El cuello de botella de las vacunas, un dilema por resolver
- Las desigualdades sobre el reparto global de vacunas marcan el debate en vísperas de las negociaciones sobre liberación de patentes
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La Organización Mundial del Comercio (OMC) debatirá la propuesta de exención temporal de patentes de las vacunas contra la COVID-19 los días 8 y 9 de junio. Países como Estados Unidos y China apoyan la apertura del debate, pero bloques como la Unión Europea se han mostrado menos entusiastas ante una posibilidad defendida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y que ONGs y especialistas consideran esencial para paliar la urgente necesidad de vacunas.
“El cuello de botella está en la producción”, sentencia sin dudas Raquel González, responsable de relaciones institucionales de Médicos sin Fronteras en España y que defiende la liberación de patentes para solucionar la escasez. Además, señala, “no hay vacunas suficientes y, de las que hay, se están acaparando dosis”.
El caso de Canadá es paradigmático: el país norteamericano se reservó en 2020 vacunas para cinco veces su población. “Pero también la Unión Europea acapara”, afirma González: “Acaba de firmar otro contrato con Pfizer por otros 1.800 millones de vacunas para el año que viene por el que pagará un 25% más, 3.600 millones de euros adicionales”, asegura.
El difícil acceso a las vacunas
“Pocas vacunas y más caras”, señala Raquel González, quien incide en la enorme desigualdad que se está produciendo en la distribución de las dosis. El 84%, según datos de la OMS, han sido distribuidas en países de rentas altas. En los de rentas bajas, apenas el 0,4%. Pone como ejemplo, Kenia, “que tiene 50 millones de habitantes, una población similar a la de España, donde, a día de hoy, menos de 1.400 personas han recibido las dos dosis de la vacuna”. En España, a principios de junio, eran más de diez millones.
“No se ha compartido conocimiento, por lo que es imposible aumentar la producción“
Médicos sin Fronteras es unas de las organizaciones que está defendiendo con más vehemencia la necesidad de una exención temporal de patentes. Eso, apunta González, podría liberar el nudo de una producción concentrada “en seis o siete grandes farmacéuticas. En año y pico de pandemia no se ha compartido conocimiento, por lo que es imposible aumentar la producción”.
Para Virginia Rodríguez, responsable del proyecto de incidencia política del Instituto de Salud Global de Barcelona, centro impulsado por la Fundación La Caixa, “el desequilibrio que se ha producido a la hora de dar una respuesta conjunta a esta pandemia es algo inaceptable”. También apunta a la producción y al acaparamiento de los países más ricos como foco de la inequidad en el reparto de vacunas. Y es favorable a la liberación de patentes, aunque señala que “debe ir acompañada de una transferencia de conocimiento y de un refuerzo de la capacidad de producción. Y todo ese proceso puede llevar meses o años”.
Donación, una alternativa precaria
Ante esa posibilidad, que dejaría a millones de personas sin vacuna durante un tiempo crítico, Rodríguez admite que las donaciones pueden paliar en parte las necesidades de dosis. Pero se han dado casos, como el de Malawi o Sudán del Sur, con un triste desenlace: miles de vacunas destruidas porque han llegado al borde de su fecha de caducidad.
Por eso, esta especialista considera que “los compromisos que están adoptando muchos países ricos para donar dosis tendría que ser a través del sistema Covax, y tendrían que iniciarse en el momento de la producción de la vacuna para que las dosis lleguen con unos tiempos razonables y para que los países puedan hacer uso de todas las partidas que les lleguen”.
De hecho, Covax, inicialmente pensado como un mecanismo global para distribuir las vacunas de una forma razonablemente equitativa, va camino de convertirse en una suerte de depositario de los excedentes de vacunas de los países ricos. Y eso tampoco es deseable, cree Virginia Rodríguez, que califica el sistema de “insolidario” en la medida en que los países ricos se limiten a donar las vacunas que les sobran.
Utiliza el caso de España: “Lo importante es que cuando parte de la sociedad española todavía no esté vacunada, esas dosis que sigue recibiendo España desde nuestra posición económica privilegiada y de país de los más ricos, una parte deben ir a la donación. No es por caridad, ni siquiera por solidaridad", incide.
Es, aclara, "una cuestión de igualdad y es una cuestión, incluso, de seguridad para todos y todas. Porque hasta que la pandemia no esté superada en todo el mundo, no vamos a estar a salvo de nuevas variantes y de nuevas situaciones críticas, y no se van a levantar las restricciones a la movilidad de personas o bienes que han paralizado la economía en estos meses”.
Rodríguez valora el esfuerzo de España, que donará más de 22 millones de dosis a países iberoamericanos, y de la propia Unión Europea, que recientemente ha anunciado una donación de 100 millones de dosis. Para Raquel González, sin embargo, esta cifra es “muy limitada, teniendo en cuenta que Covax necesita 1.800 millones de dosis y el mundo 12.000 millones, a los que no llegaremos este año”.
Previsiones fallidas, oportunidades perdidas
La pandemia se ha llevado por delante todo tipo de previsiones. También en Covax, recuerda la representante de Médicos sin Fronteras: “Tenía el compromiso de distribuir 1.800 millones de vacunas entre los países de rentas medias y bajas. A día de hoy, las previsiones al final del primer semestre de 2021, de esos 1.800 millones de dosis, estamos en un 0,3%”.
Raquel González alerta, además, de las cláusulas que algunas farmacéuticas han impuestos a países y bloques compradores de sus vacunas que obligarían a estos a consultarles a la hora de donar o vender sus dosis a terceros países: “En un momento de extrema gravedad, nos parece totalmente inconcebible, y esperemos que no lo pongan en práctica”.
“Hablar de oportunidades perdidas es una de las cosas más irritantes que se pueden hacer en esta pandemia”, afirma Virginia Rodríguez. Especialmente, cree la investigadora de IS Global, porque “las sociedades no hemos conseguido ese gran logro de la ciencia que es conseguir vacunas eficaces en tan poco tiempo, no ha sido acompañado de un acceso equitativo a esas vacunas”.
Para Rodríguez, “la unión de la ciencia con los recursos públicos, con un enfoque multilateral, podría haber dado como solución un acceso más equitativo, una respuesta desde la equidad, y no ha sido así. Y no puede repetirse”, subraya.