"Hay que desenganchar a España de la construcción, es un país adicto"
- El periodista y escritor Jorge Dioni reflexiona en La España de las piscinas sobre cómo el urbanismo condiciona la ideología
- "Desconexión, segregación, homogeneidad, familia, coche" son las características de la vida en los nuevos barrios dispersos
Calles cuadriculadas con nombres de países o constelaciones "comprados al por mayor", bloques homogéneos con garaje y piscina, centro comercial y grandes avenidas en las que el coche es el protagonista. Son los PAU –Programas de Actuación Urbanística-, barrios nacidos al calor de la burbuja inmobiliaria de principios de este siglo y presentes en casi toda España. En abril de 2019, estos desarrollos, que acogen sobre todo a familias jóvenes con hijos, se convirtieron en el "cinturón naranja" de ciudades como Madrid, Zaragoza o Murcia. Ciudadanos arrasó en barrios que meses después, tras la debacle del partido, han pasado en su mayoría a votar al PP o a Vox.
Tras aquel inédito voto naranja, el escritor y periodista Jorge Dioni López, también vecino de un PAU, se preguntó si el tipo de urbanismo conformaba la ideología de sus habitantes. Si detrás de una planificación urbana en apariencia técnica y neutral no había unas decisiones políticas que determinaban no solo el voto en las elecciones, sino todo un estilo de vida y una manera de ver el mundo. De esas preguntas nació La España de las piscinas: cómo el urbanismo neoliberal ha conquistado España y transformado su mapa político, publicado ahora por Arpa.
PREGUNTA: ¿Quiénes son los habitantes de los PAU, o como los has bautizado, los 'pauers'?
RESPUESTA: 'Pauer' soy yo (ríe). Son esas familias en torno a los 40 años, normalmente con hijos en torno a los 10, que viven en nuevos desarrollos urbanos construidos en la periferia o en pueblos cercanos a las grandes ciudades. Son lugares muy homogéneos, segregados de la gran ciudad y que obligan al uso del coche. El consumo se realiza en un centro comercial porque es complicado que se desarrolle comercio de proximidad.
P: ¿Dónde se ha implantado este modelo urbanístico?
R: En Alicante, Zaragoza, Vitoria, Vigo, etc.. En la Comunidad de Madrid llegó a haber abiertos alrededor de 30 en un momento dado. Lo que sí ha habido en toda España ha sido la huida de ese grupo generacional fuera de las ciudades, ya sea a urbanizaciones o a chalets. Todos habitamos el mismo espacio, pero en diferentes ciudades. A veces te encuentras el mismo edificio en ciudades distintas, es algo de película fantástica.
“Todos habitamos el mismo espacio, pero en diferentes ciudades“
P: ¿Qué ha pasado para que zonas que votaron a Ciudadanos eligieran después a Vox?
R: Un asesor de Cs explicaba muy bien que a la gente del urbanismo disperso no le interesa mucho la política, pero le interesa que la política le dé estabilidad y no sobresaltos. Una vida tranquila, que se forme gobierno. [Tras las elecciones de abril de 2019] No se formó gobierno, hubo sobresaltos, y no hubo una vida tranquila. Hicieron todo lo que ellos mismos desaconsejaban y desaparecieron. En un primer momento hay un gran bloque que pasa a la abstención, otro se va al PP y otro a Vox.
Normalmente el unifamiliar se va a la ultraderecha y la urbanización se va al PP, pero hay un grupo, casi el más numeroso, que se va a la abstención. Si esto sigue en el tiempo y Cs no se recupera, toda esta gente va a acabar en proyectos conservadores. Y no es que sean estrictamente conservadores, sino que están interesados en bajadas de impuestos y seguridad, y los partidos que te ofrecen esto son los de derecha.
P: ¿Cómo influye el lugar donde viven en la ideología de estas personas?
R: Son barrios donde se da lo que yo llamo el espíritu del pionero. Tú vas, no hay servicios, no está claro ni siquiera que vayan a construir tu casa, tienes que tener fe. Hay una ceremonia muy 'pauer', que es ir a comprobar que se está haciendo el edificio una vez que has pagado.
