La falsa relación entre imanes y vacunas: una explicación desde la ciencia y la magia
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Muchos nos habéis avisado a nuestro servicio de consulta por WhatsApp (659 800 555) sobre imanes o piezas de metal como monedas o cucharas que se mantienen adheridas a la piel de personas presuntamente vacunadas contra la COVID-19. Algunos de los vídeos, que se han hecho virales, aparecen sin contexto y en otros se aventura una explicación: con la vacuna les han inoculado un microchip que genera un campo magnético. Son bulos. Las vacunas no contienen microchips y cualquier objeto pequeño se puede sostener en el brazo por simple adherencia o mediante trucos de ilusionismo.
Los ingredientes de las vacunas son públicos y ninguno de ellos provoca atracción magnética. Si tienes curiosidad, te invitamos a consultar su composición en los documentos técnicos de la Agencia Europea del Medicamento: AstraZeneca, Pfizer, Moderna y Janssen. Además, se especifica la cantidad de líquido de cada dosis, 0,5 ml para todas salvo Pfizer, en cuyo caso es de 0,3 ml.
El catedrático de Física Aplicada de la Universidad de Granada Ángel Delgado nos ha explicado por qué no puede haber un microchip dentro de la vacuna: no existen microchips tan pequeños. Sí que “hay nanoestructuras, que se pueden fabricar en un laboratorio, cientos de miles de veces más pequeñas que un milímetro, que caben en una aguja, pero no son objetos activos (capaces de recibir y procesar información)”. Además, en muy raros casos una nanoestructura será magnética, ya que están construidas con materiales semiconductores que no responden al campo magnético. Debido a la pequeña escala de tamaño, tampoco tienen la posibilidad de emitir ondas electromagnéticas.
Para comprobar qué hay en realidad dentro de la vacuna basta con poner una gota de la solución en un microscopio electrónico, análisis que han realizado ya los organismos oficiales que aprueban el uso de las vacunas. Estos certifican su composición, como puedes ver en los documentos que te enlazamos anteriormente, y en ningún caso han advertido de microchips ni nanoestructuras.
El profesor Ángel Delgado también nos ha explicado cómo funciona la fuerza magnética: “Los imanes atraen materiales ferromagnéticos; es necesario un imán y un material con suficiente fuerza magnética”. Ni la piel ni ninguna parte del cuerpo humano tienen estas cualidades, por lo que un imán no es atraído por nuestro cuerpo.
Además, si las vacunas contuvieran materiales ferromagnéticos (como son el hierro, la magnetita o algunos aceros), el líquido se vería prácticamente negro y no transparente, Estos materiales tienen la cualidad de absorber la luz, lo que los vuelve muy oscuros, y además tendrían que encontrarse en una concentración muy alta para producir un mínimo campo magnético, lo que haría el resultado más oscuro todavía. En la siguiente foto, que el profesor nos ha enviado para ilustrar su explicación, puedes verlo mejor. Muestra una solución con partículas de magnetita, que son las que le dan el color oscuro y atraen el pequeño imán pegado al frasco.
Los objetos se mantienen de manera natural o gracias a diversos trucos, puedes probarlo en casa
Para entender mejor qué ocurre en los vídeos que nos habéis enviado hemos recurrido a dos expertos ilusionistas. El Mago Migue lleva más de 20 años dedicado al ilusionismo y es Premio Mundial de Cartomagia 2003: “Los magos nos dedicamos a crear situaciones imposibles”, explica. En su profesión utilizan trucos con el fin de “conseguir la fascinación del público”. El truco de “imantar” a una persona es muy viejo y conocido, y se realiza desde mucho antes de que existiera la vacuna del coronavirus.
El Mago Migue nos ha explicado que existen diversos modos de conseguir este efecto, desde aprovechar el “efecto ventosa” para que el objeto se quede pegado a la piel hasta cubrir los objetos con celo de doble cara o con sustancias grasas que le ayuden a mantenerse pegado. “Será más fácil cuanto más pequeño, ligero y mayor superficie en contacto con la piel tenga el objeto”, por ejemplo, una carta o una moneda, advierte.
Inés la Maga lleva 15 años siendo ilusionista profesional y en 2010 recibió el Premio Granada Joven de Arte y Creación. Nos cuenta que ella ha realizado espectáculos con niños en los que se “magnetizaba” al público. Recuerda “uno muy divertido donde seleccionaba a un niño entre los espectadores y le decía que lo iba a convertir en un electro-imán”. El niño examinaba unas cucharas y “luego se las acercaba y mágicamente se quedaban pegadas a su cara y a sus brazos”. ¿Cuál es el truco? Ella solo responde: "¡Los magos nunca revelamos nuestros secretos!". Lo que sí ha repetido durante toda la conversación es que estar o no vacunado no tiene nada que ver.
Inés la Maga explica que no es necesario que utilices un imán o una pieza de metal. También funcionará con otros objetos pequeños y ligeros: “Hay un juego clásico donde el espectador coge libremente una carta de la baraja, el mago la hace desaparecer y le pide que busque su carta. No la encuentra y al levantar la mirada descubre que la carta está en la frente del mago”.
Te proponemos que pruebes en casa, estés o no vacunado, en el brazo, en la cara o en cualquier superficie del cuerpo. Bastará con ejercer un poco de presión del objeto contra tu cuerpo, y será más sencillo si hay un poco de sudor o cualquier sustancia grasa. Verás cómo los objetos se te quedan pegados como si estuvieras “imantado”, pero recuerda, es una ilusión y no tiene nada que ver con las vacunas.