El ministro de Exteriores húngaro: "Bruselas quiere gestionar la inmigración. Nosotros queremos pararla"
- El gobierno de Budapest no oculta sus diferencias con Bruselas, sobre todo, en materia migratoria
- Hungría ha inoculado la vacuna rusa “Sputnik V” y ya habla de absoluta normalidad
- El programa “Europa 2021” entrevista a Péter Szijjaártó, ministro de Exteriores de Hungría
Viktor Orban es el “enfant terrible” de la Unión Europea. Su política ultranacionalista suele chocar con la política comunitaria y, más directamente, con otros Estados miembros de la UE. Ocurrió, a las claras, la semana pasada cuando los ministros de Exteriores de los 27 emitieron una declaración sobre el conflicto en Oriente Próximo descafeinada porque no contaban con la unanimidad de todos los socios europeos.
Budapest vetó los términos que quedaban reflejados en el último borrador. “Era tendencioso, desequilibrado y sesgado”. Son los calificativos utilizados por el titular húngaro de Exteriores, Péter Szijjártó, entrevistado en el programa “Europa 2021”. En su opinión, no reflejaba la realidad de los hechos: “Israel fue atacado por una organización terrorista y tenía todo el derecho a defenderse” y, según él, esa conclusión no aparecía en el documento.
La inmigración, frente de fricción con Hungría
No es nada nuevo. La política migratoria, la apertura de fronteras, las cuotas de refugiados siempre han distanciado a Hungría del resto, aunque en muchas de las discusiones sobre el tema –ahora que además se está negociando un nuevo Marco de Migración y Asilo- no suele estar solo.
El gobierno de Viktor Orban siempre ha tenido muy clara su posición al respecto porque defiende la tesis de que la inmigración, en general, “provoca inseguridad, riesgos culturales y, en estos momentos de pandemia, también sanitarios". Szijjártó no tiene dudas: “Hay que hacer todo lo contrario a lo que se hace. Bruselas quiere gestionar la inmigración y nosotros queremos pararla”
Sobre la reciente crisis con Marruecos, escenificada en la frontera de Ceuta, un único mensaje: “no se puede permitir que nadie entre ilegalmente en una de las fronteras exteriores de Europa”.
Budapest, en el centro de todas las discusiones
“Los húngaros hemos tenido que luchar por nuestra libertad durante toda muestra historia”, por eso, al ministro de Exteriores húngaro no le preocupa que su país siempre esté en el foco y en el centro de casi todas las discusiones. Sí le molesta que, en el inicio de las negociaciones del Plan de Recuperación, se quisiera condicionar el acceso a los fondos con el cumplimiento del Estado de Derecho, algo que afectaba directamente tanto a Hungría como a Polonia.
“Decir que no estamos comprometidos con la democracia, con el Estado de Derecho y con los Derechos Humanos es una mentira” y, para Szijjártó, la activación del artículo 7 del Tratado Europeo, que habla precisamente de la obligación de cumplir con los principales valores europeos, “trata de presión política y de chantaje”.
“Nuestro patriotismo, nuestra cultura y valores religiosos y cristianos, de familia… va contra la corriente general liberal” y, en palabras del jefe de la diplomacia húngara, ahí es donde está la clave de las diferencias.
Los derechos y las libertades en Hungría
"Aquellos que dicen que no tenemos libertad de prensa es porque no conocen el idioma húngaro. Los medios antigubernamentales, de hecho, son los que dominan el mercado mediático de mi país”, afirma Szijjártó, que añade que “confundir asuntos como ese con los recursos financieros de la UE es inaceptable”.
Hungría ha sido uno de los últimos de los 27 en ratificar la llamada “Decisión de Recursos Propios”, uno de los paquetes con los que se financiará el Plan de Recuperación y Resiliencia y una de las herramientas de la Comisión para emitir deuda común. Con el proceso en marcha, con los planes nacionales bajo la lupa de la Comisión y a la espera del desembolso, a principios de verano, de las primeras ayudas, Budapest sigue criticando el reparto de fondos. El gobierno húngaro cree que deberían repartirse en función del esfuerzo y los avances hechos por cada ejecutivo durante el primer año de crisis de la pandemia.
Más empleos y ya viviendo la “normalidad”
Péter Szijjártó cuenta a “Europa 2021” que toda la economía de su país se ha visto afectada económicamente por las restricciones, pero que han logrado sacar adelante, con la mayoría parlamentaria de la que disfruta el gobierno, un plan para que las empresas inviertan y mejoren su tecnología: “cuentan con el apoyo ejecutivo, pero deben mantener el empleo”. Y, por esa razón, asegura que en su país han podido "salvar el empleo" y llevarlo a máximos: “Contamos con 41.000 puestos de trabajo más que antes de la pandemia”.
Como en otros Estados, el turismo y la hostelería han sido los sectores que más han sufrido, pero el buen avance en las vacunaciones -5 millones de ciudadanos ya están totalmente inmunizados, la mitad de la población- les da confianza para salir adelante.
Es más, el mismo Viktor Orban ha anunciado esta semana que Hungría ya es el primer país que puede disfrutar de la vieja normalidad y, por ejemplo, ya no son obligatorias las mascarillas en los espacios abiertos.
La guerra de las vacunas
Un día antes de que el resto de los 27 empezara a vacunar, el 27 de diciembre de 2020, las autoridades sanitarias húngaras comenzaron a hacerlo. Desde el principio, acopiaron vacunas rusas y chinas, a pesar de no contar con la autorización de la Agencia Europea de Medicamentos, únicamente con el visto bueno del regulador nacional.
Budapest ya no se ha sumado a la última compra de Pfizer y Biontech decidida por la Comisión Europea porque asegura que tiene “reservas suficientes”. “Nunca hemos considerado las vacunas como un asunto geopolítico, sino como herramientas para salvar la vida de la gente”, dice el ministro de Exteriores húngaro: “si no las hubiéramos comprado, la economía aún habría abierto más tarde”.
Moscú seguirá siendo un socio cercano, pero en relación a Bielorrusia y el reciente episodio protagonizado por un avión de Ryanair desviado a Minsk mientras volaba hacia Lituania, Szijjártó se manifiesta en línea con el Consejo Europeo: “obligar a un avión comercial a aterrizar con una razón que no existe, una supuesta bomba, es inaceptable”. Y cree que “las medidas alcanzadas por los líderes europeos contra Bielorrusia –no sobrevolar el espacio aéreo bielorruso- son proporcionadas y pueden ser efectivas”.
Sin comentarios en torno a la detención de dos de los viajeros en ese vuelo: dos opositores, el bielorruso Roman Protasevich y su compañera, la rusa Sofía Sapega.