Gualchos-Castell de Ferro: donde el mar y montaña se dan la mano a los pies de la Sierra de Lújar
- Un lugar donde la baja Alpujarra el Mediterráneo se abrazan
- Castell de Ferro nació como una aldea marinera y la adaptación al terreno dio lugar al cultivo en terrazas
- Las cristalinas aguas de la Playa Rijana son ideales para hacer esnórquel, pádel surf o travesías en Kayak
En la baja Alpujarra a los pies de la Sierra de Lújar, encontramos un bello rincón de calles estrechas y sinuosas de origen musulmán, donde la luz del sol cobra protagonismo iluminando sus casas encaladas. Engalanado por el colorido de geranios, buganvillas y los azules el cielo y el Mediterráneo. Estamos en Gualchos-Castell de Ferro donde mar y montaña se dan la mano.
Este municipio de más de 5000 habitantes tiene tres núcleos poblacionales. Jolucar, el más pequeño y separados tan solo por 5 kilómetros un núcleo primigenio y serrano, Gualchos y el marinero, Castell de Ferro, presidido por su castillo de origen nazarí. Creado para defender la costa de las invasiones Berberiscas.
“Es una costa muy escarpada, entonces los puntos de atraque son mínimos, no hay espacio llano “
"Es una costa muy escarpada, entonces los puntos de atraque son mínimos, no hay espacio llano y al no haber espacio llano hay que buscar un lugar donde atracar y subir hacia el interior", nos dice Antonio Malpica, Catedrático de Historia Medieval.
Gualchos es el núcleo de población, inicial
De ahí que Gualchos sea el enclave más antiguo. "No es que fuera la parte segura que lo era, era también es espacio donde se podía vivir", dice Malpica. Para ello, se hizo una transformación importante, se aprovechó el agua de fuentes y minas y crearon un sistema de terrazas de cultivo, de ahí viene precisamente el nombre de Gualchos, un lugar donde se cultiva en terraza.
En la plaza del pueblo conservan un pilar de la época de Isabel II. "Este pilar es muy importante porque fue el que trajo el agua potable, el agua corriente al pueblo, puesto que viene desde la fuente de la mina que está mucho más arriba y es un pilar donde la gente ha ido a llenar sus cántaros de agua durante muchísimos años hasta no hace tanto que empezaron a poner el agua corriente en las casas, sobre los años 50-70", nos cuenta, Inmaculada Gómez, Técnico de Patrimonio Cultural, turismo y medioambiente.
Origen, árabe- andalusí
Aunque por Gualchos han pasado muchas civilizaciones la cultura árabe-andalusí es la más que deja su impronta. Como muestra su urbanismo adaptado al terreno montañoso. Bajo su iglesia de San Miguel construida en 1502 por orden expresa de los reyes católicos, podría incluso haber huellas de ese pasado medieval de influencia islámica.
"Se construyó sobre restos, se cree que, de una antigua mezquita, no se ha documentado arqueológicamente, pero sí que se tienen datos de una antigua mezquita, luego se ha ido haciendo diferentes ampliaciones hasta el siglo XVIII", nos comenta Inmaculada.
Paseando por sus calles llegamos hasta su pequeño museo etnográfico que refleja cómo era la vida en Gualchos hasta los años 70.
“En esta zona había mucho cultivo de viñas hasta que llegó la filoxera, desaparecieron y mucha de la población que había aquí tuvo que emigrar“
"Le llamamos banco de sensaciones porque cuando tú entras en este espacio tienen la sensación de que está viajando en el tiempo y que te adentras en las diferentes dependencias de las casas del pueblo", nos dice Inmaculada. Sobre la zona que recrea la bodega, explica: "En esta zona había mucho cultivo de viñas hasta que llegó la filoxera, desaparecieron y mucha de la población que había aquí tuvo que emigrar".
“Me intento diferenciar porque la cosa está en que los cultivos tradicionales un año valen otro no valen y de este tipo de cultivo más o menos te quedas estacionado“
Expuestos, enseres como son las garrafas forradas con esparto, cantareras, aperos de labranza… utensilios que han ido evolucionando. Se creó un sistema de terraza de cultivo, ahora hay grandes invernaderos. El municipio es líder en agricultura intensiva de hortalizas de calidad a las que favorece el clima subtropical. Aquí conviven cultivos de siempre con otros más modernos como la berenjena japonesa que entre otros cultiva, Carlos Alonso. "Me intento diferenciar porque la cosa está en que los cultivos tradicionales un año valen otro no valen y de este tipo de cultivo más o menos te quedas estacionado en un precio, no oscilas, no tienes unas bajadas, ni unas subidas muy altas", comenta Inmaculada.
La tradición agrícola y nuevos cultivos conviven en Gualchos
La berenjena japonesa tiene más sabor que la tradicional, no amarga, es un producto delicado muy sensible a las bajas temperaturas del invierno, por lo que en estacionalmente se la traslada a fincas con calefacción. Casi toda se exporta a centro Europa.
