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Israel

Netanyahu: 12 años de mandato marcados por la paralización del proceso de paz y las acusaciones de corrupción

  • "Bibi" fue el primer ministro más joven de la historia del país
  • La obsesión por la seguridad y las políticas económicas neoliberales han marcado sus mandatos
  • Ha paralizado el proceso de paz con los palestinos y ha señalado a Irán como su principal enemigo

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Foto de archivo de Benjamín Netanyahu, primer ministro israelí, en el Muro de las Lamentaciones de Jerusalén. REUTERS/Uriel Sinai
Foto de archivo de Benjamín Netanyahu, primer ministro israelí, en el Muro de las Lamentaciones de Jerusalén.

Bejamín Netanyahu tendrá que abandonar el poder tras la ratificación por el Parlamento israelí del nuevo gobierno con Naftali Bennett como primer ministro, un Ejecutivo formado por la unión de ocho formaciones políticas.

Llega así a su fin una larga época política en Israel (Netanyahu es el primer ministro que más tiempo ha estado en el cargo) marcada por sus decisiones en política económica e internacional y por su habilidad para sobrevivir pactando a izquierda y derecha.

Carrera en el Ejército y la diplomacia

Benjamín Netanyahu (Tel Aviv, 1949), popularmente conocido como "Bibi", nació en una familia israelí askenazí (proveniente de Europa oriental) pero pasó su infancia y juventud entre su país y los Estados Unidos.

Graduado en una escuela de negocios estadounidense, Bibi regresó a Israel a finales de los '60 y sirvió con honores en una unidad de élite del Ejército, en la que resultó herido. Su hermano Jonatán murió durante el asalto a un avión secuestrado en Entebbe (Uganda), en 1976.

En 1982 entró en la diplomacia israelí como asesor y portavoz de la embajada en Washington, y más tarde sería embajador ante la ONU.

En 1988 dio el salto a la política de partido con el derechista Likud. Elegido diputado, de nuevo ejerció como asesor y portavoz del Ministerio de Exteriores, y participó en la Conferencia de Madrid de 1991.

Imagen de archivo: el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, en octubre de 1996, con jefes militares durante una visita al puesto de mando del Ejécito en Cisjordania. Foto: Menahem KAHANA / AFP.

Imagen de archivo: el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, en octubre de 1996, con jefes militares durante una visita al puesto de mando del Ejécito en Cisjordania. Menahem KAHANA / AFP.

El primer ministro más joven de Israel

En 1993 llegó su momento: fue elegido líder del partido y en 1996 fue su candidato a las elecciones. Su victoria inesperada ante el candidato del Partido Laborista (nada menos que Shimon Peres, un histórico de la política israelí y artífice de los Acuerdos de Paz de Oslo) le convirtió en el primer ministro más joven nacido en el Israel independiente.

En sus primeros años en el cargo, Netanyahu ya mostró las constantes que le han acompañado en su carrera: su capacidad para maniobrar y pactar en la política interna (ha formado gobierno con muchos de sus actuales enemigos políticos) y su obsesión con la seguridad.

También ha sido el responsable de la introducción paulatina de políticas económicas neoliberales. Hasta entonces la presencia del Estado en la economía israelí era muy importante. No hay que olvidar que en los orígenes de la creación del estado hebreo, además del sionismo, se encuentran las ideas socialistas y un énfasis en el bienestar comunitario. Con Netanyahu, la participación del Estado se redujo, vía privatizaciones, se liberalizaron los flujos de capitales y se redujeron los beneficios sociales.

Derrotado por los laboristas en 1999, Bibi ocuparía más tarde los ministerios de Exteriores y Finanzas en los gobiernos de Ariel Sharon, y lideraría al Likud en la oposición.

"Mister seguridad"

En 2009 volvió al poder, ya para no abandonarlo hasta hoy, gracias a sucesivas coaliciones a izquierda y derecha, tanto con partidos laicos como religiosos.

En estos años se ha ganado el apodo de "míster seguridad", a costa de paralizar el proceso de paz con los palestinos. Su actitud hacia la cuestión palestina se ha caracterizado por la oposición a la solución de dos estados, la ampliación continua de la colonización ilegal de Cisjordania y la mano dura con Hamás en Gaza (con el bombardeo masivo de la franja en 2014, que dejó más de 2.000 muertos).

El lento avance hacia la autodeterminación palestina previsto en Oslo se ha paralizado, e incluso se ha dado marcha atrás. Los palestinos han perdido más territorio y ha quedado fuera de toda discusión compartir Jerusalén o el regreso de los refugiados. "Jerusalén es y será la capital eterna de Israel", ha dicho Netanyahu en numerosas ocasiones.

