El Gobierno de Bennett no consigue renovar la polémica ley de reunificación
- La norma impedía a matrimonios palestino-israelíes vivir juntos en territorio judío
- Ha sido tumbada gracias al voto en contra del partido de Benjamín Netanyahu
A partir de ahora, las parejas de israelíes y palestinos lo tendrán un poco más fácil para vivir juntos en Israel. El parlamento de Jerusalén no ha renovado, por primera vez después de 18 años, la ley que impedía a estos matrimonios mixtos vivir libremente juntos en territorio israelí. Esta polémica norma que siempre defendió el exprimer ministro, Benjamín Netanyahu, ahora ha sido tumbada precisamente gracias a su voto en contra.
La ley, tachada de racista por defensores de derechos humanos e incluso por algunos partidos israelíes, llevaba desde 2003 impidiendo la reunificación de familias formadas por palestinos e israelíes o, en la mayoría de ocasiones, por palestinos casados con otros palestinos que tienen la ciudadanía o la residencia israelí.
El nuevo gobierno israelí orquestado por Naftali Bennett y Yair Lapid pretendía extender la normativa seis meses para poderla reformar, atendiendo así las demandas de varios partidos de izquierdas y árabes que integran el ejecutivo. Sin embargo, el Likud de Netanyanhu -que la defendió durante años por motivos de seguridad- junto a la extrema derecha y otros partidos árabes la han tumbado.
Además, la abstención de dos diputados del partido árabe Raam y la oposición de uno del ultranacionalista Yamina -del primer ministro Bennett- ha puesto en evidencia las primeras desavenencias ideológicas del Gobierno.
Netanyahu la tumba con segundas intenciones
El acuerdo entre la ministra de Interior de Yamina, Ayelet Shaked, con el izquierdista Meretz y el islamista Raam buscaba supervisar la ley tras los seis meses de su ampliación e incluir entonces la legalización del estatus de cientos de familias de la decena de miles de afectados, que no convencía a todos los diputados de las formaciones del Gobierno, aunque por diferentes motivos.
Netanyahu calificó desde la oposición el acuerdo de "corrupto": "Benet y Lapid querían comprar dos votos de Raam a cambio de miles de personas que comprometerían la identidad sionista y la seguridad del Estado de Israel", dijo.
La sesión parlamentaria se extendió toda la madrugada y el Likud de Netanyahu, ahora en la oposición, votó en contra y propuso convertir la medida en una Ley Básica, con rango constitucional.
El partido "exige al gobierno que haga el acto sionista necesario y correcto que goza de una gran mayoría en la Kneset y apruebe la ley fundamental de inmigración de inmediato. La ley es una solución integral y real al desafío de unir familias, infiltrados y migrantes ilegales", instó Netanyahu.
Una ley de defensa con tintes supremacista
La norma fue aprobada durante la Segunda Intifada y pretendía impedir la llegada de palestinos que atentaran en Israel, pero a su vez hizo imposible la reunificación de miles de familias, cuya situación se revisará ahora caso por caso.
Desde entonces, la ley ha sido objeto de debate y el propio titular de Exteriores, el centrista Lapid, ha reconocido este lunes que "es una de las herramientas diseñadas para garantizar la mayoría judía del Estado de Israel".
"Israel es el estado-nación del pueblo judío y nuestro objetivo es tener una mayoría judía. Además, la ley tiene importancia para la seguridad. El Shin Bet (servicio interior de inteligencia) presentó datos según los cuales si esta ley no se aprueba hoy (lunes), habrá un daño sustancial a la seguridad de Israel", declaró durante las negociaciones Lapid.