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Los premios Quirino rinden homenaje a Juan Padrón, maestro del cómic y la animación cubanos

  • “Él querría que se le recordara riéndose”, asegura su hija Silvia
  • La joven también ha presentado el último cómic de su padre, la autobiografía Mi vida en Cuba

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Silvia Padrón en el homenaje a su padre en los Premios Quirino, en Tenerife
Silvia Padrón en el homenaje a su padre en los Premios Quirino, en Tenerife

El ilustrador, historietista, guionista y director de cine cubano Juan Padrón (1947-2020) nos dejó el 24 de marzo de 2020 a causa del coronavirus. Pero su legado permanecerá porque realizó el primer largometraje de animación cubano: Elpidio Valdés (1979), con el que nació uno de los personajes más famosos de la animación internacional. Sin olvidar obras maestras como Vampiros en la Habana (1985) o las series Quinoscopios y Mafalda que realizó junto al gran Quino.

Su hija Silvia Padrón ha presidido el homenaje que los Premios Quirino han dedicado a este gran maestro de animadores y también ha presentado el último cómic de su padre, Mi vida en Cuba (Reservoir Books), una autobiografía en la que narra su infancia en Cuba y sus inicios en el mundo del cine y que, desgraciadamente no pudo concluir. Aunque dibujó hasta el mismo día antes de ser ingresado en el hospital.

“Mi padre querría que se le recordara riéndose”

Silvia nos confiesa que: “A mi padre le gustaría que se le recordara riéndose, haciendo bromas… Tenía mucha magia para contar historias. Las escenificaba, las dibujaba, hacía las voces… Hubo algún crítico que le recriminó que él era un guionista que sabía dibujar. Pero mi padre no se lo tomó mal porque con lo que disfrutaba era con contar historias, de la forma que fuera”.

Como cuenta en su autobiografía, Juan Padrón empezó a dibujar desde muy pequeño. El dibujo y la animación eran para mi padre su escape y su realización total. Según contaba mi abuela, desde que eran pequeñitos él y mi tío, que apenas se llevaban 13 meses, solo se tranquilizaban cuando les compraban papel y lápices de colores. Mi papá dibujaba con una naturalidad tremenda, parecía que le salían los dibujos a chorros. Siempre recordaré ese movimiento de su mano del que salían los dibujos. Era increíble”.

Mauricio Vicent y Juan Padrón y detalle de la portada de 'Crónicas de la Habana'

Mauricio Vicent y Juan Padrón y detalle de la portada de 'Crónicas de la Habana' Astiberri

‘Mi vida en Cuba’

Reservoir Books acaba de publicar Mi vida en Cuba, la autobiografía de Padrón que, como decíamos, no pudo concluir. Pero que es un fantástico retrato de la Cuba del Siglo XX, desde que los antepasados de Padrón viajaron a la isla (desde Asturias y Canarias), las luchas contra los españoles, el imperialismo norteamericano, la dictadura de Batista, la revolución Castrista, la Guerra Fría el bloqueo económico de EE.UU. Y todo mientras vemos cómo va naciendo su pasión por el cómic y la animación.

Una de las anécdotas más divertidas es cuando Juan Padrón se casó con una rusa y se fue a vivir a Moscú, con unos suegros que se pasaban la vida intentando echarlo. “Es muy interesante –asegura Siilvia Padrón-, porque retrata esa relación de Cuba con Rusia, desde una historia muy personal. Mi padre sabía muy poquito ruso, pero tenía la capacidad de hacerte creer que sabía hablar en cualquier idioma. Lo mismo te hablaba en japonés que en indio, en inglés, en chileno… era muy bueno con los acentos. Por eso puso tantas voces en sus películas”.

“Después de volver de Rusia se casó con mi mamá que era gallega -continúa Silvia-. El convivió mucho con mis dos abuelos gallegos y eso también lo aprovechó para su obra”.

