El ajuste de cuentas de Daniel Ortega
- El lunes la policía nicaragüense detuvo a un líder estudiantil que se atrevió a criticar al presidente en público
- Lesther Alemán fue entrevistado por TVE la semana pasada, antes de que le arrestaran
Lesther Alemán sabía que el cerco se iba estrechando sobre él. A lo largo del último mes, había visto cómo iban cayendo los rostros más visibles de la oposición al presidente nicaragüense. Y él era una de ellos desde que se atrevió a decirle al líder sandinista, en público y a la cara, lo que tantos nicaragüenses pensaban en privado: que tenía que irse.
"Esta es una mesa para negociar su salida y lo sabe porque el pueblo le ha solicitado" le soltó durante el fracasado diálogo que pretendía poner fin a la represión gubernamental de las protestas de 2018.
“He preparado a mi familia para dos escenarios: cárcel o muerte“
Lesther era entonces un estudiante de Comunicación Social de 20 años, que no midió las consecuencias de su osadía. "Me convertí en un blanco porque hice mortal lo que creían divino, cuestioné al poder de manera pública y lo peor: que al comandante no se le grita".
Ahora, en plena escalada represiva, después de tres años de acoso y persecución policial y de una vida semiclandestina en casas de seguridad, tenía claro que en cualquier momento vendrían a por él. "He preparado a mi familia para dos escenarios: cárcel o muerte" confesaba a RTVE la semana pasada en una de sus últimas entrevistas antes de su arresto este lunes.
"Si yo falto el resto debe continuar"
A diferencia de otros detenidos, Lesther no dejó grabado un mensaje en vídeo. Lo que tenía que decir, lo había repetido una y mil veces: "Si yo llego a faltar, el resto debe continuar". Estaba convencido de que por muy mermadas que estén sus fuerzas, la oposición debía medirse con Ortega en las urnas.
Es, según él, el escenario que más teme el líder sandinista. De ahí, que teniendo todo a su favor -órganos y leyes electorales- haya tenido que lanzar esta campaña de terror. "Es un signo de debilidad. Está intentando todo para provocar que se instaure la desesperanza, el miedo y que demos todo por terminado".
Su postura es la de la coalición opositora de la que es miembro, Ciudadanos por la Libertad, la única que quiere y puede presentarse a las presidenciales de noviembre en las que Ortega aspira a un cuarto mandato consecutivo.
"La gente está aterrorizada y es comprensible porque la represión se manifiesta de muchas maneras. Pero yo creo que, cualquiera que sean las circunstancias, somos la coalición opositora y tenemos la responsabilidad de resistir hasta el último momento" ha vuelto a insistir su presidenta, Kitty Monterrey, tras la detención de Lesther.
Otras destacadas voces críticas contra el régimen no comparten semejante estrategia ante unas elecciones sin garantías, candidatos sólidos, ni observadores internacionales. Es el caso del periodista Carlos Fernando Chamorro, que es hermano de dos de los detenidos y se acaba de exiliar en Costa Rica, o del escritor y premio Cervantes, Sergio Ramírez, que fue mano derecha de Ortega durante una década antes de romper con él en los 90.
"Yo doy por perdidas las elecciones porque ninguno de estos candidatos va a salir antes de noviembre, porque Ortega no va a permitir que salgan con el aura de héroes. Eso no está en sus cálculos" sostiene Ramírez, que considera que presentarse a las elecciones es hacerle el juego a Ortega, ofreciéndole el mínimo de legitimidad que necesita para una eventual negociación con la comunidad internacional en la que los detenidos serían moneda de cambio. "Estos son rehenes que se quedan para una negociación posterior a noviembre"
"Cuídate"
Lesther no había vuelto a dormir en su casa desde el 16 de mayo de 2018, el día que desafío públicamente a Ortega. Aprendió a "administrar sus miedos" y a vivir bajo un acoso policial permanente. "Si descubren donde voy a estar, siempre hay policía. Y no uno, ni dos, sino varias patrullas con diez agentes armados cada una". Solían además tirarle fotos y últimamente le habían lanzado una advertencia: "Cuídate". Él lo hacía: "El lugar donde duermo es mi mayor secreto y el silencio mi mayor aliado. Lo malo es que me he vuelto muy desconfiado. Yo diseño un plan de lo que voy a hacer y no lo comparto con nadie".
