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Turismo Rural

Fornells: el escondite de la langosta menorquina

  • Situado al norte de Menorca, este pueblo pesquero se encuentra rodeado de torreones defensivos de la ocupación británica
  • De su gastronomía destaca su famosa langosta, pero también sus quesos de Denominación de Origen de Mahón
  • Puedes ver el reportaje en "Agrosfera" y los sábados a las 10 horas en La 2 de TVE

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Vista de Fornells desde la torre inglesa.
Vista de Fornells desde la torre inglesa.

Cuando en 1708 los británicos, comandados por Sir Edward Whitaker, iniciaron la conquista de Menorca desde el norte se encontraron un pequeño poblado pesquero que apenas opuso resistencia a su avance: Fornells. La Guerra de Sucesión Española había dividido a españoles entre borbónicos y austracistas, y los habitantes de Menorca, en su mayoría aragoneses alejados de su patria, nunca habían derrochado especial simpatía por el candidato francés, por lo que recibieron a los británicos con los brazos abiertos.

Los británicos consumaron su avance bombardeando el único punto defensivo del norte de Menorca, el Castillo de San Antonio, que se había acabado de construir apenas 40 años antes. Ante el incesante fuego de los cañones ingleses, la escuadra franco-española que ocupaba a posición no tardó en rendirse, y así fue como el pueblo que había crecido a su alrededor, Fornells, inició una época de bonanza bajo la ocupación británica.

Menorca había sido desde hacía tiempo un punto de primera prioridad para los británicos, que ansiaban el control marítimo comercial del Mediterráneo y precisaban de un punto de avituallamiento para sus buques. Menorca se prestaba para estos menesteres, presentando en su orografía dos puertos naturales de gran envergadura. El de Mahón, considerado en la época el mejor puerto del mediterráneo occidental, y el de Fornells, de un tamaño nada desdeñable.

Castillo de San Antonio

Castillo de San Antonio

Una isla olvidada

De hecho, los británicos jamás llegaron a entender como el Imperio Español había infravalorado y descuidado una plaza tan importante para el control del mediterráneo como Menorca. "Nunca obtuvo el reconocimiento estratégico que se merecía hasta la llegada de los ingleses", explica a al equipo de Agrosfera, Borja Corral, arqueólogo especializado en el patrimonio británico de la isla. Con el objetivo de conservarla a toda costa (algo que hicieron hasta el final de la guerra y la firma del Tratado de Utrecht en 1713), los ingleses construyeron un sistema de torres defensivas a lo largo de toda la costa.

El atractivo de las torres es su rentabilidad, no solo son rápidas de construir, su eficiencia está optimizada

Una de estas torres fue construida no muy lejos de las todavía humeantes ruinas del castillo de san Antonio. Un torreón circular, con una plataforma rotatoria en su punto superior, que podía ser defendido con un reducido contingente y que era capaz de repeler cualquier incursión en la bahía de Fornells. "El atractivo de las torres es su rentabilidad, no solo son rápidas de construir, su eficiencia está optimizada. Una única pieza de artillería permitía abatir cualquier enemigo en 360 grados", detalla Corral.

Bajo el parapeto de esta obra de la ingeniería bélica, el pueblo del mismo nombre prosperó hasta convertirse en algo parecido a lo que podemos encontrarnos hoy en día. A pesar de que los soldados británicos fueron expulsados de la isla tras la firma del tratado, los ingleses de un modo u otro nunca se fueron del todo de la isla tal y como nos demuestras los datos actuales: un tercio de los turistas que la isla recibe cada año vienen de Reino Unido.

Torre de Fornells

Torre de Fornells

Tenazas al amanecer

¿Por qué se quedaron los británicos? La respuesta parece obvia: un clima benigno, un relieve costero privilegiado… pero también una gastronomía única. Fornells podría parecer un pueblo pesquero más de la isla, pero en realidad es uno de los escondites mejor guardados del crustáceo más preciad de la isla: la langosta menorquina. Su temporada se extiende de abril a septiembre y sus capturas están destinadas casi exclusivamente a su comercialización en restaurantes, que en temporada alta llegan a pagar hasta 65 euros por cada kilo de este decápodo.

