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Violencia de género

La vida sin Cristina: "Asesinaron a mi hermana y me convertí en madre"

  • La hermana de Cristina Pacheco, asesinada por violencia de género, relata el vacío que dejan estos crímenes en las familias
  • A veces, no solo hay que aceptar una pérdida irreparable sino también asumir el cuidado de niños que quedaron huérfanos
  • El 016 es el teléfono de atención a víctimas es gratuito y no deja huella en la factura; el correo es 016-online@igualdad.gob.es

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Una mujer sostiene en brazos a un niño.
Una mujer sostiene en brazos a un niño.

Cada vez que una mujer es asesinada en España por su pareja o expareja, el registro oficial de víctimas de violencia de género contabiliza el nuevo crimen machista y recoge una serie de datos como la fecha del asesinato, la edad de la víctima o la existencia de denuncia previa. Lo que no queda reflejado en las estadísticas es el enorme dolor y el gran vacío que esta lacra deja en la vida de familiares y seres queridos, quienes en muchos casos no solo tienen que recomponer su propio camino para seguir adelante sino que también asumen la responsabilidad de continuar con el que iniciaron las que ya no están.

En esta situación se encontró Mercedes Pacheco cuando su hermana Cristina fue asesinada el 27 de enero de 2003, año en el que precisamente arrancó el registro de víctimas. Tenía 34 años y tres hijos de 2, 4 y 11 años.

Su historia ha llegado a RTVE.es a través del número de WhatsApp vinculado al especial ‘Más de mil mujeres asesinadas’, que relata las vidas de las víctimas de violencia de género en España. Mercedes quiso participar en el homenaje para rendirle tributo a su hermana recordando quién era ella y también ha descrito cómo continuó su propia vida tras la tragedia familiar.

"Ahí estaban mis dos hijos, mi nueva familia"

"Asesinaron a mi hermana y me convertí en madre de dos niños". Esa es la frase que resume el gran cambio vital que provocó en Mercedes el doloroso asesinato de su hermana. Ella apenas había tenido contacto con sus dos sobrinos más pequeños desde que nacieron porque la distancia —los menores residían con su madre en La Rioja y Mercedes vive en Sevilla— había impedido que se vieran con regularidad. Sin embargo, el mismo día en que le comunicaron la triste noticia decidió que tenía que ser ella quien asumiera la crianza de los dos chicos.

"Directamente. Ni lo dudé. Se lo dije a mis padres. Dije 'estos niños no se quedan solos'. Mis padres habían criado al mayor de Cristina en Rota (Cádiz), pero eran muy mayores y no podían tener a dos niños tan pequeños. Uno venía aún con pañales. Y, bueno, yo siempre había querido ser madre porque me encantan los niños", explica Mercedes.

Tan curiosa es la vida, dice, que justo en aquel preciso momento, con 41 años, se entera de que la tienen que operar para extirparle el útero.

"La ginecóloga, que era amiga de la familia y ya estaba al tanto de que yo me quedaría con los menores, cuando desperté de la anestesia, me dice: ‘mira, Mercedes, tú siempre habías querido ser madre, ¿no? Pues ahora tienes a dos niños de una vez como por cesárea, ya que tienes hasta tus puntos dados y todo’”, cuenta.

‘Mira, Mercedes, tú siempre habías querido ser madre, ¿no? Pues ahora tienes a dos niños

Mercedes, que siempre ha sido una mujer fuerte, ha aprendido con el tiempo a quedarse con lo bueno que le dejó Cristina, pero asegura que los primeros días tras el asesinato fueron tremendamente dolorosos.

“Los niños de Cristina y las cenizas de Cristina llegaron después de un largo viaje en autobús desde Burgos hasta el Puerto de Santa Maria (Cádiz). Después de toda la noche viajando, llegaron a las diez de la mañana. Mis padres y yo esperamos en la estación del Puerto a que bajaran del bus y yo vi bajar poco a poco a todos. Por último, mi hermana Inma con las cenizas de Cristina, y los dos niñitos pequeños huérfanos. Se me llenó el alma de una pena tan profunda difícil de explicar. Y ahí estaban mis dos niños, mis nuevos hijos, mi nueva familia”, revive Mercedes.

