Biden fija como objetivo que el 50 % de los vehículos estadounidenses sean eléctricos en 2030
- Los tres mayores fabricantes de automóviles del país apoyan las medidas de la Casa Blanca
- "La cuestión es si vamos a liderar o quedarnos detrás en la carrera por el futuro", ha dicho el presidente de EE. UU.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha dado un paso hacia su objetivo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y ha anunciado este jueves medidas con las que busca transformar la electrificación del sector del automóvil, con la que busca también vencer a China y devolver al país el liderazgo del sector.
En presencia de los líderes de los tres mayores fabricantes de automóviles del país (General Motors, Ford y Stellantis), así como de destacados congresistas, líderes sindicales y organizaciones medioambientales, Biden ha firmado en los jardines de la Casa Blanca una orden ejecutiva con la que busca que para 2030 la mitad de los coches que se vendan en el país sean vehículos eléctricos (VE).
Y aunque el documento firmado por Biden no supone ninguna obligación para los fabricantes de automóviles, los Tres Grandes de Detroit, como se conoce a GM, Ford y Stellantis, han expresado su apoyo a las medidas anunciadas por la Casa Blanca.
Asegurarse de que "el futuro esté hecho en Estados Unidos"
Biden ha insistido en que el país está "en una competición con China, y muchas otras naciones, por el siglo XXI" y para ganar hay que asegurarse de que "el futuro esté hecho en Estados Unidos". Ha añadido una advertencia que ya ha hecho en otras ocasiones, la de que "el futuro del sector del automóvil es eléctrico, y no hay vuelta de hoja".
"La cuestión es si vamos a liderar o quedarnos detrás en la carrera por el futuro; si produciremos estos vehículos y las baterías aquí o si vamos a tener que depender de otros países; si los puestos de trabajo que van a producir los coches y las baterías son empleos sindicalizados con buenos salarios, empleos que van a sostener el continuo crecimiento de la clase media", ha continuado Biden.
Antes de firmar la orden ejecutiva, el presidente estadounidense ha vuelto a referirse a China para dejar claro que en la actualidad el gigante asiático lleva la delantera en la carrera por la electrificación del automóvil al contar con el mayor mercado doméstico de VE y controlar la producción de baterías. "No hay razón por la que no podamos recuperar ese liderazgo. Pero nos tenemos que mover con rapidez", ha concluido Biden.
El presidente también se ha referido en términos similares a la producción de semiconductores, cuya escasez está provocando graves problemas a los fabricantes de automóviles, y se ha comprometido a que la crisis no se repetirá.
Para alcanzar el objetivo de que el 50 % de las ventas anuales de vehículos en Estados Unidos sean eléctricos, o híbridos, para 2030 mucho tiene que cambiar en el mercado.
En la actualidad, menos de un 2 % de todos los automóviles que se venden en el país son VE, lo que coloca a Estados Unidos en el puesto número 20 de la clasificación mundial. Mientras, China duplica a EE. UU. en el número de VE y la tasa de crecimiento de su mercado doméstico es el doble de la del país norteamericano.
GM, Ford y Stellantis, comprometidos con los objetivos
Pero GM, Ford y Stellantis ya habían establecido con anterioridad ambiciosos objetivos para producir VE, y sustituir la producción de modelos con motores de gasolina y diésel, por lo que las medidas de la Casa Blanca no suponen ningún compromiso adicional.
En un comunicado conjunto, Ford, GM y Stellantis se comprometieron a "alcanzar ventas anuales del 40-50 %" de vehículos eléctricos para "llevar la nación más cerca del futuro de emisiones cero consistente con los objetivos" del acuerdo climático de París.
De hecho, la Casa Blanca ha indicado que el objetivo del 50 % de ventas de VE para 2030 "está calibrado" para que las plantas de producción existentes puedan adaptarse sin peligro y los fabricantes no tengan mayores problemas.
Estos fabricantes han dicho que los agresivos objetivos de ventas de vehículos eléctricos solo pueden alcanzarse con miles de millones de dólares invertidos en incentivos gubernamentales, incluyendo subsidios a los consumidores, redes de recarga de vehículos eléctricos, así como "inversiones en I+D, e incentivos para ampliar la fabricación de vehículos eléctricos y las cadenas de suministro en los Estados Unidos."
Con todo, el objetivo de Biden es menos ambicioso que el establecido por la Unión Europea, que ha ordenado que para 2035 los fabricantes dejen de producir motores de combustión en favor de los eléctricos.
Paradójicamente, Tesla, el principal fabricante estadounidenses de vehículos eléctricos, ni ha sido invitado a la ceremonia de firma de la orden ejecutiva ni incluido en las conversaciones con los Tres Grandes de Detroit lo que ha provocado que el consejero delegado de la compañía, Elon Musk, se quejase en Twitter: "Parece extraño que no se haya invitado a Tesla".
Estándares de consumo y emisiones
Además de la orden ejecutiva, la Casa Blanca ha anunciado que reinstaurará estrictos estándares de consumo y emisiones que fueron eliminados durante la presidencia de Donald Trump (2017-2021) y que establecen los límites en esas dos categorías que pueden alcanzar el conjunto de los vehículos producidos por los fabricantes del país.
Según el Gobierno estadounidense, los nuevos estándares proporcionarán beneficios netos de unos 140.000 millones de dólares con el ahorro de 757.000 millones de litros de gasolina en los próximos cinco años, así como la reducción de 2.000 millones de toneladas métricas de contaminación de carbono.
El Gobierno estadounidense ha estimado que cada conductor se ahorrará una media de 900 dólares durante los próximos cinco años por el menor consumo de sus vehículos. La Administración Biden ha señalado que todas estas medidas permitirán reducir las emisiones de gases con efecto invernadero de los vehículos vendidos en 2030 en más de un 60 % en comparación con las de los vehículos vendidos en 2020.
Esto a su vez permitirá llegar al objetivo de Biden de que, en 2030, las emisiones globales de la economía estadounidense sean entre un 50 % y un 52 % inferiores a las de 2005