"Yo empecé la pesca con mi padre con 16 años. Mi padre ya era pescador y mi abuelo también y creo que mi bisabuelo también fue pescador", cuenta Oriol Riera, cuarta generación de una familia de pescadores de este crustáceo. Y añade: "Eran otros tiempos porque antes mi abuelo por ejemplo empezó a pescar a remo, luego ya se pusieron los motores".

Para obtener estas preciadas capturas, Oriol sale del puerto de Fornells a las seis de la mañana, una hora antes del amanecer. Después navega hasta aguas abiertas dejando atrás la bahía y con la primera luz del día comienza a recoger las redes que ha dejado el día anterior. Por un momento, el torno solo escupe rocas y limo abisal, pero unos pocos minutos después los primeros ejemplares comienzan a aparecer

La medida de la langosta tiene que tener 9 centímetros de cabeza. Si no da la medida la tiras al agua y a lo mejor la coges dentro de 2 meses

"Ayer por ejemplo cogimos 25, hay días que coges 10, a lo mejor otro día coges 30..."-, comenta Oriol, que se ve obligado a devolver algunas capturas de vuelta al agua por no cumplir con las medidas mínimas. Y detalla un requisito indispensable de esas capturas: "La medida de la langosta tiene que tener 9 centímetros de cabeza. Si no da la medida la tiras al agua y a lo mejor la coges dentro de 2 meses".

Los pescadores de Fornells recogen la primera red de langostas

Los pescadores de Fornells recogen la primera red de langostas.

Queso de brisa marina

Sin embargo, la langosta no es el único atractivo culinario de la localidad. Si por algo se ha caracterizado Menorca a nivel gastronómico en los últimos años es por su queso denominación de origen de Mahón, un producto lácteo sometido a estrechos controles para garantizar su proceso ecológico.

"El queso se elabora a partir de leche cruda de vacas frisonas, lo envolvemos en un trapo que posteriormente prensamos, lo que le da esta forma característica, ni redonda ni cuadrada, sino paralelepípeda", explica María Antonia Morlá, granjera y quesera tradicional de la zona. Tras este proceso el queso guarda reposo, y será ese tiempo de curación lo que hará que el queso reciba diferentes denominaciones. Fresco si permanece entre 2 y 3 semanas, semi-curado si reposa 6 meses, y añejo si sobrepasa los 365 días.

“Somos una pequeña mancha en medio del mar, la brisa marina se pone en la hierba que comen las vacas y esto se nota en el producto

"Somos una pequeña mancha en medio del mar, la brisa marina se pone en la hierba que comen las vacas y esto se nota en el producto. Es un sabor más ácido-salado, sin ser exagerado, ideal para combinar con pera y uva", propone Maria Antonia.

Antonia explica la elaboración del queso artesano de Mahón.

Antonia explica la elaboración del queso artesano de Mahón.

En tierra y mar

La isla de Menorca fue declarada Reserva de la Biosfera en 1993 por la Unesco, una protección que se hizo extensible a su entorno marítimo en 2019. Todo este patrimonio natural y cultural se recoge ahora en el Faro de Cavallería, un enorme complejo de señales marítimas edificado sobre la roca jurásica del cabo más norteño de la isla (geológicamente, Menorca no deja de ser un extremo de la cordillera pirenaica que antes de descender a las profundidades marítimas repunta ligeramente conformando la orografía de la isla).

El faro, construido en 1856, se fue automatizando a lo largo del siglo pasado, lo que provocó la readaptación de su espacio para alojar el presente Centro de Interpretación de la Reserva. Un lugar que actualmente recibe múltiples visitas de turistas y grupos escolares.

La óptica que tenemos aquí se montó en 1922, el año que viene cumple 100 años

Todo lo que queda de la familia que en su día vivió en el faro es Damià Coll, cuyo padre fue farero en Cavallería durante 40 años y cuyas funciones, adaptadas a los tiempos modernos, heredó. "De pequeño hasta los 5 años más o menos vivimos siempre cada día, y después yo, me imagino porque conocía un poco la profesión, también me hice farero", comenta Damià, que no pude evitar mirar con asombro el mecanismo de la linterna. "La óptica que tenemos aquí se montó en 1922, el año que viene cumple 100 años. Es la única pieza tan grande que queda en Menorca y es difícil encontrar una máquina que después de 100 años siga funcionando", resalta Coll.

Faro de Cavallería

Faro de Cavallería