Santiago Ramón y Cajal: la Escuela Histológica y sus discípulos
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- Laura Forster y Manuela Serra aparecen nombradas por Ramón y Cajal en sus memorias Recuerdos de mi vida
Varios nombres de los alumnos que pasaron por las clases de Cajal, que se inspiraron o que trabajaron con él, forman parte de la Escuela Neurohistológica Española, también entendida como Escuela Cajal.
Pío del Río Hortega es quizá el discípulo de Cajal que más reconocimiento internacional tiene y Rafael Lorente de No, también discípulo, fue el candidato eterno al Premio Nobel durante los años cincuenta y sesenta, pero nunca lo conseguiría. “Es una escuela muy meritoria que tiene a científicos muy valiosos. Uno de ellos, como es Pío del Río Hortega, fue dos veces nominado al Nobel y Rafael Lorente de No tiene seis nominaciones”, concreta Juan Andrés de Carlos, neurocientífico y responsable del legado de Santiago Ramón y Cajal.
Fernando de Castro Rodríguez y la descripción de los quimiorreceptores
Otro ejemplo de la Escuela Cajal es Fernando de Castro Rodríguez. Una de sus muchísimas contribuciones fue descubrir los quimiorreceptores. De hecho Heymans, fisiólogo belga, se interesaría mucho por los trabajos de Fernando de Castro, tanto que estos cimentaron las bases para que precisamente Heymans ganara el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en el año 1938, sin ser compartido con De Castro.
El neurocientífico Fernando de Castro Soubriet, investigador del Instituto Cajal y nieto del estrecho colaborador del Premio Nobel, recuerda que no llegó a conocer a su abuelo porque murió meses antes de que él naciera, pero afirma que su padre, que se dedicó a algo completamente diferente, "nombraba constantemente a mi abuelo y a Cajal”, según explica en una entrevista en Radio Exterior de España.
“El principal descubrimiento de Fernando de Castro fueron los quimiorreceptores arteriales“
De Castro Soubriet afirma que su abuelo trabajó básicamente en continuar la tarea de Cajal "en el sistema nervioso periférico, ya que casi todas las descripciones de Ramón y Cajal son del sistema nervioso central”. Fernando de Castro Rodríguez describió la naturaleza sensitiva de los quimiorreceptores arteriales: “Unas células sensoriales del cuerpo carotídeo que detectan cambios de composición en la sangre, como el contenido de glucosa o de oxígeno”, destaca.
Fue esta descripción por la que más se recuerda todavía a Fernando de Castro Rodríguez, cuya demostración fisiológica llevó a Heymans al Premio Nobel: “Como casi todas las descripciones de los miembros principales de Cajal y su Escuela, décadas después siguen siendo completamente ciertas y válidas, algo verdaderamente excepcional”, asegura Fernando de Castro Soubriet.
Fernando de Castro y el Nobel frustrado
Juan Andrés De Carlos describe que en aquella época Heymans se interesó por los trabajos de Fernando de Castro y vino a España para que le enseñase cómo acceder quirúrgicamente a un quimiorreceptor para poder registrarlo. "Fernando le enseña y no solamente eso sino que Heymans le invita a Gante, a su laboratorio, pero estalla la Guerra Civil y Fernando de Castro, como casi todo el mundo, deja de trabajar”, detalla.
En 1938 le dan el Nobel a Heymans por demostrar electrofisiológicamente "lo que Fernando de Castro ha demostrado o descrito anatómicamente", asegura. Sin embargo, Fernando de Castro ni siquiera fue nominado: "Fue una pequeña jugada de Estocolmo porque es un premio Nobel que tendría que haber sido compartido”, argumenta De Carlos.
Similar a lo ocurrido con Fernando de Castro, Juan Andrés de Carlos pone de ejemplo lo sucedido con el Premio Nobel en Química 2020, donde fue premiada la técnica que ha salido de un gran descubrimiento, pero el que lo hizo no ha sido premiado: “Nuestro microbiólogo alicantino Francis Mojica es el que nombra el método CRISPR”, conocido habitualmente como las tijeras genéticas, pero al final "el premio se lo han dado a otras personas", concretamente a Jennifer Doudna y Emmanuelle Charpentier, "por la aplicación del gran descubrimiento sobre la manipulación genética que hizo Francis”, afirma.
