Enlaces accesibilidad

El último vuelo de Yugoslavia: la historia de Toni Mrlak

  • El piloto esloveno del ejército yugoslavo fue derribado por sus paisanos en los primeros combates de la guerra hace 30 años
  • La familia del piloto relata a RNE cómo siguen trabajando para restituir su memoria, que aún es incómoda para Liubliana

Por
Las mañanas de RNE con Íñigo Alfonso - El último vuelo de Yugoslavia: la historia de Toni Mrlak

Tomaz Mrlak tiene 13 años cuando matan a su padre en el primer día de todas las guerras de Yugoslavia, el 27 de junio de 1991. "Cuatro días antes dormí con él en el aeródromo", recuerda a RNE 30 años después. "Faltaban meses para mi cumpleaños, pero me adelantó el regalo: una bicicleta roja. Me enfadé con él porque al día siguiente tuve que volver a casa pedaleando 25 kilómetros. Ni siquiera me di la vuelta para despedirme, y no volví a verlo más". Su padre, Toni Mrlak, despega por última vez su helicóptero 48 horas después de la declaración de independencia de Eslovenia. Las fuerzas territoriales toman el control del país y el ejército de Yugoslavia se moviliza para recuperarlo. Toni Mrlak es capitán de primera clase en las filas yugoslavas y se le ordena partir de Liubliana para transportar pan a las tropas rodeadas por la milicia eslovena en Vrhnika, en su pueblo, a cinco minutos de vuelo desde la capital. A esa hora de la tarde aún no se ha desatado el conflicto abierto entre ambos bandos. Mrlak sobrevuela la ciudad a baja altura convencido de que nadie va a disparar contra su aeronave. El soldado que finalmente aprieta el gatillo tal vez no sabe que el piloto, como él, también es esloveno; tal vez no sabe que Mrlak está a punto de desertar para unirse a su misma causa. A los mandos del Gazelle derribado no hay ningún agresor de Belgrado, sino un paisano más de Eslovenia.

Toni y Emilija con sus hijos, Tomaz y Breda Cedida por familia Mrlak

Tomaz sigue lamentando que el relato nacional esloveno haya mitificado el fratricidio de su padre como un acto heroico. Liubliana describió a Mrlak como una amenaza, como un traidor. Tras la guerra, su tumba fue profanada.  Encontraron excrementos en el buzón de la casa familiar. Recibieron llamadas amenazantes de madrugada. A la viuda, Emilija, se le negó una pensión para mantener a sus niños, Tomaz y Breda, dos años menor que su hermano.

La familia sigue lamentando que el relato nacional esloveno haya mitificado el fratricidio de su padre como un acto heroico

Ambos padecieron acoso en el colegio. "Cuando terminó el conflicto, comenzó nuestra batalla para restituir la memoria", explica quien hoy vuela como capitán en las fuerzas aéreas de Eslovenia. Tomaz es piloto, como su padre y su abuelo.

La tragedia griega

"Toni es el héroe de una tragedia griega", resume la hermana de Emilija, Draga Potoncjak, quien ha investigado durante siete años la muerte de su cuñado. "Su pelo comenzó a encanecer seis meses antes de que lo mataran, cuando empezó a contactar con las autoridades eslovenas para planear su salida del ejército de Yugoslavia". Tomaz, aun adolescente, también percibió que se había enrarecido el ambiente en casa. "La última noche que pasé con mi padre me confesó que llegaría un momento en el que él tendría que decidir entre dos opciones, que todos tendríamos que hacerlo", rememora.

Toni y Tomaz Mlark Cedida por familia Mrlak

Toni Mrlak llevaba medio año coordinando un plan para transferir su aeronave al bando esloveno y estaba esperando el instante propicio para hacerlo. Hubo un camión esperando durante dos días junto a Vhrnika, a donde se dirigía el piloto en su último vuelo, preparado para plegar las hélices del helicóptero, esconderlo, y entregarlo a las fuerzas territoriales. Draga insiste en que Liubliana siempre estuvo al tanto de todo y reprocha al actual Estado de Eslovenia que se resista a reconocer el derribo como un error.

Toni Mrlak fue víctima de la guerra de propaganda

El Gazelle fue atacado con fines políticos, según sostiene el periodista y escritor esloveno Matej Surc. "Dispararon contra él para demostrar que eran capaces de abatir un helicóptero de Yugoslavia. Toni Mrlak fue víctima de la guerra de propaganda". Así lo cree también la familia del piloto. El ministro de Defensa durante la guerra, Janez Jansa, actual jefe del Ejecutivo esloveno, ha admitido en varias ocasiones que buscaban un golpe psicológico, una victoria visible para reforzar la moral. “Necesitaban abatir una aeronave o incendiar un tanque. Sé que no hay una guerra buena, pero mi padre murió para nada”, continúa Tomaz.

