Masacre de Tulsa: desenterrando el horror
- Cien años después de la masacre racista, Joe Biden es el primer presidente que visita el lugar y pide recordar
- Un barrio negro fue arrasado por una turba blanca, no hubo arrestos ni recuento oficial de muertos: sucedió en Oklahoma
Al pasear por el barrio de Greenwood, en Tulsa, los pies se tropiezan constantemente con placas que rezan: "Destruido en 1921. No reabierto". Frente a cada negocio, una placa. Greenwood era hace un siglo uno de los barrios negros más prósperos de Estados Unidos y 1921 es la fecha de una de las peores masacres racistas de la historia.
Hace cien años, la noche del 31 de mayo, en plena época de la segregación y en pleno auge del Ku Klux Klan, los vecinos del barrio se fueron a dormir con una noticia explosiva en los periódicos: acusaban a un joven negro de agredir a una joven blanca.
Esa noche los despertaron el fuego y los gritos. Una turba de blancos quemaban sus casas y les disparaban al salir a la calle. Algunos utilizaron sus aviones privados para atacar el barrio. "Se desató el infierno", describe Joe Biden en un emotivo discurso en esta ciudad de Oklahoma.
Recuerda que no hubo arrestos, ni un recuento oficial de los muertos y que las aseguradoras se negaron a pagar los daños. "Pero hay masacres tan horribles que no se pueden enterrar, no importa cuánto se empeñen algunos", dice el presidente.
Las placas que ahora pisamos recuerdan los negocios que hicieron próspero este barrio: bancos, peluquerías, tiendas... todos en una calle que se ganó el apodo de Wall Street Negro. Todos destruidos hace un siglo, en esos días de odio, sangre y fuego. La mayoría nunca reabrió.
Ahora algunos son otra cosa. En 2020 Cleo Harris abrió una tienda de recuerdos en uno de los locales. Vende camisetas y tazas con la fecha de la masacre. "Para no olvidar lo que ocurrió aquí", nos decía. Porque él, como muchos de sus vecinos, reconoce que se enteró hace pocos años.
Fotos de la masacre como postales supremacistas
En la escuela nadie les contó esta historia. Y si se conservan bastantes fotografías en blanco y negro de las casas ardiendo, es porque en la época las convirtieron en postales, en iconos del supremacismo blanco. Souvenirs, pero de otra clase: recuerdos para los que se sentían orgullosos de la matanza.
La verdadera historia se enterró durante décadas. Pero hace un año, en junio de 2020, cuando visitamos la ciudad, Tulsa estaba en las portadas de todo el país. Las protestas contra el racismo sacudían Estados Unidos, era Juneteenth (19 de junio, la fecha en que se celebra la abolición de la esclavitud) y Donald Trump estaba a punto de aterrizar en un polideportivo para celebrar un mitin multitudinario en plena pandemia.
Que Tulsa fuese la ciudad escogida para el mitin a muchos les pareció una provocación. Esos días entrevistamos a J. Kavin Ross, uno de tantos descencientes de las víctimas. A su bisabuelo le destruyeron su negocio, huyó de Tulsa y nunca se recuperó. "Murió enfadado, porque no se hizo justicia", nos contaba.
Ross participó en la comisión creada hace veinte años para investigar lo ocurrido. Calculan que hubo unos 300 muertos, más de 10.000 desplazados, más de 1.000 edificios destrozados. Y sólo ahora la ciudad empieza a desenterrar la verdad y a buscar muertos en fosas comunes. Kavin Ross también está implicado en las excavaciones.
"Es mejor no remover el pasado"
El taxista que nos llevó a un cementerio donde están excavando, conducía contrariado. No le gustaba llevar a periodistas allí. Decía que recordar lo que pasó hace un siglo sólo iba a servir para crear división. Otros vecinos blancos de Tulsa nos repetían lo mismo: "es mejor no remover el pasado". Entre los que hacían cola para entrar al mitin de Trump, varios nos dijeron esa frase.
Ahora el presidente sí quiere remover el pasado. Joe Biden es el primer presidente estadounidense que ha visitado el barrio de Greenwood y se ha reunido con las víctimas. Y lo ha hecho, explica, "para iluminar, para estar seguro de que todos los estadounidenses conocen la historia completa. Estamos en un punto de inflexión como país".
Tres superrvivientes
Sólo quedan tres supervivientes. Dos mujeres y un hombre que entonces eran niños pequeños y ahora tienen más de cien años. Y siguen reclamando justicia. Nunca se les indemnizó ni se les reparó el daño sufrido. Los que sobrevivieron tuvieron que empezar desde cero. Muchos se hundieron en la pobreza. En Estados Unidos, la riqueza media de una familia blanca es casi diez veces mayor que la de una negra.
“Aún veo el humo y huelo el fuego. He revivido la masacre cada día. Puede que nuestro país haya olvidado, pero yo no puedo“
En el centenario de la masacre de Tulsa, Biden promete varias medidas para atenuar la brecha: apoyo a los propietarios y empresarios negros. Promete proteger el derecho al voto. Y promete memoria. "Las grandes naciones", dice, se enfrentan a su pasado.
Esto testificaba ante el Congreso, hace sólo unos días, Viola Fletcher, una de las tres supervivientes: "Aún veo el humo y huelo el fuego. He revivido la masacre cada día. Puede que nuestro país haya olvidado, pero yo no puedo".