Excavaciones en Cuelgamuros: ¿Cómo vivían los presos y trabajadores del Valle de los Caídos y sus familias?
- Las excavaciones forman parte del proyecto de resignificación del Valle de los Caídos
- Se han desenterrado restos de chabolas, donde se alojaban los familiares de los presos y trabajadores
- Ya puedes ver "Cuelgamuros, excavar la memoria" en RTVE.es
Impresiona el recorrido que nos dirige al lugar donde se llevan a cabo las excavaciones arqueológicas. Estamos dentro del recinto del Valle de los Caídos, pero lejos de la cruz. Una carretera, viaducto incluido, que fue construida fundamentalmente por presos políticos dentro de un sistema de redención de penas en el que el estado totalitario alquilaba la mano de obra a empresas como, en este caso, Banús.
“Es conocer las condiciones de vida de los obreros de los años 40, cómo vivían estas personas que construyeron en concreto el Valle de los Caídos“
Nos reciben en el lugar los responsables de Patrimonio Nacional, entidad encargada de la gestión del lugar. También el director del proyecto, el arqueólogo del CSIC, Alfredo González-Ruibal, especializado en investigaciones sobre conflictos bélicos, colonialismo y dictadura. En la primera década del siglo estudió el periodo fascista en el oeste de Etiopía y el colonialismo en Guinea Ecuatorial, y ha realizado trabajos de campo sobre la Guerra Civil y los primeros años del régimen dictatorial de Franco. Allí, nos aclara la envergadura del proyecto y nos dice que estamos ante "un proyecto de historia social, e historia social hecha por arqueólogos... Es conocer las condiciones de vida de los obreros de los años 40, cómo vivían estas personas que construyeron en concreto el Valle de los Caídos".
Los restos de las chabolas
Ya incluso antes de llegar a los restos de las chabolas desenterradas, encontramos vestigios de vida en unos parajes que hoy parecen idílicos en plena naturaleza. Suelas de zapatos, restos de botellas y latas de conservas, nos devuelven trozos de memoria que evocan los tiempos allí pasados. "Cualquier objeto para un arqueólogo es interesante porque nos habla de las condiciones de vida de las personas. Y en este tipo de arqueología más, que no estamos buscando tesoros ni hallazgos espectaculares, sino esos elementos que nos hablan un poco de la textura de la vida cotidiana. De cómo era el día a día de estos obreros, de estas familias de estos presos", asegura Alfredo. Y nos pone el ejemplo de cómo, en los basureros de los poblados de chabolas de trabajadores libres, han encontrado más materiales, más diversos y, de mayor calidad que en los basureros de los penados.
“Hasta ahora el discurso de este lugar se ha centrado principalmente en el monumento (...). Falta en ese discurso oficial la historia de los subalternos, de las personas que construyeron con sus propias manos aquello de allí“
Allí nos encontramos también con el historiador y arqueólogo Luis Antonio Ruiz Casado. Encargado desde finales del año pasado de buscar documentación sobre los espacios que iban a intervenir en diversos archivos y en la bibliografía sobre Cuelgamuros. "Hasta ahora el discurso de este lugar se ha centrado principalmente en el monumento, como espacio arquitectónico, como exaltación de la victoria franquista durante la guerra civil, como espacio monumental, como lugar de propaganda. Pero falta en ese discurso oficial la historia de los subalternos, de las personas que construyeron con sus propias manos aquello de allí, buena parte de ellos trabajadores forzados".
Emociona acercarse a las plantas, ya limpias y desenterradas, de lo que fueron espacios de vida en unas condiciones fácilmente imaginables. Las chabolas difícilmente superan los 9 metros cuadrados y algunas de las que nos enseñan tan solo son de 2 metros por 2. En el mismo espacio se observa el lugar utilizado para dormir, jergón de paja mediante, y los restos del hogar: piedras quemadas y chapas para contener el fuego.
En casa de Nicolás Sánchez-Albornoz
Condiciones de vida de las que aun hoy podemos recibir algún testimonio directo o heredado. Es el caso del preso más famoso de Cuelgamuros. Nicolás Sánchez-Albornoz que protagonizó junto a Manuel Lamana la única fuga exitosa de lugar. A sus 95 años nos recuerda cómo un preso de Jaén, que dormía cerca de él en el barracón, construyó un chamizo con ramas y madera para alojar a su mujer y su hija.
