El esperado reencuentro de la pequeña Emely con su madre tras cruzar sola la frontera de Estados Unidos
- Su madre pensaba que seguía en Honduras y se enteró de todo cuando la vio por televisión
- "Tenía sed y no teníamos nada que beber. No sabía para donde iba a venir", cuenta la niña de nueve años
A sus nueve años, la hondureña Emely Domínguez cruzó sola la frontera con Estados Unidos y tras varios días de viaje, se entregó desesperada a la patrulla fronteriza. "Muy mal", respondió a los policías estadounidenses que la encontraron y le preguntaron cómo estaba. No recordaba ni el número de su madre ni el lugar donde vivía, Austin, por lo que el reencuentro parecía difícil.
Fue gracias a un reportaje en televisión que Glenda Vázquez, la madre de Emely, pudo saber de su hija y reunirse con ella. La niña llevaba varias semanas viajando con un amigo de su padre, pero se perdió y la última parte del trayecto la hizo con un grupo de desconocidos. En cuanto la vio a través de la pantalla, llamó a las autoridades y se enteró de que Emely estaba en un centro de acogida.
"Tenía sed y no teníamos nada que beber. Pues no me gustó y yo no sabía para donde iba a venir", cuenta la pequeña. Su historia ha tenido un final feliz y ha podido volver a encontrarse con su madre y sus dos hermanas, pero no ha sido así en el caso de cientos de niños que cruzan la frontera sur de Estados Unidos. Se calcula que en los últimos 18 años 400.000 menores han levado a cabo este trayecto, llegando al récord mensual de 19.000 personas el pasado marzo.
"Este ha sido uno de los mejores días para mí"
En las imágenes que se difundieron por televisión, los agentes de seguridad en la frontera le preguntan a Emely si venía sola y si tenía un celular. "No traigo nada", respondía ella. En ese momento se ponía a llorar.
"Imagínate tú miras la televisión, miras tu hija y dices 'dios mío'. Me quedé en shock", dice Gladys, también emocionada y abrazada a Emely. "Me siento completa, me siento feliz, ya no me hace falta nada. Este ha sido uno de los mejores días para mí, para ella pienso que también, ¿verdad mi amor?", le pregunta a la pequeña, que asiente a su lado.
Ella no sabía que la niña iba a hacer ese peligroso viaje. Creía que estaba a salvo en Honduras con su familia paterna y se enteró de todo al verlo en la tele. Cuenta que fue "muy difícil" para ella ver a su hija "molesta, llorando y descalza". "Verla llorando me rompió el corazón", reconoce. Ahora, juntas, intentan recuperar el tiempo perdido.