Mamadou llegó con 13 años a Canarias y hoy se prepara para la EBAU: "Nadie deja su casa porque quiere"
- Dejó Guinea-Conakry con 13 años en busca de un futuro mejor para su familia“
- "Cuando me subí al cayuco me di cuenta de que me estaba jugando la vida”
Mamadou Keita tenía 13 años cuando se dio cuenta de que en Guinea Conakry su futuro no estaba asegurado. Dijo adiós a los suyos y se subió un cayuco para intentar cruzar el Atlántico y llegar a Europa. "Tuve mucho miedo. Cuando te subes te das cuenta de que te estás jugando la vida, de que ya nada depende de ti. No sabes si estás tomando la decisión correcta, si volverás a ver a tu familia".
Mamadou tuvo suerte y consiguió llegar a Gran Canaria. Hoy tiene 18 años, habla español con acento canario y se está preparando para hacer la EBAU porque quiere estudiar Magisterio. Le gustaría ser profesor de Historia o de Educación Física. Mamadou se está viendo reflejado estos días en los cientos de niños que han llegado a Ceuta desde Marruecos. "Me da lástima. Nadie sale de su casa porque quiere. Nos vamos porque lo estamos pasando mal. Yo sé que emigrar no es fácil. Lo que te impulsa a irte es buscar una situación mejor para volver algún día y ayudar a la familia”, explica.
Por eso, Mamadou dedica parte de su tiempo a ayudar a los menores que llegan a Gran Canaria desde África. “Cuando llegas aquí no conoces a nadie, ni la cultura ni el idioma. Pero hay gente buena que te acoge y te ayuda. Yo intento hacer lo mismo”.
El “padre blanco” de Mamadou
Una de esas “personas buenas” es Alejandro Morales, director del Hogar Cardones, el centro en el que estuvo tutelado Mamadou, que le considera su “padre blanco”. “Mamadou es el claro ejemplo de que si a estos chicos se les da una oportunidad y un poco de apoyo pueden llegar donde quieran”, asegura Alejandro.
La obsesión de Morales es combatir el discurso de odio contra estos menores que emiten algunos partidos políticos. “Queremos demostrar que el mensaje que lanzan algunas personas que salen de la cueva no es verdad. Delincuentes hay en todos los sitios, la nacionalidad no es el problema. El problema son las condiciones que han tenido. La clave es darles una oportunidad”. Mamadou la tuvo y hoy sueña con poder volver a su país para ver a su familia. “Me acuerdo cada día de Guinea Conakry”, reconoce.
La importancia de una acogida digna
“Los movimientos solidarios de la ciudadanía están ayudando a neutralizar esos discursos antinmigración, pero hacen falta medidas políticas que garanticen la convivencia en las Islas", explica Juan Carlos Lorenzo, presidente de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR). Lorenzo cree que los ‘macrocampamentos’ instalados por el Gobierno en Canarias no sólo no resuelven el problema, sino que lo agravan. “Es una fórmula fallida. Las personas no saben hasta cuándo van a estar allí y para qué. Además, las condiciones materiales son precarias y eso genera problemas de convivencia y deterioro emocional en los migrantes”, asegura.
Las llegadas de migrantes a Canarias han crecido un 133% en lo que va de año con respecto al mismo período de 2020, con un incremento de las llegadas de menores. “Canarias tiene capacidad para acoger a unos 600 niños y, actualmente, hay 2.600. Así es imposible acogerlos en las condiciones adecuadas para afrontar procesos de inclusión e integración”, afirma Lorenzo, que considera que es fundamental se mantengan los traslados de estos menores a la Península para que el sistema no colapse.
“El peligro está toda la ruta”
La ruta canaria es la más peligrosa para llegar a Europa, según la Organización Internacional de las Migraciones. El año pasado murieron 849 migrantes. “El peligro está en toda la ruta, desde el momento que salen porque son embarcaciones muy precarias”, nos cuenta Roberto Basterreche, jefe del Centro de Coordinación de Salvamento Marítimo en Las Palmas.
Uno de los momentos críticos es la salida porque se suelen producir muchos naufragios. Otro de los problemas más frecuentes es que la embarcación quede a la deriva por un fallo del motor. Y por, último, el rescate no está exento de riesgos. “La aproximación es delicada. Si se ponen muy nerviosos, las maniobras son muy complejas. Todos se quieren subir a la vez y eso puede hacer que vuelque la embarcación”. Afortunadamente, el cayuco de Mamadou consiguió superar todos esos momentos críticos y hoy sueña con poder volver a su país para poder ver a su familia. “Me acuerdo cada día de Guinea Conakry”, reconoce.