000 y 14.000 personas en esta situación, tantos como los habitantes de "un pueblo grande", según la comparación de Ramos. "Si somos capaces de gestionar un pueblo grande, cómo no vamos a gestionar este problema".
Cree que llevamos tanto tiempo viendo personas sin hogar que ya nos hemos acostumbrado: "Hemos asumido que es normal que haya gente durmiendo en la calle igual que haya farolas, lo que no debería ser normal es que asumamos que formen parte del mobiliario urbano", afirma. Recuerda que en cuanto se les da un mínimo de condiciones vitales, las personas sin hogar tienen una "capacidad brutal de resiliencia" y son la clave del éxito de programas como este.