La "generación de la decepción" alza su voz en Cuba: "El pueblo se cansó y dijo basta"
- Manifestantes denuncian que fueron detenidos violentamente y sometidos a arresto domiciliario por "protestar pacíficamente"
- "Caminar por la calle ahora mismo es un riesgo", relatan los asistentes a las históricas movilizaciones del domingo
"Cada vez que me decido a salir de casa me detienen, me meten en una patrulla, me llevan a una estación de policía, me interrogan durante horas y horas y me vuelven a llevar a casa. Es asfixiante". Héctor Luis Valdés es periodista y uno de los arrestados el pasado 11 de julio, el día en el que Cuba vivió una de las mayores protestas contra el Gobierno desde la Revolución de 1959.
Lo cuenta en una entrevista a RTVE.es este miércoles, cuando la isla recupera lentamente internet y las comunicaciones tras dos días de apagón. Valdés estaba cubriendo una de las manifestaciones surgidas a raíz de la escasez de alimentos y medicinas en La Habana, cuando fue señalado por los asistentes a una contramanifestación a favor del Gobierno y arrestado "con violencia" por la policía.
Tras 24 horas en una comisaría, le permitieron salir a cambio del arresto domiciliario, del que se asegura mantener un "carro patrullero" frente a la puerta de su casa que no le pierde ojo. No se le imputó ningún cargo porque "gozan de esa impunidad", pero tampoco se sorprendió: "Llevo dos años ejerciendo el periodismo independiente y he perdido la cuenta de las veces que me impiden salir de mi vivienda, sin una orden judicial, ni delito ni nada".
"Estoy en prisión domiciliaria por manifestarme pacíficamente"
No hay datos oficiales de detenidos en las protestas, pero ADN Cuba, el medio en el que trabaja Valdés, los cifra en 170, siete de ellos periodistas, mientras que la ONG Human Rights Watch calcula que son unos 200 Sí que se conoce, al menos, un manifestante muerto el pasado lunes, aunque desde las fuentes opositoras apuntan a que son cuatro en total. En cuanto a los arrestados, muchos siguen en paradero desconocido, a pesar de la insistencia de las familias por conocer dónde se encuentran.
En otra situación similar a la del periodista está el historiador y profesor de la Universidad de La Habana Leonardo Fernández. "Estoy en prisión domiciliar y solo tengo permitido salir al trabajo y a misa porque soy católico. Todo por manifestarnos de modo pacífico", explica. Fernández uno los arrestados por protestar frente al Instituto Cubano de Radiotelevisión el pasado 11 de julio. Eran 30 personas del grupo opositor 27N, formado por artistas e intelectuales, que exigían 15 minutos de antena para exponer sus demandas.
Denuncia que estuvo esposado y fue sometido a aislamiento durante tres horas por intentar defender a un menor de edad retenido en la prisión. "Comenzaron a llegar fuerzas de seguridad del Estado. Nos tiraron arriba de un camión agrícola de modo muy violento. A mí me golpearon, me lanzaron contra la pared y a un amigo le dieron una bofetada por defenderme", explica. Ese amigo era el actor y activista por los derechos LGTBI Daniel Triana, también retenido en su domicilio tras pasar un día en prisión.
"Somos los hijos de la crisis, no le debemos nada a la Revolución"
Triana asegura que su situación es excepcional. Los integrantes de 27N fueron liberados gracias a la presión de órdenes religiosas y la comunidad internacional, pero dice que la gravedad de su caso es "mínima comparada con lo que están haciendo en las calles".
La prisión domiciliaria para él es estricta. "Cuando fui a recoger la tarjeta de crédito de mi banco me detuvieron de nuevo solamente por caminar por la calle. Caminar por la calle ahora mismo es un riesgo", asegura. La Habana "está militarizada" para impedir que continúen unas protestas que han bajado de intensidad en los últimos días.
El actor cumplía 24 años el día que empezó el arresto domiciliario. Forma parte de la generación de la "decepción", según la define, y es un ejemplo del choque generacional que está, junto a la crisis económica, sanitaria y el hartazgo político, en el origen de las protestas.
"Somos los hijos de una crisis, de un derrumbe económico y simbólico, de una era de decadencia y sentimos que no le debemos nada de este proceso que se hace llamar Revolución y que es absolutamente dictatorial", denuncia.
Para Valdés, la razón de las protestas es sencilla. "Es el cansancio producido por más de seis décadas bajo un sistema político que no vela por tus derechos, por tu porvenir. Es el cansancio del hambre, la miseria y la represión. El Pueblo dijo basta, se cansó", contesta contundente.
"La intensidad de las protestas estará determinada por el acceso a Internet"
Ninguno sabe si las protestas se mantendrán en el tiempo y conseguirán provocar una brecha en el Gobierno cubano, que ha logrado mantener una estabilidad política durante años. Sí que coinciden, sin embargo, en que dependerá de si pueden seguir conectados, algo difícil con los cortes continuos.
"La intensidad de las protestas va a estar determinada por el acceso a Internet. Es el proceso que más ha empoderado al pueblo de Cuba en los últimos años porque es el único espacio donde el Gobierno no tiene absoluto control. Si nos quitan internet estamos desamparados", asegura Triana.
“Estamos adquiriendo cultura de protesta, no había experiencia previa “
Son nuevos en esto de las movilizaciones políticas, inéditas en Cuba salvo precedentes como el "maleconazo" de 1994. "Estamos adquiriendo cultura de protesta, no había experiencia previa".
Según explica Valdés, "en pequeños puntos del país aún continúa las protestas pacíficas", pero, de nuevo, es difícil comprobarlo si no llega la información. Fernández también coincide en que se mantienen las movilizaciones aunque "ha disminuido en intensidad" y algunas tienen un carácter "vandálico".
Su primera exigencia al Gobierno de Miguel Díaz-Canel, que achacó las protestas a la injerencia estadounidense e instó a sus partidarios a manifestarse contra los opositores, es "el fin de la represión": "Las cárceles están repletas, hay miles de jóvenes y muchos reciben maltrato", denuncia.