Biden se compromete a acabar con el "racismo sistémico" cuando se cumple el centenario de la masacre de Tulsa
- El presidente ha instado a los estadounidenses a "reflexionar sobre las raíces profundas del terror racial"
- Ha recordado que familias y menores fueron asesinados a sangre fría y unas 10.000 personas quedaron sin techo
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha expresado este lunes su compromiso de acabar con el "racismo sistémico" en el país, con motivo del centenario de la masacre de Tulsa (Oklahoma), donde una turba de blancos acabó con las vidas de al menos 300 negros.
Para conmemorar esta fecha el mandatario ha publicado una proclamación presidencial en la que ha instado a los estadounidenses a "reflexionar sobre las raíces profundas del terror racial" y comprometerse con "la eliminación del racismo sistémico".
Biden ha recordado en el texto que familias y menores fueron asesinados a sangre fría y que unas 10.000 personas fueron dejadas sin techo.
A esto se sumó que "en los años siguientes a la destrucción ocasionada por la turba siguieron leyes y políticas que hicieron imposible una recuperación", ha dicho el presidente.
Biden hizo referencia a ordenanzas locales y medidas adoptadas por el Gobierno federal que impidieron que los vecinos negros pidieran préstamos para la reconstrucción, o a la construcción de una autopista que dividió a esta comunidad.
En consecuencia, "el ataque contra las familias negras y la riqueza negra en Greenwood persistió a lo largo de generaciones", ha subrayado.
Por ello, Biden ha considerado que el Gobierno de EE.UU. debe hacerse cargo y reconocer el papel que desempeñó en el pasado para arrebatar la riqueza y las oportunidades a las comunidades negras.
En ese sentido, ha manifestado el compromiso de su Administración a la hora de admitir ese papel de las autoridades y de abordar las desigualdades raciales con "inversiones históricas" en la seguridad económica de las familias y programas con fondos para pequeños negocios en zonas desaventajadas, entre otros.
Biden se trasladará mañana a Tulsa para conmemorar este centenario, donde se reunirá con algunos de los supervivientes de esta masacre y tiene previsto pronunciar un discurso.
Será el primer mandatario en el cargo que acudirá a la ciudad en esta fecha especial, y lo hace después de la ola de protestas por la justicia racial que ha vivido EE.UU. en el último año, desencadenadas por la muerte del afroamericano George Floyd tras ser asfixiado por policía blanco en Mineápolis (Minesota).
Tulsa, la masacre racista olvidada de EE.UU. cumple un siglo
El recuerdo de las llamas y los muertos fue tan terrible como las décadas de silencio oficial. Tulsa (Oklahoma) conmemorará el martes la mayor masacre racial en la historia reciente de EE.UU., cuando en 1921 una turba de blancos incendió y saqueó por completo Greenwood, uno de los barrios afroamericanos más adinerados de entonces en el país.
El horror empezó tras un encuentro en un ascensor en el que una adolescente de raza blanca, Sarah Page, acusó a un joven limpiabotas negro, Dick Rowland, de agredirla, pero eso nunca importó demasiado.
Entre el 31 de mayo y el 1 de junio de 1921 tuvo lugar la mayor masacre racista de la historia reciente de EE.UU., cuando una turba de blancos incendió y saqueó por completo Greenwood, uno de los barrios afroamericanos más adinerados de entonces en el país.
Más de 1.200 viviendas fueron arrasadas, saqueadas y quemadas con la connivencia de las autoridades locales en una tragedia de la que a fecha de hoy se desconoce el número exacto de muertos porque nadie quiso investigar, aunque ahora los historiadores sitúan los fallecidos en al menos 300.
Ni un solo detenido
Ni una sola persona fue detenida o afrontó cargos por lo sucedido en esa ciudad del centro de Estados Unidos, y nunca se pagó compensación a las familias que perdieron sus casas y sus pertenencias.
"Lo sucedido en Tulsa es esencial para entender la experiencia de los negros en este país, donde han sido objeto de violencia por los blancos supremacistas desde el comienzo", ha remarcado la historiadora Brenda Stevenson, profesora de estudios afroamericanos de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA).
Greenwood era una "comunidad vibrante", ha apuntado la historiadora, compuesta por gente que estaba "solo a una o dos generaciones como máximo de la esclavitud", y que había logrado crear "un distrito muy exitoso, una clase media muy sólida, con su propia vida social con teatros, iglesias, escuelas".
La masacre de Tulsa subraya "la noción persistente de que los afroamericanos son prescindibles, que nuestros logros pueden ser borrados, que nuestra historia puede ser suprimida", ha dicho Stevenson.
“No van a ser económicamente o culturalmente iguales“
Lo que querían los asaltantes blancos en 1921, ha indicado la experta, "era recalcar que si los negros van a vivir en nuestra sociedad, lo van a hacer como inferiores. No van a ser económicamente o culturalmente iguales".
80 años de silencio sobre la masacre
Durante décadas, los gobiernos locales, estatales y federales miraron para otro lado, y se tardó hasta 2001 para que la comisión creada por el estado de Oklahoma para documentar los hechos reconociese, por ejemplo, que las propias autoridades policiales de Tulsa habían suministrado armas a la multitud de asaltantes blancos.
Mary Elliott, comisaria del Museo de Historia y Cultura Afroamericana en Washington, ha identificado como causas de este prolongado silencio al "miedo a la amenaza de más violencia", así como a "la gente que huyó, los miles que se fueron" y a que para "quienes vivieron esa experiencia, contarla es casi volver a vivirla".
"Y, por supuesto, la gente responsable de la violencia también la quiso enterrar, del mismo modo que enterraron los cadáveres, sabiendo que es un trauma del que nadie va a querer hablar", ha explicado Elliott.
De la atroz masacre solo quedan tres supervivientes, todos ellos niños entonces y testigos del terror. Una de ellas es Viola Fletcher, de 107 años, quien compareció en marzo ante el Congreso, donde recriminó la desmemoria vivida.
“Nuestro país puede olvidar esta historia, pero yo no puedo“
"Nuestro país puede olvidar esta historia, pero yo no puedo. No lo haré, y otros supervivientes no lo harán, nuestros descendientes no lo harán", señaló en tono desafiante a los legisladores sobre lo ocurrido cien años atrás.