No hay pruebas de que la exposición al sol reduzca la eficacia de la vacuna contra la COVID-19
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La ciencia no ha mostrado evidencias de que la exposición al sol reduzca la eficacia de las vacunas contra la COVID-19, como afirman algunos contenidos muy extendidos en redes sociales. Una especialista recomienda evitar la radiación, pero no existen ni estudios ni ensayos clínicos relativos a las que se han desarrollado contra el coronavirus. Te explicamos lo que sabemos.
Hemos visto en medios de comunicación y redes sociales un mensaje que dice que la exposición al sol puede reducir la eficacia de las vacunas contra la COVID-19. La idea parte de datos sobre otras vacunas basados en estudios en animales y en zonas donde hay más radiación solar, que podrían indicar que algunas vacunas son menos eficaces en ciertas épocas del año. Sin embargo, según indican los expertos consultados, esto no indica necesariamente que estén relacionados con la radiación ultravioleta. Además las guías técnicas de los nuevos sueros contra la COVID-19 no dicen nada al respecto y los especialistas ratifican que aún faltan evidencias que lo confirmen.
La mayoría de las afirmaciones que hemos visto sobre este tema se refieren a varias entrevistas realizadas a la directora del Área Integrada de Gestión de Dermatología de la Agencia Sanitaria Costa del Sol, Magdalena de Troya. Esta especialista afirmó para El Diario Sur y la Cadena Cope que “un exceso de radiación ultravioleta va a generar una disminución de la respuesta inmunológica de la vacuna y esto puede reducir la eficacia de la vacuna no solo del coronavirus, sino de cualquier vacuna”.
Qué dicen algunos estudios
El informe “Índice UV Solar Mundial” de la OMS (cuarto párrafo, página 3) es un documento de 2003 que mide la intensidad de las radiaciones ultravioletas en la superficie terrestre e indica su capacidad para producir lesiones cutáneas. Afirma que “cada vez hay más pruebas que indican que los niveles medioambientales de radiación UV pueden aumentar el riesgo de enfermedades infecciosas y limitar la eficacia de las vacunas”. El Índice UV del informe se basa en “diversos experimentos con animales'' y en “países en desarrollo con niveles altos de radiación UV” sin especificar qué vacunas en concreto estarían sometidas a esta posible “reducción de su eficacia”.
Otro estudio al que nos remiten los dermatólogos consultados, realizado por la Sociedad Británica para la Inmunología, se cuestiona si existen diferencias en las respuestas inmunitarias después de la administración de vacunas en aquellas personas que se hayan expuesto al sol de forma crónica o aguda y en las que no. En sus conclusiones expresa que se “requiere una confirmación en estudios humanos” ya que “actualmente no está claro”.
La dermatóloga De Troya, con la que hemos hablado, hace referencia a estos textos. Nos apunta que “en un proceso de vacunación en general no es recomendable en los días posteriores, mientras tu organismo se está inmunizando, que tengas una sobreexposición a las radiaciones ultravioleta porque esa respuesta inmunitaria puede descender”. La dermatóloga se pregunta: “Si uno de los riesgos que tiene la sobreexposición de las radiaciones ultravioleta es la reactivación de virus e inactivación de vacunas, entonces ¿por qué no las vacunas de la Covid?”.
De Troya reconoce que “no hay evidencia científica” sobre sus afirmaciones, sino que se trata de “una recomendación bastante consolidada basada en el conocimiento científico, no en un estudio o ensayo clínico que se haya realizado con pacientes expuestos a la radiación”. Actualmente, ni ella ni su equipo están investigando esta hipótesis.
No hay evidencia científica
Otros expertos consultados coinciden con la dermatóloga y la OMS en el peligro de la exposición a niveles altos de radiación UV sobre el sistema inmunológico, pero nos explican que no hay evidencia científica que confirme que la exposición al sol disminuya la eficacia de la vacuna contra la COVID-19. Marcos López, presidente de la Sociedad Española de Inmunología, cree que la idea “no tiene ningún fundamento”. Considera que “la exposición a la luz solar es buena porque induce vitamina D, que es fundamental para potenciar la respuesta inmunitaria”.López subraya que “en los grandes quemados con superficies amplias de piel sí que produce un cierto estado de inmunodepresión” pero desconoce “los datos que indiquen que ese nivel de inmunodeficiencia secundaria evite una buena respuesta de la vacuna”. Señala que “no hay evidencia” de que la exposición al sol o un eritema reduzcan la respuesta inmunitaria.
Carmen Cámara, inmunóloga del Hospital La Paz, afirma que “debemos basarnos en estudios y en este caso no los hay”. Afirma que una excesiva exposición al sol sin fotoprotección es perjudicial para la salud y que los rayos UVB [el tipo de rayos ultravioleta responsable de las quemaduras solares] son inmunomoduladores del sistema inmunitario, pero insiste en que “de esas generalidades no se puede inferir de ninguna manera que tomar el sol vaya a tener efectos negativos en la eficacia de la respuesta vacunal”.
Amos García, presidente de la Asociación Española de Vacunología, desconoce qué evidencia científica establece esa relación, pero expresa que “es razonable que aunque durante las horas siguientes a la vacunación se pueda hacer vida normal, se eviten los excesos”. En la misma línea responde José Antonio Forcada, presidente de la Asociación Nacional de Enfermería y Vacunas: "Cuando uno recibe una vacuna no convienen excesos como irse a la playa a tomar el sol muchas horas porque eso podría producir algún tipo de reacción como una insolación o un golpe de calor que se pudiera relacionar con la vacuna". No obstante, Forcada deja claro que "no hay evidencia científica de que la exposición a los rayos ultravioleta de una manera moderada pueda causar ningún problema relacionado con esta ni con ninguna otra vacuna".
Por último, Pablo Ortiz Romero, jefe del servicio de dermatología del Hospital 12 de Octubre y catedrático de la Universidad Complutense de Madrid afirma: “Un estudio demuestra que A es igual a B, otro estudio dice que B es igual a C, pero si un estudio no demuestra que A es igual a C no es una evidencia. Las matemáticas son una cosa y los estudios con pacientes o datos biológicos o animales no son exactamente iguales”. Ortiz señala que los datos de los estudios citados anteriormente se basan en “estudios en animales” y “datos indirectos” que hacen que esas conclusiones no sean firmes. El dermatólogo remarca que “A no es igual a C hasta que lo demuestres y no está demostrado que la exposición al sol reduzca la eficacia de la vacuna”.
Como ves, los científicos consultados insisten en que siempre hay que protegerse del sol porque si nos quemamos existe el riesgo de desarrollar enfermedades en la piel. Sin embargo, no existen evidencias de que dicha exposición solar reduzca la eficacia de las vacunas contra la COVID-19, lo que no implica ninguna recomendación adicional.
*20-06-2022, 18:30 h. Actualización para introducir las declaraciones del presidente de la Asociación Nacional de Enfermería y Vacunas José Antonio Forcada.
Primera fecha de publicación de este artículo: 23/07/2021