“El lugar donde duermo es mi mayor secreto y el silencio mi mayor aliado“
En las entrevistas virtuales, como la que ofreció la semana pasada a RTVE, se asomaba a la pantalla sobre una pared completamente blanca y desnuda, sin ningún detalle que pudiera revelar su ubicación. No quería que se supiera desde dónde había hablado, ni tampoco cuándo lo había hecho, por eso usaba también siempre la misma camisa, una guayabera negra. "Yo no se lo voy a poner fácil", aseguraba. Este lunes, sin embargo, bajo la guardia. Se empeñó en acompañar a su madre a casa y enseguida apareció la policía.
"Llegaron seis patrullas con decenas de oficiales de la policía nacional, golpearon la puerta para entrar y se llevaron a mi hijo" cuenta su madre, Lesbia Alfaro.
Un traje legal a la medida de Ortega
Ese mismo día cayeron otros líderes estudiantiles y campesinos que elevan la cifra total de detenidos a 27, incluidos seis precandidatos presidenciales.
A casi todos los arrestados les acusan de "traición a la patria" basándose en una nueva ley, aprobada en diciembre del año pasado, que organizaciones y organismos, nacionales e internacionales, consideran una aberración jurídica hecha a la medida de las aspiraciones electorales de Ortega.
El delito de "traición" inhabilita de por sí para cargos públicos, pero además la justicia está imponiendo a los detenidos 90 días de prisión preventiva. Una doble garantía de que no saldrán a tiempo para inscribirse oficialmente como candidatos.
Lesther y el resto de detenidos el martes pasado han sabido este jueves que no volverán a pisar a la calle por los menos hasta el 6 de octubre. "Yo temo que le torturen o le quiten la vida porque con este régimen todo es posible" dice Lesbia, su madre.
Sin "pruebas de vida" de los suyos
Las familias no hablan de detenidos sino de "secuestrados" y exigen al régimen nicaragüense "pruebas de vida" de los suyos. Uno de los primeros detenidos, el precandidato y académico, Félix Madariaga, cumplía este jueves 30 días entre rejas. Su familia no ha vuelto a saber nada de él desde que la policía lo detuvo con "lujo de violencia" el pasado 8 de junio. Tampoco sus abogados han tenido acceso a sus clientes. Ni siquiera tienen la certeza de que estén encarcelados en el complejo policial Evaristo Vásquez, donde algunas familias acuden a diario.
“Nosotras decimos que nuestro padre está desaparecido porque hasta la fecha no lo han presentado, ni siquiera lo han mostrado en televisión como hacen a veces con algunos detenidos“
Al principio les llevaban algo de comida, pero ya solo les permiten dejar agua. "Es otra forma de torturarnos" asegura Cristian, hija de Victor Hugo Tinoco, otro de los detenidos. "Nosotras decimos que nuestro padre está desaparecido porque hasta la fecha no lo han presentado, ni siquiera lo han mostrado en televisión como hacen a veces con algunos detenidos" se lamenta, angustiada por no saber si lo estarán tratando bien.
Hoy lloran por su padre, pero Cristian recuerda que en su casa también hubo lágrimas el día que el Frente Sandinista perdió las elecciones de 1990. Su padre había sido vicecanciller del primer gobierno de Ortega y todavía aguantó otras dos derrotas electorales, las del 1996 y 2001, antes de darle la espalda al líder sandinista. Como Lesther haría años después, Tinoco tomó la palabra en una asamblea del partido para decirle a Ortega que se fuera y diera el relevo a alguien más joven. Su respuesta fue: "El Frente Sandinista soy yo".
Ortega acabó regresando al poder en 2007 y hoy, después de 14 años seguidos aferrado a él, ante los crecientes reclamos de la sociedad nicaragüense, parece responder: "Nicaragua soy yo y mi familia". Empezando por su esposa, Rosario Murillo, a la que hizo vicepresidenta en 2017, y siguiendo por su numerosa prole. 8 de sus nueve hijos son asesores del gobierno y controlan además lucrativos negocios bajo el paraguas del estado.
En palabras de Lesther:"Aquí pareciera ser que ya estamos en el deterioro del modelo de una dictadura y estamos llegando a la monarquía".