"Te voy a dar donde más te duele": la violencia ejercida sobre los hijos para maltratar a la mujer
- Desde 2013 han sido asesinados 39 menores a manos de sus padres o parejas o exparejas de sus madres
- El 016 es el teléfono para víctimas de violencia de género, es gratuito y no deja huella en la factura
Dañar, incluso hasta el extremo de asesinar, a los hijos para maltratar a la mujer, para asegurarse de que esta última no se recuperará jamás. Así habla de la denominada violencia vicaria la psicóloga clínica y forense Sonia Vaccaro, quien acuñó hace años este término para referirse a la instrumentalización que hacen los maltratadores de sus propios hijos para seguir maltratando a sus parejas o exparejas, especialmente después de una separación o divorcio. Es, esencialmente, violencia machista.
La frase "te voy a dar donde más te duele", que muchos de estos maltratadores pronuncian en una clara amenaza, resume en ocho palabras la esencia de este tipo de violencia de género que se ejerce contra la mujer. Desde 2013 han sido asesinados por sus padres o las parejas o exparejas de sus madres al menos 39 menores en estas circunstancias en España, según los datos del Ministerio de Igualdad.
El último caso de esta violencia extrema sería el de Olivia y Anna, las dos menores desaparecidas en Tenerife hace mes y medio, que elevarían la cifra a 41. La Guardia Civil encontró este jueves en el fondo del mar el cuerpo de la mayor de las hermanas, de 6 años. A falta de la autopsia, el hallazgo de estos restos ratificaría la hipótesis con la que el Instituto Armado ha estado trabajando estas últimas semanas: que el padre, Tomás Gimeno, mató presuntamente a sus dos hijas y después se suicidó. "No las vas a volver a ver" le dijo Gimeno a la madre, Beatriz, antes de desaparecer. Ahora los esfuerzos se centran en encontrar el cuerpo de Anna, de un año.
"Controlar la mujer" a través del daño a los hijos
En su blog, Vaccaro define la violencia vicaria como aquella que se ejerce sobre los hijos para herir a la mujer: "Es una violencia secundaria a la víctima principal, que es la mujer. Es a la mujer a la que se quiere dañar y el daño se hace a través de terceros (...). El maltratador sabe que dañar, asesinar a los hijos/hijas, es asegurarse de que la mujer no se recuperará jamás. Es el daño extremo".
“El maltratador sabe que asesinar a sus hijos es asegurarse de que la mujer no se recuperará jamás“
La violencia puede ser ejercida sin necesidad de llegar a quitar la vida a los menores. En RNE esta psicóloga clínica ha explicado que el simple hecho de no atender las necesidades básicas de los hijos -como no darles las medicinas que necesitan, no abrigarles o poner a disposición de un niño diabético una bolsa de chucherías- mientras están con ellos y hacérselo saber a la madre, es violencia vicaria.
Miguel Lorente, exdelegado del Gobierno para la Violencia de Género (2008-2011) y profesor de Medicina Legal en la Universidad de Granada, explica en declaraciones a RTVE.es que ya en los años 90 hablaba en sus primeros estudios sobre violencia machista de la "violencia extendida" para referirse a la "posibilidad de dirigir la violencia a terceras personas para dañar a la mujer". El objetivo, como el de toda violencia machista, es en última instancia, dice este experto, es el "control".
Este experto recuerda que en España hay más de 1,6 millones de niños que viven en hogares donde su madre sufre violencia machista, según la última macroencuesta sobre esta lacra, y que todos ellos sufren la llamada violencia vicaria en mayor o menor medida. "Cualquier maltratador la utiliza aunque hay algunos que pueden ir a situaciones de mayor intensidad y otros que pueden llegar a situaciones de máxima intensidad" acabando con la vida de los menores, como parece el caso de Tenerife.