Gazelle derribado en Liubliana el 27 de junio de 1991 Cedida por familia Mrlak

Puede haber errores

Las dos investigaciones de la justicia eslovena durante los años noventa concluyeron sin indagar en quién disparó a Toni Mrlak, y por qué. Liubliana se negó durante casi una década a reconocer a Emilija como víctima. Ya en el año 2000, la viuda contó en televisión el sufrimiento que estaba soportando su familia. Entonces sí, el Gobierno le concedió la pensión al cabo de pocas horas. La familia Mrlak solicitó que se investigara al coronel Anton Krkovic, porque había reconocido ser él quien dio la orden de atacar el Gazelle, alegando que era un objetivo legítimo. Los tribunales desestimaron la petición en dos ocasiones, en 2014 y 2016.

Un desagravio llegó el 16 de junio de 2018. La ministra de defensa, Andrea Katic, representando al Ejecutivo y a las fuerzas armadas, compareció ante el monolito que recuerda a Toni Mrlak en el mismo punto de Liubliana en el que cayó su helicóptero. Frente al monumento, junto a Emilija, Tomaz y Breda, reconoció que el derribo fue innecesario, lamentó que se tergiversara la muerte del piloto con intenciones políticas, y tachó de inaceptable que ese ataque se presentara como un éxito militar para Eslovenia. "Me siento obligada a rendir homenaje a Toni Mrlak y pedir disculpas a la familia", concluyó.

Tomaz y Emilija Mrlak, con la ministra de defensa Andreja Katic en 2018 Cedida por familia Mrlak

Tomaz agradece esas palabras como el mayor gesto de apoyo desde el Gobierno y el único hasta el momento: "Sé que en la guerra siempre pasan cosas que nunca deben pasar, pero si ocurren, es necesario tener el valor de admitirlas". Como miembro del actual ejército de Eslovenia, entiende que en un conflicto se dan fatalidades, pero exige coraje para afrontarlas. "Puede haber errores, puede que cuesten vidas, pero deben ser reconocidos y corregidos".

Trayectoria del último vuelo de Toni Mrlak

El último vuelo

Toni Mrlak muere el día en el que deja de existir Yugoslavia, el día en el que se enfrentan ya abiertamente el ejército federal y las fuerzas territoriales. Su helicóptero lo derriba uno de los primeros disparos de toda la serie de guerras que desintegran el país durante los años noventa. Sobre las siete y cuarto de la tarde, nada más emprender ese último vuelo, es atacado a corta distancia desde la torre TR3, uno de los edificios más altos en el centro de Liubliana —donde hoy se encuentra el Instituto Cervantes—. Un primer misil antiaéreo yerra el blanco. El segundo proyectil alcanza por la cola al Gazelle, una aeronave ligera y desarmada, empleada fundamentalmente para la formación de pilotos. El aparato se desploma en el cruce de las calles 1 y 5 del barrio residencial de Rozna Dolina.

Torre TR3 de Liubliana Santiago Echevarría

"He escuchado la explosión. Dos personas han muerto. Posiblemente, los dos tripulantes del helicóptero", narra solo unos minutos después Aurora Mínguez en Radio Nacional desde la capital eslovena. El segundo fallecido es el técnico de vuelo de Mrlak, el macedonio Bojance Sibinovski. "Todos habían formado parte de un mismo bando hasta que, de la noche a la mañana, se vieron forzados a abrir fuego los unos contra los otros", apunta Matej Surc. Y Draga Potoncjak añade: "Cuando la guerra ha comenzado, ya es demasiado tarde".

Todos habían formado parte de un mismo bando hasta que, de la noche a la mañana, se vieron forzados a abrir fuego los unos contra los otros"

Toni Mrlak volaba con su hijo desde que cumplió tres años. Ahora Tomaz tiene dos niños de nueve y once, Lovro y Svit. Tal vez ellos puedan ser la cuarta generación de la saga de pilotos Mrlak, pero su padre no le da demasiada importancia. Suspira por última vez. Solamente desearía haberse dado la vuelta aquel último día para agradecer el regalo de cumpleaños. La bicicleta roja.

Monumento a Toni Mrlak en Liubliana Santiago Echevarría