Te tienes que buscar soluciones individuales. Eso induce a un determinado mensaje. Esta idea de las soluciones individuales se le ha dado una épica, que es la libertad. Es imbatible eso: no te he dejado solo, es que eres libre.
“Te tienes que buscar soluciones individuales. Eso induce a un determinado mensaje“
P: ¿Esta huida del centro de las ciudades puede verse acentuada por la pandemia?
R: Este modelo va a seguir porque los desarrollos que se están poniendo en marcha son los que se quedaron colgados en 2008. Hemos parado la cinta y la volvemos a poner. No se revisa. El modelo de Los Berrocales es el mismo que se aprobó y que se va a aplicar ahora.
Se irá de la ciudad el que se puede ir. El que pueda trabajar dos o tres veces a la semana y solo tenga que ir un par de noches a Madrid. Ese modelo que se da en ciudades americanas: gente que va a trabajar a Nueva York y vive en urbanizaciones bonitas como las de la chicas Gilmore en condados del norte.
P: Hablas de que no se revisan los proyectos de la burbuja inmobiliaria. ¿Este es uno de los principales problemas en los desarrollos actuales?
R: El problema que tiene Madrid es de vivienda vacía. Pero es que la vivienda es un producto, entonces hay que generar más producto. Si para ti la vivienda es un derecho y un bien social para que vivan las personas, tener un stock de vivienda vacías puede ser un problema. Si es un producto, tener ese stock no lo es. No hay rendición de cuentas.
“La única opción que tiene una persona de 30 años en Madrid para comprarse un piso solo o con su pareja o es irse allí. “
La única opción que tiene una persona de 30 años en Madrid para comprarse un piso solo o con su pareja o es irse allí. En general no se fomenta la rehabilitación. Es un modelo urbanístico de tala y quema: se ocupa esto, esto está en desuso, pasamos a lo siguiente.
P: ¿Qué relación tiene este modelo urbanístico con la España vaciada?
R: Este modelo urbanístico es una barbaridad. [Los desarrollos del Sureste, en Madrid] son un Valladolid. Si viven cuatro personas en cada una de las 100.000 viviendas que se van a construir es como toda la población de las provincias de Zamora, Palencia y Ávila juntas. Estamos construyendo una ciudad que se nos va a ir de las manos. Habría que ver si Madrid no va a acabar como una de esas megaurbes latinoamericanas, que crecen y crecen solo por la idea de crecer, sin un plan claro.
“Habría que ver si Madrid no va a acabar como una de esas megaurbes latinoamericanas, que crecen y crecen solo por la idea de crecer, sin un plan claro“
Vamos a hacer más vivienda. ¿Hay un problema de vivienda? Pues más vivienda. Eso no funciona. Es como si dijera tenemos un problema de droga, pues más droga (ríe). Hay que desenganchar al país de la construcción, es un país adicto. Tras cualquier crisis se dice "vamos a quitar controles, vamos a facilitar la recalificación".
P: ¿No hemos aprendido nada tras el 'boom' inmobiliario y volvemos a la construcción?
R: El ladrillo además es un sector que mueve mucho dinero líquido. Cuando hay mucho dinero líquido hay muchas comidas, viajes en yate, etc. Alicante en la época de Enrique Ortiz era un lugar extraordinario. Se proyectaba un pabellón para 10.000 personas, y si preguntabas cómo se iba a hacer es que eras un cenizo. Ahora el pabellón está a medio acabar.
Además, la construcción emplea a mucha gente también. No es algo particular de España: después de las guerras mundiales siempre se invierte en carreteras y casas. Pero ostras, estar adictos a eso para poner en marcha el país es tremendo. Porque eso se acaba, lo mismo que ha pasado con el turismo este último año.
P: Ha habido reacciones al libro, como las del delegado de Desarrollo Urbano de Madrid,
R: Ya hay muchos obras sobre la vida aburrida, ya se ha hecho American Beauty, Mujeres desesperadas o Modern Family. John Cheever ya habló sobre esta vida y yo no lo voy a hacer mejor. El libro habla de las decisiones políticas, sobre cómo la idea de pionero, de estar segregado de la ciudad o usar mucho el coche te puede llevar a pensar de una determinada manera, o mejor dicho, que tus preferencias ideológicas sean unas y no otras.