La Corte Penal Internacional ha abierto una causa contra Israel por crímenes de guerra y por el tratamiento a los palestinos bajo la ocupación.

Otra de las obsesiones del primer ministro ha sido Irán. Netanyahu ha insistido en señalar a la República Islámica como su principal enemigo y en acusarla de estar fabricando una bomba nuclear, una teoría que llevó hasta las Naciones Unidas en 2012, con una puesta en escena que dio mucho que hablar en redes sociales. Bajo su mandato se han producido sabotajes y atentados contra intereses iraníes, tanto en la República Islámica como en Siria, donde los iraníes y la milicia libanesa Hizbulá apoyan a Bachar al Asad en la guerra civil.

De Obama a Trump: la estrecha relación con EE.UU.

Con Netanyahu, criado y educado en parte en Estados Unidos, la cooperación bilateral ha sido más estrecha que nunca.

Sin embargo, sus relaciones con Barack Obama (presidente entre 2009-2017) estuvieron marcadas por la tensión. La Casa Blanca exigió la paralización de los asentamientos ilegales y apostó por retomar las negociaciones de paz con los palestinos sobre la base de dos estados. El desencuentro alcanzó su cenit con la firma del Acuerdo Nuclear de las potencias mundiales con Irán.

Con Donald Trump (2017-2021), en cambio, Netanyahu ha vivido una luna de miel. Trump abandonó la idea de los dos estados, reconoció Jerusalén como la capital israelí y, en las últimas semanas antes de dar paso a Joe Biden, medió para que varios estados árabes normalizaran relaciones con Israel. No es de extrañar que Bibi elogiara al republicano durante la campaña para su reelección.

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Aún no está claro si Biden dará marcha atrás en alguna de las decisiones tomadas por su antecesor, pero ya no se las tendrá que ver con Netanyahu.

Inestabilidad interna y acusaciones de corrupción

La buena estrella del primer ministro comenzó a declinar en los últimos años, cuando sus gobiernos han estado marcados por la inestabilidad, el malestar ciudadano y las acusaciones de corrupción.

El primer aviso de problemas internos le llegó en 2011. La ola mundial de manifestaciones ciudadanas tuvo su correlato en Israel, donde miles de ciudadanos salieron a la calle cansados de las políticas económicas abanderadas por el primer ministro en la mayor protesta social que ha vivido el país.

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Netanyahu también ha tenido que responder ante la Justicia por las acusaciones de corrupción que le persiguen desde que comenzó a ascender en la política. En 2018 la Policía consideró que había suficientes pruebas, y el juicio se sigue actualmente. La Fiscalía le acusa de abuso de poder por, entre otras cosas, "obtener ventajas injustificadas de los principales propietarios de los medios de comunicación".

Netanyahu se enfrenta a una pena de hasta 10 años de prisión por corrupción y tres años por fraude y abuso de confianza. El juicio aún podría prolongarse durante años, y el fallo puede apelarse ante la Corte Suprema.

El último reto al que ha tenido que hacer frente el primer ministro ha sido la pandemia del coronavirus. Israel ha vivido tres confinamientos estrictos, pero también ha sido el primer país en vacunar a prácticamente toda su población.

En plena pandemia, el bloqueo político llevó en marzo al país a sus cuartas elecciones en dos años. Netanyahu volvió a ganar, pero sin mayoría.

La crisis política se ha solucionado finalmente, al menos de momento, con una coalición de partidos desde la derecha ultranacionalista a la izquierda y un partido árabe. Una coalición inestable, pero que finalmente ha conseguido poner fin a la era Netanyahu, a quien sus críticos acusaban de haberse convertido en el "monarca" de facto de Israel.

El futuro de Netanyahu fuera del poder

Netanyahu ha tratado hasta el último momento de sabotear el pacto de gobierno de Neftali Bennet y Yair Lapid, intentando que algún diputado díscolo del partido derechista Yamina cambiara su voto.

Uno de sus motivos para aferrarse al poder era garantizarse la inmunidad con un cambio en la ley que lo protegiera de los cargos de corrupción. Por el contrario, varios de sus oponentes políticos pretenden prohibir que un imputado pueda presentarse a las elecciones, frustrando así cualquier intento de regreso de Bibi a la política activa.

Queda por ver si este será el final político del hombre que ha marcado la vida de Israel más de una década.