Las neurocientíficas que investigaron con Cajal
Santiago Ramón y Cajal no solo investigaba con hombres aunque estos fueran mayoría. Varias mujeres, muchas veces olvidadas, estuvieron colaborando e investigando a raíz del camino que instauró Cajal.
Fernando de Castro Soubriet, tras la insistencia de Elena Giné Dominguez, profesora de Biología Celular de la UCM, decidió investigar las mujeres que hay detrás de la Escuela Cajal: “Surge dando una charla cuando me preguntaron si había mujeres discípulas. El propio Cajal en 1923 en su libro de memorias, Recuerdos de mi vida, pone encima de la mesa el nombre de dos mujeres entre las que considera sus discípulas o de su Escuela. A partir de ahí surge el trabajo”, aseguró a Marta López y Juan Antonio López Guerrero (JAL) en Radio Exterior.
Laura Forster, icono de la medicina y enfermería en Australia
La australiana vino de la Universidad de Oxford en 1911 a aprender Histología con Cajal cerca de seis meses. “En ese tiempo publica un artículo centrado en los cambios que se producen en la lesión traumática de la médula espinal de las aves”, explica De Castro Soubriet.
Después regresó a Oxford, ofreciéndose voluntaria para el ejército de su país cuando estallaron las Guerras de los Balcanes y la Primera Guerra Mundial. "No dejan que participe directamente, aunque sí en el cuerpo de enfermería. Es entonces cuando, entre otras cosas, dirige un hospital británico en el frente turco y acaba muriendo en el frente ruso”, destaca De Castro Soubriet, y añade que su carrera académica después de haber estado con Cajal es relativamente corta: “Laura Forster se convirtió en un icono de la medicina y la enfermería en Australia”.
Manuela Serra, la única mujer que firma con su nombre
Es la única que publica un artículo con su nombre, en 1921, y además lo publica sola. Consiste en la ‘estructura de las gliofibrillas de la neuroglía de la rana’, según explica Fernando De Castro Soubriet. Además, en la investigación pudieron constatar que Serra recibió una ayuda de la Junta para Ampliación de Estudios, solo para ese año, cuando publica: "Es en el momento en el que Cajal considera a Serra como su discípula”, añade.
Tanto Laura Forster como Manuela Serra son dos mujeres que trabajaron directamente en el laboratorio de Cajal cuando el científico estaba todavía activo. “Nosotros incluímos a otras dos mujeres”, sostiene De Castro Soubriet sobre su investigación: "Por un lado, Soledad Ruiz Capillas, que trabaja con Gonzálo Rodriguez Lafora en patología del sueño, y por otro María Luisa Herreros, que después de la Guerra Civil publica un artículo sobre la estructura sináptica del sistema nervioso simpático con Fernando de Castro, mi abuelo”, expresa.
Las dos investigadoras desapercibidas
El nieto de Fernando de Castro Rodríguez cree que esto es bastante sorprendente porque Cajal cuando recibe la medalla Echegaray hace un discurso en el que habla de la composición de su Escuela hasta entonces y, entre esos nombres, "está Laura Forster con su nombre de pila y también Manuela Serra”, afirma.
“Es llamativo que nadie hasta ahora hubiera revisado en detalle la presencia femenina“
También destaca que en la reedición en 1923 de Recuerdos de mi vida, memorias de Cajal, “al final hace un epílogo con la lista de los trabajos publicados por sus discípulos e inspirados o dirigidos por él y vuelven a aparecer Laura Foster y Manuela Serra", insiste. "Es llamativo que nadie hasta ahora hubiera revisado en detalle no tanto esos trabajos, que han sido citados en la bibliografía científica cuando ha tocado, sino la presencia femenina en este sentido”, precisa Fernando De Castro Soubriet.