"Fue muy, muy duro el cambio en mi vida"

Ese instante fue el que marcó un claro 'antes y después' en ella. Pasó de la vida con Cristina a la vida sin Cristina:

"Yo hubiera vivido el duelo y hubiera seguido con mi vida normal porque al final te vas adaptando, pero yo no podía olvidarme de lo que había pasado porque tenía aquí a sus dos hijos. Fue durísimo, muy, muy duro el cambio de mi vida. Yo vivía sola y trabajaba, y de pronto me encuentro con dos hijos muy pequeños. Incluso Nico venía con pañales aún (...) Pero en todo momento lo afronté también con ilusión. Pensé 'palante, palante, palante' (...)", cuenta Mercedes.

También para los niños fue drástico el cambio, y tuvieron que vivir la ausencia de su madre biológica, el traslado a otra ciudad y la llegada a la casa de su tía, a la que casi no conocían, en un ambiente triste y marcado por los trámites.

"Un día colgué el teléfono con el abogado y Ángel, el que tenía cuatro añitos, me preguntó: 'Entonces, ¿tú vas a ser mi nueva mamá?'. Y yo le dije, 'sí, yo voy a ser tu nueva mamá'. Y él, abrazadito a mí, me dijo: 'Ya tengo una madre'".

Lo que vino después fueron más gestiones tediosas, y fue especialmente complicado, cuenta Mercedes, escolarizar al mayor de los dos hermanos en Sevilla porque el colegio no se lo puso nada fácil en un principio. Todo esto, después de haber pasado recientemente por quirófano y sin posibilidad de acceder a algo parecido a una baja maternal para poder adaptarse a los cambios. Por suerte, en su trabajo le dieron facilidades.

Me preguntó: 'entonces, ¿tú vas a ser mi nueva mamá?'

"Yo estaba completamente sola porque mi familia vive en Rota. Me tenía que llevar a los niños a todos lados conmigo. Me levantaba con una ansiedad que me moría y lo primero que hacia era vomitar y, una vez vomitaba la ansiedad, me ponía a vestir niños", dice.

Pese a todo, hacerse cargo de la tutela de los menores fue "lo mejor" que Mercedes ha hecho en la vida. Sus hijos ahora tienen 20 y 23 años, están terminando sus carreras y son estupendos deportistas, como también lo fue su madre biológica.

"Soy muy feliz con mis hijos y hemos creado una familia de tres muy sólida. Y Cristina desde el cielo tiene que estar contenta, muy contenta, de cómo van sus hijos",

El tercero de los tres hijos que tuvo Cristina creció en Cádiz y tiene ahora 29 años. Recientemente ha sido padre de "una niña preciosa" a la que ha llamado Cristina, "como su abuela”.

La vida que quedó rota por la violencia de género

En la madrugada del 28 de febrero de 1969 un terremoto sacudió Sevilla. La tierra tembló, una mujer se puso de parto y dio a luz a Cristina, la menor de tres hermanas.

"Era una niña preciosa, con una carita perfecta. Estudió en La Sagrada Familia de Urgel, del barrio de Nervión, al igual que Inmaculada (la otra hermana) y yo. Incluso nuestra madre también fue antigua alumna (...) Cristina era una niña muy deportista y una increíble gimnasta", cuenta Mercedes.

Las tres se criaron en el barrio de Nervión, en Sevilla, y pasaban los veranos en Rota, ciudad en la que Cristina se instaló cuando ya era adulta junto a su primer hijo, Luis, fruto de un primer matrimonio. Al cabo de unos años, por falta de trabajo en la provincia de Cádiz, la joven se trasladó a Santo Domingo de la Calzada, en La Rioja, donde encontró trabajo en el ámbito rural.

En esta segunda ciudad tuvo a sus otros dos hijos, uno junto a un hombre “muy bueno y trabajador”, y otro junto al que acabaría quitándole la vida.