'Monstruos', la espectacular revisión de Barry Windsor-Smith del mito de Frankenstein
- Un cómic espectacular que ha tardado 35 años en completar
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Monstruos (Dolmen editorial) es la obra magna de uno de los mayores artistas de cómic de todos los tiempos: el británico Barry Winsor-Smith (Londres, 1949), famoso por haber llevado a Conan a las viñetas (hace 50 años) y que luego se convertiría en uno de los artistas más espectaculares de la historia del cómic. Un maestro entre maestros de las viñetas.
Aunque llamativo, el titular de esta noticia es engañoso porque Monstruos es mucho más que una nueva revisión de Frankenstein; es un estudio apasionante de lo que nos hace humanos, un interesante drama familiar, una denuncia de los malos tratos de padres a hijos, un viaje metafísico, una historia de científicos locos, un thriller épico y apasionante... y, sobre todo, la historia de un pobre hombre convertido en un monstruo y perseguido por "humanos" que son mucho más monstruosos que él.
Podéis abrir el libro por cualquiera de sus páginas y quedaréis deslumbrados por el arte de Barry Windsor -Smith. Y eso que se nota que ha huido del virtuosismo innecesario para centrarse en la historia y la narración (por ejemplo, apenas hay dibujos a página completa). Pero más allá de ese impactante poderío visual, subyace una historia apasionante que nos hace reflexionar sobre esos temas que he mencionado y sobre muchos otros más. Una historia, en definitiva, sobre monstruos muy humanos y humanos muy monstruosos.
Destacar que Barry Windsor-Smith ha tardado 35 años en completar esta historia de 400 páginas. Pero la espera ha merecido la pena, porque es una auténtica tragedia griega cuya belleza plástica nos deja sin palabras.
Agradecemos a Dolmen su estupenda edición, que incluye una imprescindible introducción de Manuel Barrero (Barry Windsor-Smith: La mirada infinita, Planeta-DeAgostini) y un no menos interesante epílogo de Sergio Aguirre, sobre la carrera del autor británico, que abarca medio siglo. Sin olvidar la excelente traducción de Francisco Pérez Navarro y la gran labor de Gabriel Regueiro Poza como rotulista. Todo contribuye a que esta edición sea realmente espectacular. Lo que merece esta gran obra.
Jugando a ser dioses
La historia comienza en 1964, Bobby Bailey es un joven que entra a una oficina de reclutamiento para ofrecerse voluntario para la guerra de Vietnam. Perseguido por un pasado de malos tratos familiares está dispuesto a hacer lo que sea para dejar todo atrás. Por eso acepta participar en un experimento, el proyecto Prometeo (otra alusión al Frankenstein de Shelley), que los nazis idearon para crear supersoldados y que acabará convirtiéndolo en un monstruo perseguido por el ejército.
Como véis hay muchas cosas que nos recuerdan a Marvel Cómics y a algunos de sus personajes más famosos (Capitán América, Hulk, Lobezno) Y es que esta historia (como nos explica Barreo en la fantástica introducción) nació como una idea de Windsor-Smith para la colección de Hulk: una historia que nos desvelaba que Robert Bruce Banner había sufrido malos tratos de pequeño (a manos de su padre) y de ahí el comportamiento agresivo de Hulk.
De hecho, el autor no oculta ese origen e incluso el protagonista tiene un nombre parecido al de Bruce Banner (Bobby Bailey) y el militar que persigue a ambos monstruos se apellida Ross. Lo que sí cambia es el tomo más oscuro, realista y adulto de la historia.
Barry Smith presentó esa idea de los malos tratos a Marvel en 1984 y no fue aceptada por ser demasiado radical. Lo curioso es que poco después el guionista Bill Mantlo decidió usarla en la colección de Hulk, cambiando al personaje para siempre. Y después el gran guionista Peter David explotaría esa idea de los malos tratos en algunas de las mejores historias del personaje.
Como os podéis imaginar esa apropiación de sus ideas no le sentó muy bien a Barry y decidió pasear su historia por otras editoriales. Y durante estos 35 años la idea fue creciendo de las 100 páginas originales a las casi 400 finales, y ganando en interés y complejidad, hasta deleitarnos con esta maravilla.
Un dibujo espectacular
En esta historia de sombras el dibujo es fundamental. Pero, como comentábamos, Barry-Smith huye de la narrativa superheróica y de la espectacularidad de las viñetas y páginas grandes para centrarse en la narración y los personajes.
Pero eso no significa que su dibujo sea menos bello o recargado. No olvidemos que una de las mayores influencia de su arte es el prerrafaelismo. De ahí su obsesión por los detalles, por las viñetas llenas de cosas, por dibujar cada cabello, cada brizna de hierba, cada copo de nieve...
Esa obsesión del británico por los detalles da a esta obra un aspecto casi de una obra del pasado, de grabado, de novela gótica. La acercan a su principal referente, ese Frankenstein o el moderno Prometeo, de Mary W. Shelley.
Una obra oscura tenebrosa tanto en el fondo como en la forma, tanto en lo que cuenta como en cómo lo cuenta. Una auténtica joya que no puede faltar en ninguna librería (ni de cómics ni de literatura).
Uno de los artistas más grandes de la historia del cómic
En 1970 Marvel compró los derechos de Conan el Bárbaro, el personaje más famoso de Robert E. Howard. la idea original es que lo dibujara John Buscema, la estrella de la editorial en ese momento en el que Jack Kirby acababa de irse a DC. Pero Buscema era un artista caro y no tenían demasiada confianza en el proyecto, así que se lo encargaron a un joven autor británico, Barry Windsor-Smith.
El joven había aparecido por las oficinas de Marvel pidiendo trabajo e impresionó al editor y guionista Roy Thomas, que le encargó un número de X-Men que Barry dibujó en un banco de Nueva York porque no tenía dinero. Thomas decidió confiar en él (era el artista más barato de Marvel) y le encargó la serie de Conan.
Al principio Barry copió el estilo de Jack Kirby, pero en apenas dos años su estilo dio un salto espectacular (con esas influencias prerrafaelistas) y en muy poco tiempo se convirtió en una de las grandes estrellas del cómic. Historias como Clavos rojos, La Torre del Elefante o La hija del gigante helado siguen figurando entre las obras maestras del cómic.
Pero agobiado por los plazos de entrega (la colección paso de bimensual a mensual) decidió dejar la serie, que esta vez sí fue a parar a manos de Buscema, el autor más identificado con Conan.
Como repasa en su excelente epílogo Sergio Aguirre, Smith se convirtió en uno de los ilustradores y dibujantes más cotizados del mundo y sus puntuales cómics para Marvel se convertían inmediatamente en clásicos, destacando grandes obras como El hombre máquina, X-Men, la Cosa y, sobre todo, Arma X, en la que se atrevió a contar (por primera vez) el origen de Lobezno.
Convertido en uno de los ilustradores más cotizados del mundo, Barry se fue apartando del cómic y no publicaba nada desde 2005, cuando nos sorprendió con The Freebooters, una parodia de Conan.
Esperemos que este Monstruos no sea su última obra para el mundo del cómic, ni que tengamos que esperar otros 15 años para leer algo suyo.