"Toda España era una cárcel. La gente se olvida que en ese momento para moverse por España, por ferrocarril y todo eso, había que tener un salvoconducto firmado por el gobernador civil. Y además, había en todos los trenes un policía que pedía la documentación", recuerda Sánchez-Albornoz. Y reflexiona sobre el valor de aquella mujer, capaz de conseguir un salvoconducto para visitar a un preso... una campesina con hijos y sin ayuda para viajar en el año 48.
Nacimiento en las chabolas de Cuelgamuros
Y en Carballino, Ourense, Carmen y Pilar Barros Barco explican a este equipo de Informe Semanal los recuerdos de su padre. Su padre redimió condena en Cuelgamuros y su madre estuvo viviendo allí junto a su hermano José, entonces de 5 años y hoy emigrado en Brasil. Carmen nos enseña su partida de nacimiento. En ella consta que nació en Cuelgamuros en 1948. Pero lo que no dice la partida es cómo nació. Ella misma rememora las palabras de su madre: "Cuando llegó el día que me alumbró, estaba sola. Venía el médico (la interrumpe Pilar, para recordar que lo hizo tres días después). Entonces ella cuando sintió que se aproximaba el momento cogió una tinaja con unos paños y le dijo mi hermano, estate aquí cerca, y se puso una tijera al lado. Ella me alumbró y le cogió el cordón umbilical y le dijo a mi hermano, córtalo. Y mi hermano cogió la tijera y cortó. Y allí ató el cordón como sabía, porque claro, no era experta en medicina".
“Cuando llegó el día que me alumbró, estaba sola“
Su padre Manuel Barros era cantero, sabía trabajar la piedra, y eso le proporcionó ciertas ventajas. Pilar recuerda las palabras de su padre: "Contaba que los presos que estaban ahí por cada día trabajado, les descontaban tres días de la pena. Pero las condiciones eran extremadamente duras. Él siempre decía que era bastante inhumano, o sea que él lo pasaba muy mal siendo 'canteiro', imaginaba que los demás era un poco peor".
Las grabaciones de Sueiro
En Madrid, nos encontramos con Susana Sueiro, historiadora e hija del periodista y escritor Daniel Sueiro. En su poder están las grabaciones de las entrevistas que realizó su padre para escribir uno de los libros de referencia sobre la construcción del Valle de los Caídos. "Es un trabajo extraordinario que hizo en una época complicada, porque eran los inicios de la transición. Se publicó en el año 76 la primera edición, y eso quiere decir que empezó su trabajo antes de la muerte de Franco. Es un libro en ese sentido valiente. A mí me parece que tiene mucho sentido todavía hoy porque hacer hablar a sus personajes, a todos los que intervinieron de los que pudo localizar, en las obras del Valle pues es que salen a relucir muchísimas cuestiones de cómo vivían y, en fin, cómo era la vida entonces".
“No había electricidad y él se tuvo que alumbrar con una tea, no podía ponerse de pie, tenía que estar de rodillas porque el techo de la choza era muy bajo“
Con ella escuchamos fragmentos de las entrevistas, como aquel en el que Jesús Cantelar Canales, soldado republicano que estuvo preso en Cuelgamuros, cuenta cómo les dieron facilidades en el mismo destacamento para llevar a la familia: "Yo tenía a mi madre, hermana y un hermano y fueron allí, hice una chabola, estuvieron conmigo hasta que me dieron la libertad". Y nos recuerda el testimonio del practicante, Luis Orejas, también preso político, que tuvo que asistir a una parturienta de 16 años: "No se explica como no murió, porque no había electricidad y él se tuvo que alumbrar con una tea, no podía ponerse de pie, tenía que estar de rodillas porque el techo de la choza era muy bajo, y le tuvo que practicar una cesárea en estas condiciones tremendas".
Lirios como símbolo
De vuelta a Cuelgamuros, el arqueólogo Alfonso González-Ruibal nos cuenta su último descubrimiento. Un parterre ubicado junto a los barracones en los que se alojaban los presos y en el que plantaron lirios. Aún hoy las flores asoman con la primavera y nos evocan la humanidad de aquellos presos y sus familiares. Frente a los lirios florecidos, con la fría piedra de la cruz al fondo, Alfonso, Luis, Xurxo Ayán, y todo el equipo de la excavación, nos traen a la memoria a José, el personaje de la novela de Saramago "Todos los nombres" y su empeño por recuperar la memoria de cada persona que vivió allí a partir de la emoción que inspiran sus vestigios.