Una violencia "por venganza"
La presidenta del Observatorio contra la violencia doméstica y de género del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), Ángeles Carmona, explica por su parte que "se trata de una forma de violencia machista, que se ejerce precisamente sobre las personas más vulnerables e indefensas que existen en nuestra sociedad, para generar el mayor dolor que se puede provocar sobre una mujer, sobre una madre, que es hacer daño a sus hijos".
Carmona añade que "se produce por venganza" y que el momento de más riesgo se produce en los casos en los que la mujer ha verbalizado su intención de terminar con la relación o cuando inicia una nueva relación.
El caso quizás más conocido de este tipo de violencia de género es el de José Bretón, condenado a 40 años por el asesinato de sus dos hijos, Ruth y José, en 2011. La Audiencia Provincial de Córdoba concluyó en la sentencia que planeó la muerte de los menores "como venganza contra su esposa" después de que esta decidiera separarse de él para "hacerle daño en lo más sensible, que eran sus hijos".
"Machistas extremos, sin patología mental"
El primer condenado en España a prisión permanente revisable fue David Oubel, un hombre que en 2015 mató en Pontevedra a sus dos hijas con una sierra radial tras drogarlas y luego intentó suicidarse. Lo hizo un día antes de tener que entregar a sus hijas a su madre, de la que se encontraba divorciado desde hacía más de un año, según recuerda Efe. La sentencia descartó el trastorno mental.
Al respecto, Sonia Vaccaro explicaba en RNE días después de la desaparición de Olivia y Anna que estos hombres "no tienen ninguna patología mental. Son machistas extremos, narcisistas extremos que no toleran ser contrariados porque ellos no querían separarse y lo que no admiten es el divorcio".
La presidenta del Observatorio contra la violencia doméstica y de género del CGPJ incide en la misma idea: "La realidad es que en las sentencias no se aprecian ni atenuantes por drogadicción, alcoholismo ni salud mental (...) Son crímenes que se cometen con total claridad mental. No han enloquecido".
Mujeres que renuncian a denunciar
Carmona señala que es habitual escuchar en los juzgados a mujeres maltratadas decir "me ha dicho que me va a dar donde más me duele, que no voy a volver a ver a mis hijos". Son unas amenazas "muy crueles y muy normales y muy frecuentes" que tienen un efecto perverso y es que la mujer no se atreva a denunciar.
"Tenemos que cerrar muy bien la red de protección de los menores porque muchas veces les resulta imposible denunciar, precisamente para proteger a sus hijos. Nos dicen 'yo no quiero denunciar porque mientras yo esté en casa yo protejo a los niños, pero ¿quién les protege si no estoy en casa? Yo recibo los golpes del maltratador, ¿pero quién me dice que ellos van a estar protegidos?'", señala la presidenta del Observatorio.
Un estudio de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género sobre el tiempo que las mujeres víctimas de maltrato tardaban en denunciar publicado en 2019 concluía que la media era de 8 años y 8 meses, pero que oscilaba entre los 3 años y 5 meses de una mujer sin hijos a los más de 12 años si los descendientes eran tres.
Miguel Lorente explica que estas mujeres "no quieren denunciar por lo que le pueda pasar a sus hijos, ya que la amenaza se hace mucho más explícita cuando se produce la separación". Muchas de estas mujeres, añade este experto, se encuentran con que su propio entorno puede desincentivar la denuncia diciéndolas que se piense bien si quiere "mandar a la cárcel al padre de sus hijos".
El exdelegado del Gobierno para la Violencia de Género aboga en cualquier caso por seguir trabajando en que la mujer pueda acceder a los recursos disponibles sin necesidad de denunciar como primer paso si todavía no es capaz de darlo y, sobre todo, aboga por la prevención, por adelantarse con una "estrategia de detección activa con un cribado universal" a través de los servicios sanitarios, ya que se sabe que estas mujeres acuden más al médico porque tanto su salud física como mental se ve deteriorada por la violencia.