Siempre que se crean islas urbanas homogéneas la sociedad acaba yendo mal: le pasa a Estados Unidos y a Francia. Son diferentes y por diferentes motivos. En Estados Unidos son los suburbs, por arriba, y en Francia son las banlieues, por abajo. Aristóteles decía que una ciudad se forma con personas diferentes.
“Siempre que se crean islas urbanas homogéneas la sociedad acaba yendo mal: le pasa a Estados Unidos y a Francia“
P: ¿Es posible otro PAU, más allá de las comunidades cerradas y hostiles al exterior que describes?
R: El mío, por ejemplo, está bastante bien porque es pequeño. Las dimensiones son fundamentales. Que sea un ensanche progresivo, pegado a la ciudad, con un nivel de densidad que haga rentable el comercio y con facilidades a ese comercio, no solo a los centros comerciales. La cosa es que esté hecho a escala humana, que se pueda pasear, que haya parques razonables. Los bosques urbanos están muy bien para el fin de semana, pero para el día a día son muy grandes y a determinada hora son inseguros.
Y que hubiera una oficina del ayuntamiento o de la comunidad para ayudar a toda esa gente con todos los problemas que tengan. Eso me parece fundamental: que las instituciones estén presentes, que no se desentiendan. Ni de cómo se planifica ni de cómo les va a la vida a esas personas. Porque parece que cualquier cosa tiene más control que comprar una vivienda.
P: Mencionas que el único contacto de estos vecinos con el ayuntamiento es pagar impuestos.
R: Eso se ve en las urbanizaciones. Te vas a vivir allí y no sabes dónde está el ayuntamiento, a veces no sabes a qué pueblo pertenece. El primer contacto con ese ayuntamiento es que te pasan el IBI, la tasa de basura o la de vehículos. El municipio no está capacitado para darte esos servicios, porque no lo ha medido. Ha recalificado para hacer 10.000 viviendas, pero no ha medido si la policía local o la empresa de basuras está capacitada. Si no te pueden dar servicios, acabas pensando "yo solo ya me organizo mejor". En Murcia hay movimientos de segregación de urbanizaciones, quieren montar su propio ayuntamiento.
“Si no te pueden dar servicios, acabas pensando "yo solo ya me organizo mejor"“
P: Una de las características del urbanismo disperso es la centralidad del coche o 'cochismo', como lo denominas. ¿Cómo se afronta la movilidad sostenible cuando hay cientos de miles de personas viviendo en barrios que dependen del vehículo privado?
R: Nos vamos a encontrar con un problema. ¿Qué pasa con esa gente que trabaja en Valladolid y se ha ido a vivir a Tudela de Duero? Las instituciones habrán de dar una salida que no pase por la responsabilidad individual, que vaya más allá de "el coche es malo, no lo uses".
El transporte público es complicado de articular, porque los servicios pueden estar muy separados. Además, como son sitios que no están hechos a escala humana, ir a pie es muy complicado. Son lugares un poco hostiles.
P: ¿El modelo de ciudad compacta, como la que conocemos, está en crisis?
R: En Europa me cuesta creerlo. El poder es físico, va a tomar café. Somos un sitio de avenida y palacio. Sí creo que puede haber ciudades intermedias que lo pasen mal si vuelve el turismo y se vuelve a entregar el centro de las ciudades a las plataformas turísticas. Si no vive nadie en el centro no hay tiendas y si no hay tiendas no vive nadie. Si en tu calle había cinco tiendas y ahora hay tres, sientes que no puedes desarrollar tu vida, que ese lugar ya no funciona.
P: Estamos hablando de un problema muy a largo plazo, ¿para que el modelo urbano vuelva a ser más humano y menos basado en el individualismo o la competición tendrán que pasar varias generaciones?
R: La gente lo hará humano. Todas esas calles tan enormes, todo esto que parece tan terrible, cambiará con el uso cotidiano: cuando haya vecinos se creará comercio e igual entre comercio y vecinos se redimensionará todo esto que no estaba a escala humana. Vamos a cerrar con un poco de esperanza después de tanto apocalipsis (ríe).