Más obras de mujeres y más temas sociales en el siglo XIX del Museo del Prado
- La pinacoteca ha reorganizado su colección con una propuesta “más compleja, rica y variada”
- Se trata de los cambios de mayor calado desde la ampliación llevada a cabo hace una década
El Museo del Prado ha reorganizado su colección del siglo XIX con una propuesta “más compleja, rica y variada” que incrementa el número de mujeres, autores extranjeros y nuevos formatos, en una de las intervenciones “más ambiciosas” de las acometidas por la pinacoteca en la última década, según su director Miguel Falomir.
“Una de las pocas cosas que ha dejado positivas la pandemia es que nos ha permitido acelerar los procesos”, ha dicho Falomir, que ha presentado los cambios, los más importantes desde la ampliación de hace una década.
El Prado, que ha mantenido gran parte de sus salas cerradas desde el año pasado por la pandemia, ha encontrado en esta atípica temporada el tiempo para pensar cómo contar uno de los periodos claves de su historia, el siglo XIX, que incluye a Goya, Madrazo, Sorolla y otros nombres fundamentales de su colección.
La remodelación afecta a 15 salas y los números dan cuenta de los cambios acometidos: más de cien obras nuevas (antes 170, ahora 275), las mujeres suben a trece (antes, una), se multiplican por cuatro los pintores extranjeros (de 10 a 37) y entran las artes decorativas con nuevos formatos como la miniatura o las medallas.
El principal objetivo del recorrido ha sido contextualizar mejor el arte español en este periodo. A partir del siglo XIX, la colección del Prado es más española y los pintores extranjeros caen.
Las salas dedicadas a Goya son las que menos cambios han sufrido. La dedicada a las “Pinturas negras” se mantiene intacta, el cambio fundamental es la estancia que acoge los episodios del 2 y el 3 de mayo en Madrid, “Los Fusilamientos” y “La lucha con los mamelucos”. Ambos cuadros tienen ahora en frente “La muerte de Viriato” de José de Madrazo, un cambio que resume mucho de los objetivos del nuevo recorrido.
La nueva propuesta trata de contextualizar la colección del Prado con “unas coordenadas más cosmopolitas”. Así, el neoclasicismo europeo tiene mayor presencia con nuevos autores suizos, alemanes, franceses o ingleses, que abrazan los nuevos aires del estilo neoclásico decimonónico, como el inglés Thomas Lawrence, el francés Pierre Guérin y el alemán Gottlieb Schick. El objetivo es dar una idea en conjunto del arte europeo, que además permita ver cómo Goya está relacionado con todo este movimiento.
Presencia de mujeres artistas
La presencia de mujeres artistas, una reivindicación histórica de críticos de arte a la pinacoteca, suma nuevas obras, algunas de ellas adquiridas para esta renovación. Las doce nuevas creadoras se han “integrado de manera natural donde les corresponde”, en vez de hacer una sala dedicada a mujeres, que no hubiera tenido sentido.
Maria Blanchard, Rosa Bonheur, Aurelia Navarro o Maria Roësset son algunas de las incorporaciones del recorrido. Un poco menos de la mitad corresponden a la nueva vitrina de miniaturas que el Prado expone por primera vez en su historia. Se trata de cuarenta obras de excepcional valor que hasta ahora permanecían guardadas.
“La principal dificultad para una mujer que quería pintar era que no siempre podía tener un taller, la miniatura era lo más sencillo para comenzar”, ha explicado Letizia Azcue Brea, Jefa de Conservación de Escultura y Artes Decorativas del Prado.
Las artes decorativas están mejor representadas en este nuevo recorrido que ha sumado más esculturas, medallas y miniaturas: “El Prado no es solo una pinacoteca, por eso hemos decidido reforzar la presencia de las artes decorativas”.
Retratos y pintura social
Una de las salas más curiosas del nuevo recorrido es una abigarrada estancia de retratos y autoretratos de 52 pintores, dispuestas en varias filas, entre las que se encuentran los autoretratos de Maria Roësset y Aurelia Navarro. Esta disposición es un guiño a la gran tradición retratista del siglo XIX. Entre los autores reunidos se encuentran los mejores artistas de la centuria, muchos de ellos autores de las 200 obras expuestas.
La pintura histórica, la tónica en las primeras salas del recorrido, que convive con el auge del naturalismo, da paso a una mayor presencia de la pintura social, que se convirtió en una de las corrientes más difundidas en la última década del siglo XIX.
En las últimas salas se pueden ver incorporaciones como “Una huelga de obreros en Vizcaya” de Vicente Cutanda, junto al famoso “¡Aún dicen que el pescado es caro!” de Sorolla. Estas obras de corte social buscan la objetividad, pero también la crítica de la realidad social de la época.
Los cambios son profundos y notables, con 57 autores completamente nuevos, pero algunas salas no se han tocado, como las de Madrazo o Rosales.