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Orgullo LGTBI

Cuando tu identidad de género te convierte en refugiado: "Aquí puedo ser quien soy sin miedo al odio"

  • Tuvieron que huir de países como Colombia o El Salvador por el acoso que sufrían y buscaron en España "un nuevo horizonte"
  • Se sienten más seguros aquí, pero se siguen enfrentando al racismo y a la homofobia a la hora de buscar casa o trabajo

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Henrik, junto a su novia en su casa de Madrid, donde vive tras huir de El Salvador por la persecución que sufría como chico trans

"Había escuchado hablar que aquí había más inclusión para personas LGTBI, más derechos. Cuando llegué venía con miedo, pero he visto que aquí puedo ser quien soy libremente, sin tener miedo a represalias ni ataques de odio". Henrik habla de España, país al que tuvo que huir desde su El Salvador natal hace dos años por las amenazas que recibía por ser un chico trans. "Al llegar me di cuenta de que había normalizado toda la violencia que sufría", cuenta a RTVE.es

Él es uno de los más de 30 refugiados LGTBI que acoge la ONG Rescate, y que tuvieron que dejar sus países por la persecución que sufrían por su identidad de género o por su orientación sexual. "Huyen de la discriminación impuesta por las leyes, pero también de otras en el entorno familiar o social, que a veces es más fuerte", explica Fabiola Barranco, parte de la organización y codirectora del corto documental Delito de existir, en el que recoge algunos de estos testimonios.

Henrik, de 35 años, llevaba una vida "tranquila" en El Salvador. "Tenía mi trabajo, mis amigos. Era químico farmacéutico, trabajaba para el Gobierno y económicamente estaba bien". Hasta que irrumpieron las pandillas. Un día estaba tomándose algo con su pareja en un bar y unos pandilleros, que aseguraban controlar la zona, les pidieron sus documentos de identidad. Tras ver que el aspecto de Henrik no correspondía al sexo que aparecía en su documento, comenzó el acoso.

"Empezamos a notar que nos seguían, sabían dónde vivíamos y se mantenían frente a nuestra casa. Empezaron a cobrarnos la renta: teníamos que pagarles dinero para que nos dejaran tranquilos". Este pago cada vez iba aumentando, ya que el objetivo de los pandilleros era expulsarlos del barrio. Finalmente, desesperados, tomaron un avión hacia España.

"Vine para salvar mi vida"

Igual que Henrik, Taira también tuvo que dejar su país por el acoso que recibía por ser trans. En su caso, fueron varias las huidas. La primera, desde su pueblo natal en Colombia, donde fue amenazada por grupos armados, a Bogotá, donde hizo su transición. "Cuando empecé a ser trans tuve que ser prostituta, tuve muchos problemas con la policía, con otras chicas trans", cuenta.

Llegó a recibir un disparo en la cara, del que se salvó milagrosamente, y una puñalada cuando defendió a una amiga de una agresión. "Yo me cansé. Vine para salvar mi vida, para buscar refugio". Estuvo dos años ahorrando para poder venir a España en 2019, buscando "un nuevo horizonte, una vida más tranquila".

Taira, solicitante de asilo colombiana

Taira, solicitante de asilo colombiana OLMO CALVO/ONG RESCATE

Su experiencia en Madrid, done vive desde entonces, ha sido agridulce. Por un lado, reconoce que España es "miles de veces más seguro" que Colombia. "Aquí me he encontrado muchas cosas: gente cerrada, sobre todo jóvenes, y luego ancianos y adultos comprensivos. He tenido altercados con varias personas, también ha sido difícil", reconoce.

"Hay más racismo que homofobia" a la hora de buscar piso

Tanto ella como él coinciden en que, si bien sienten más seguridad en España, se siguen enfrentando a una enorme discriminación a la hora de buscar piso y trabajo. Henrik cree que "rige el racismo por encima de la homofobia" y ha visto denegado el acceso a varias viviendas por su condición de migrante, o de no tener un contrato estable o un aval.

"Generalmente piensas que si hay algún trabajo le van a dar prioridad a las personas españolas", afirma. Siente "incertidumbre", ya que no sabe si en las entrevistas le rechazarán por presentar sus papeles con otro nombre, el que sigue teniendo en sus documentos oficiales. Él busca empleo en algún laboratorio farmacéutico, aunque también le gustaría trabajar en el sector tecnológico, para lo que ha solicitado una beca.

Ni aquí ni en mi país nos dan trabajo por tener una vestidura diferente y ser como somos

Para Taira, "encontrar vivienda aquí es una odisea". "Simplemente por ser trans no le quieren alquilar a una", lamenta. Sus únicas oportunidades pasan por vivir con otras chicas trans, algo que está haciendo actualmente.

Respecto al empleo es aún más pesimista. "Ni aquí ni en mi país nos dan trabajo por tener una vestidura diferente y ser como somos. Ahora mismo no tengo trabajo y he perdido las esperanzas", dice lacónicamente.

Henrik

Henrik OLMO CALVO/ONG RESCATE

La homosexualidad, penada en 69 países: "No sabía que era delito"

Según explica Barranco, "aquí la mayoría se siente a salvo, pueden ir de la mano o besarse con sus parejas en la calle", pero advierte de que los solicitantes de asilo LGTBI se siguen enfrentando a otros muchos "retos", sobre todo con el trabajo y la vivienda: "Los migrantes tienen un escalón más alto para acceder al mercado laboral, pero si a eso le sumas que son parte del colectivo LGTBI se da una doble discriminación”.

Por ello reivindica la labor de su organización, donde todo el personal está formado en temas de género y sexualidad. Acogen a mujeres víctimas de la violencia de género, de la mutilación genital femenina y a refugiados LGTBI.

Barranco señala que muchos de los refugiados del colectivo se pueden volver a enfrentar a la exclusión de la que huyen dentro del sistema de acogida. "En un macrocentro se pueden encontrar con esa discriminación, mientras que en Rescate les preguntamos cuál es su nombre y cómo se identifican", asegura.

Entre los países de origen de los migrantes, este último año han destacado Venezuela y Colombia, aunque también reciben a personas del Magreb o del Este de Europa. En Colombia, recuerda Taira, "han matado a muchas amigas". Allí, como en otros países latinoamericanos, la situación es especialmente difícil y solo en 2020 fueron asesinadas 30 personas trans. A día de hoy la homosexualidad sigue estando penada en 69 países.

Uno de los protagonistas del documental, Alex, que se define como persona no binaria, tuvo que abandonar Camerún, un país en el que se enfrentaba a cinco años de cárcel por formar parte del colectivo. "Yo no sabía que era delito", reconoce en el documental.

El objetivo del corto, que Barranco ha dirigido junto al fotógrafo y documentalista Olmo Calvo, es "visibilizar esa realidad que viven esas personas que tienen que huir de sus países para sentirse libres y para estar vivas". Por ello han organizado visionados y debates en las universidades públicas madrileñas. "Tendemos a nombrarlas como víctimas, pero aunque sufran esa violencia son supervivientes. La palabra supervivientes se les queda corta", defiende.

Ni Taira ni Henrik se plantean volver a sus países a vivir. Como mucho, de vacaciones. Él espera que con la recién aprobada 'ley trans' pueda ver reconocida su identidad oficialmente y así vivir con mayor tranquilidad en España. "Qué voy a hacer en Colombia si casi me matan, si salí huyendo. Estoy luchando por los documentos, si me los dan bien y si no, Dios sabrá", confía Taira.