Portada de 'Mi vida en Cuba', de Juan Padrón

Elpidió Valdés, un ídolo para los cubanos

Aunque en España no sea muy conocido, el personaje de Elpidio Valdés (un coronel mambí que lucha por la liberación de su patria del colonialismo español) es uno de los grandes ídolos de Cuba. “Ni yo te sabría definir lo que es Elpidio Valdés para los cubanos porque es muchas cosas –asegura Sillvia-. Es un símbolo grandísimo y muy potente para resumir lo mejor de lo cubano. Tiene una capacidad de emocionar y de hacer reír que da lo mismo las veces que veas las películas, porque siempre te emocionan. Creo que es la obra que más consenso genera en Cuba. Todo el mundo está de acuerdo en que Elpidio es uno de nuestros tesoros”.

Lo curioso es que los censores cubanos le pararon el personaje durante dos años porque les recordaba a Superman. También es interesante cómo Juan Padrón cuenta en el cómic cómo logró hacer las tres primeras películas de animación cubana sin apenas medios. “Le encantaba esa época porque aprendió lo que más le gustaba: hacer películas. Fue un momento de mucha creatividad en el que en Cuba trabajaba gente de muchos países y eso le sirvió para aprender”.

Páginas de 'Mi vida en Cuba', de Juan Padrón

A veces los “haters” dicen que mi papá era un instrumento del régimen para adoctrinar a las masas –confiesa Silvia-. Lo curioso es que él se tropezaba constantemente con funcionarios que le decían que lo que hacía no era lo correcto. Por ejemplo, le decían que cómo iba a hacer una película de vampiros cuando se había derramando tanta sangre en Vietnam. Incluso después de triunfar Elpido, no le dejaron hacer más películas durante dos años para ver cómo reaccionaba la gente ante el personaje. Y cuando acabó Vampiros en la Habana (1985) le dijeron que había sido una decepción y que no se iba a estrenar. Menos mal que el público acudió masivamente a los cines y rompió récords de taquilla”.

“Pero su filosofía ante las dificultades era no dejar de crear nunca, aunque te sigan diciendo que no” –añade Silvia-.

Páginas de 'Mi vida en Cuba', de Juan Padrón

Jan fue uno de sus maestros

Cuando entró como aprendiz en los estudios de animación uno de sus maestros fue nuestro Jan (Superlópez), que pasó unos años en Cuba trabajando como animador e historietista. “Uno de los días en que he visto más feliz a mi padre fue cuando se reencontró con Jan en Madrid hace seis años. Fue su primer maestro, el primero que le exigió, porque Jan no era nada complaciente. Incluso cuando mi papá era ya un creador reconocido en todo el mundo seguía tratando a Jan con devoción”

Animó a Mafalda

Otros de los trabajos más famosos de Juan Padrón fueron los que realizó con el gran Quino: Quinoscopios y Mafalda. “Con quino fue una relación de amor a primera vista -asegura Silvia-. Desde que se conocieron se amaron y se entendieron perfectamente. Mi papá tenía un respeto total por Quino y se puso a su servicio, lo que también es una muestra de la humildad de mi padre. Porque la admiración por Quino era tremenda”.

Silvia trabaja para mantener el legado de su padre

Actualmente, Silvia está trabajando para mantener el legado de su padre y para crear un centro cultural inspirado en su obra, que se llamará La Manigua: “Será un espacio donde habrá clases y talleres de animación, de cine, artes plásticas… todo lo que implique un desarrollo de las capacidades infantiles. Se trata de que la obra de mi padre sea la inspiración para nuevos pequeños artistas, que puedan aprender jugando. Será un sitio donde los niños podrán descubrir sus talentos a la vez que están en contacto con las artes. También habrá exposiciones, conciertos, teatro… Una cinemateca con obras de todo el mundo. Es un gran centro de creación y aprendizaje”.

Mi padre tenía la habilidad de que las frases de sus películas acabasen convertidas en parte de la cultura popular de Cuba. La gente usa constantemente diálogos de sus películas, a veces sin saber de dónde salen, lo que demuestra cómo ha calado su trabajo en nuestra sociedad” – concluye Silvia-.

Fotograma de 'Vampiros en La Habana' (1985). Rtve