"El manejo es muy diferente a la berenjena tradicional porque esto el problema que tiene es el color. Para buscarle el color, tienes que jugar mucho con la limpieza, con el tema de la luz, tienes que blanquear, tienes que quitar la cal del techo, tienes que quitar hojas, que es 'complicaillo'", nos dice este agricultor.
Respaldando a unos 600 agricultores como Miguel hay una cooperativa, aquí en Gualchos. Todos sus cultivos están en producción integrada. Aparte de cultivos como el pepino holandés, pimientos, distintas variedades de tomates o, judías verdes hay cultivos más modernos y entre sus retos está el relevo generacional por eso, están continuamente investigando en fincas experimentales, como nos cuenta, José Correa, responsable del departamento técnico de la cooperativa, "EL GRUPO".
"En esas fincas de ensayo lo que por supuesto buscamos sobre todo es sabor, sabor y calidad. No se tarda ni un año ni dos en buscar un cultivo, se tardan muchos años en buscar un cultivo, primeramente, nosotros no le damos al agricultor un cultivo el primer año que le hayamos visto. Nosotros, una vez que lo vemos en las fincas de ensayo trasladamos un pequeño ensayo a fincas pequeñitas", comenta Correa.
Mar y tierra se fusionan en la cocina local
Aumentan la superficie cuando agricultor y supermercados y consumidores aceptan el producto. En Gualchos tenemos los cultivos y en Castell de Ferro, que nació como una aldea marinera, encontramos el pescado. La gastronomía local es una conjunción perfecta de los tesoros autóctonos como comprábamos junto a Mónica Vizeteu y su marido Miguel Moral en el restaurante "Hostal Costa Sol", mientras nos enseña a preparar una zarzuela de mar y montaña.
"Lleva pescado, marisco también verdura espárragos verdes, pimientos, champiñones y setas y un poquito de guisantes. Empleamos en la base de la zarzuela un fume de pescado que lo hacemos nosotros, que es especialidad de la casa y aparte una especie que también es secreto de la casa", dice Mónica.
Poco a poco se van añadiendo a la cazuela; calamares, pimientos, rape y merluza, almejas, mejillones, gambas, cigalas... Hora y media de cocción, después se decora con la verdura a la plancha y se le da el punto final en el horno.
“Aquí tenemos una zarzuela de mar y montaña de productos autóctonos, una delicia y una tradición“
"Hemos terminado el plato", nos dice Miguel, el propietario de restaurante y gerente del hostal. "Aquí tenemos una zarzuela de mar y montaña de productos autóctonos, una delicia y una tradición. También tenemos otros productos de la zona como nuestras frutas tropicales de la costa, una ensalada tropical con sus aguacates, mango, unas gambitas de motril y también un pulpo a la brasa con puré de boniato y una mayonesa de wasabi. Aquí hay mucha tradición de pulpo, tanto seco como a la brasa como frito", detalla.
La Rijana, un enclave perfecto observar la fauna marina
Cefalópodos y peces que podemos ver en las cristalinas aguas de la cala de La Rijana. En esta playa, presida por la torre vigía nazarí, aunque su origen puedo ser fenicio, podemos disfrutar de distintas actividades en la que nos guiará Alejandro González Caballero, Coordinador de "Paddel Surf La Rijana".
"Con los kayaks y con el paddel surf hacemos travesías y visitamos una serie de cuevas y de calas muy bonitas, en las que podemos ver pulpos, sepias, bastantes crustáceos… También es muy característico el falso coral naranja, todas las personas que vienen dicen '¡Ahí hay coral naranja!' No, no, es falso coral, es un ser vivo, pero que es muy llamativo también. Sobre todo, hacemos esnórquel, ¿por qué esnórquel? Pues porque es una zona protegida y es una zona maravillosa para poder observar el fondo marino y toda su fauna marina", detalla Alejandro.
Dormir en Gualchos
Para seguir disfrutando de nuestro viaje, es necesario un lugar para descansar. Subimos de nuevo a Gualchos, donde encontramos una casa rural, ideal para estar fresquito en las noches de verano, se llama, La Ventera. "Hay varias historias de porque se llama la ventera, un sitio que hace mucho viento, también porque antiguamente parece que sí que había una venta aquí. Aunque bueno, eso no está del todo corroborado", nos dice Mauricio Pérez Jaén, gerente de este alojamiento.
"La casa se puede alquilar por habitaciones, es como un hotelito, tenemos 5 habitaciones, 4 dobles y una cuádruple. Y también se puede alquilar íntegra. A veces vienen familias y se la quedan entera. Es bastante grande, es bastante cómoda para traer niños, luego hay bastantes rinconcitos privados cómodos, nos dice Mauricio. Y añade: "Antes del Covid, también teníamos restaurante, en verano por las noches, una terracita muy agradable, bueno se estaba más fresquito que abajo en la costa y bien teníamos una buena clientela, ahora no lo tenemos abierto, pero seguramente lo abriremos más adelante".
Gualchos-Castell de ferro un pueblo mágico, en la Costa Tropical, en el que mar y montaña se dan la mano.