Kevin y Jessica: la historia de cómo sobrevivir a una mara
- Dos víctimas de ‘Latin Kings’ y ‘Ñetas’ nos cuentan cómo entraron y cómo consiguieron salir
- La Policía Nacional calcula que en España hay unos 1.200 jóvenes dentro de estas pandillas
Kevin y Jessica son los nombres ficticios de jóvenes que formaron parte durante años de dos de las pandillas de origen latinoamericano más famosas: ‘Latin Kings’ y ‘Trinitarios’. Hoy, intentan ayudar a quienes están siendo o han sido víctimas como ellos.
Kevin, de origen ecuatoriano, era solo un niño. Cuenta que todo empezó por la enorme soledad en la que vivía: “No tenía atención en casa. Quería salir a la calle y mi madre estaba todo el día trabajando”. Su ‘bautizo’, la prueba que todos deben superar para entrar en el grupo, fue apuñalar a un ‘Ñeta’, miembro de una banda rival. “Me enseñaron a ser violento. Llegué a mucho más que herir a alguien. Estuve preso varias veces en varios centros”, reconoce. Todo eso le permitió llegar a ser uno de los cabecillas, un ‘rey Latin King’: “Tienes que ser el más violento para hacerte respetar”. Para eso hay que robar, atracar, transportar droga, apuñalar y hasta matar a alguien. Una vez que superas todos esos escalones, entras a formar parte de quienes captan a nuevos miembros. “Es muy importante atraer a menores. Si yo mato a alguien, se culpa al menor para que no le pase nada a nadie”, explica.
““Es muy importante atraer a menores. Si yo mato a alguien, se culpa al menor para que no le pase nada a nadie”“
También tienen un papel muy importante en estos grupos las mujeres. “Hay que pelear, acuchillar, robar. Igual que un hombre”, cuenta Jessica. Ella entró hace años en los ‘Trinitarios’ cumpliendo una función básica: la de pasar información de bandas rivales: “Yo iba invitada a otras fiestas y les pasaba información. Tenía que decirles qué hacían, quiénes estaban”.
Los dos coinciden en que el sistema está basado en la violencia y, sobre todo, en la venganza.
Tocar fondo para intentar salir
Ellos tocaron fondo y se dieron cuenta de que necesitaban salir de allí. “Mi madre lloraba, se le partía el corazón de ver a su hijo en la cárcel, en una cabina”, cuenta Kevin. Fue ahí cuando abandonó la mara, aunque no fue fácil: “Me persiguieron y me apuñalaron”. La experiencia de Jessica fue aún más dura. Se quedó embarazada y abortó por miedo a las consecuencias: “Busqué a un camello y le compré pastillas para abortar en casa”, relata. A partir de ahí, decidió salir: “Tuve amigos cercanos que murieron, amigas apuñaladas, mi pareja. Quedarme embarazada fue el fondo del pozo. Tenía mucho odio”. Consiguió abandonar el grupo, pero ha estado amenazada: “Si me pillan, me matan. Han llegado a venir a casa y decirme: estamos esperando que salgas para matarte”.
“"Tuve amigos cercanos que murieron. Quedarme embarazada fue el fondo del pozo"“
Siete maras y 1.200 miembros en toda España
‘Ñetas’, ‘Latin Kings’, ‘Trinitarios’, ‘Black panters’. Son algunos de los siete grupos que, según la Policía Nacional, operan en España. Su actividad comenzó en 2001 y se calcula que tienen captados a unos 1.200 jóvenes en todo el país. Están, sobre todo, en Madrid, Barcelona y Valencia. Durante el confinamiento la actividad ha estado algo dormida, pero ahora está volviendo a repuntar. Esta semana, en Alcorcón, ha sido detenido un joven por apuñalar a otro. Eran miembros de maras rivales.
Según Alberto Díaz, de la iglesia Evangélica, todas las víctimas tienen un perfil muy parecido. “Provienen de familias desestructuradas, hogares con problemas entre los padres y enormes dificultades económicas. Son niños y niñas que pasan mucho tiempo solos”. El problema, concluye, es que la banda se convierte en su familia.